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Hawkwind - Same


Mission Control....we have liftoff. And off we go! Hawkwind had it right from the get go, fueled by acid and imagination, this album marks the beginning of a journey that is still going into the outer reaches of space some 50 years later. Hurry on Sundown provides that spacy acoustic canvas that fans have come to adore, and that the Hawks have built upon with every album. Put it's the insanity of both sections of Paranoia that really let you know that you're in for something different. Band members would come an go, but the sound essentially remains the same. So this album, while not markedly different from their other works, provides an excellent blueprint of what's to come. It's a fine trip

Gentler and more psych-tinged when compared to the later more hard-rock oriented stuff (the cover of Pink Floyd's "Cymbaline" as a bonus track gives you an idea of at least one source of inspiration) which is nice until you remember that these guys were never the best songwriters so the energy and sonic textures on the later stuff is actually preferable to this, which is honestly pretty dull.

Hey, te agradezco profundamente este y todos los discos que haz subido, muchas gracias!!
Nerkon

Crónicas del Motor Cósmico: Año Cero de Hawkwind

En 1970, entre los escombros humeantes del hippismo y el zumbido creciente de la tecnología, algo se encendía al oeste de Londres: una chispa radioactiva, un experimento sónico sin brújula llamado Hawkwind. Su primer álbum no llegaba con la etiqueta de revolución, pero sí con el eco de una profecía. Aquí no hay himnos de estadio ni estructuras complacientes; esto es una criatura en gestación, un disco que respira por los poros de la improvisación, donde los bordes del blues, el free jazz y la psicodelia se curvan hacia una dimensión nueva: una antesala lisérgica al Space Rock. En estas pistas palpita la intuición más que la técnica, la urgencia más que el virtuosismo, como si los instrumentos fueran antenas captando señales interplanetarias aún sin decodificar. Este debut, publicado por United Artists, no definía aún el rumbo final, pero dejaba claro que la banda tenía los pies en la mugre del underground y la cabeza orbitando fuera del sistema solar. Era 1970, pero Hawkwind ya estaba escribiendo desde un futuro que aún no existía.

Arte interno del acetato

Escuchar hoy este disco es como encontrar el mapa incompleto de una galaxia futura: hay rutas marcadas con tinta invisible, planetas en construcción, atmósferas que aún se están cocinando. El álbum es crudo, irregular, a veces torpe, pero lleno de una electricidad visionaria que lo vuelve fascinante. En sus pasajes más densos se siente esa intención de romper con lo establecido y fundar una nueva mitología sonora, una donde los efectos, los delays y los sintetizadores rudimentarios reemplazan al solo de guitarra tradicional y donde la sensación importa más que la forma. No es todavía el vuelo completo, es el despegue. La nave aún no cruza el cinturón de asteroides, pero ya se le ve el diseño, el pulso, el hambre de infinitud. Hawkwind, en este primer acto, no busca la perfección: busca la apertura del portal. Y lo logra. Desde aquí comienza la historia de una de las bandas más influyentes del rock cósmico, una historia que hará combustión real en los siguientes discos, pero que ya en este debut deja su marca de nacimiento como un graffiti psicodélico tallado en los anillos de un satélite en fuga. Hssta más vernos. 

Mini-dato:

  • Hawkwind nació en la zona más vibrante y contracultural del Londres tardosesentero: Ladbroke Grove. Fue ahí, entre comunas psicodélicas, panfletos libertarios y aromas de incienso barato, donde comenzó a gestarse una de las bandas pioneras del llamado rock espacial. Sus letras, cargadas de imágenes urbanas y visiones de ciencia ficción, establecieron un puente entre las novelas pulp y los viajes ácidos. El escritor Michael Moorcock, cronista de multiversos y guerreros cósmicos, colaboró más de una vez en esas letras, consolidando la alianza entre literatura y distorsión. Todo comenzó con Dave Brock y Mick Slattery, dos músicos que venían de Famous Cure, una banda de blues que ya se deslizaba hacia lo psicodélico. El cruce con el bajista de jazz John Harrison fue el catalizador: los intereses comunes por los sonidos electrónicos hicieron despegar el proyecto. Pronto se unió Terry Ollis, un baterista casi adolescente, y también los viejos camaradas de Brock: Nik Turner y Dik Mik Davies, todos unidos por la misma obsesión cósmica. En una noche cualquiera, durante una actuación en el All Saints Hall de Notting Hill, tocaron sin nombre y fueron anunciados como Group X. El destino les guiñó el ojo: John Peel, el gurú radial de la BBC, quedó fascinado con su versión lisérgica de 20 minutos de "Eight Miles High" de The Byrds. Aquel vuelo sin red llevó a una entrevista con Douglas Smith, quien los conectó con Liberty Records. Ahí se selló el pacto: nació oficialmente Hawkwind. Poco después de grabar Hurry On Sundown, Slattery abandonó el barco y fue reemplazado por Huw Lloyd-Langton, un viejo conocido de Brock en sus días de vendedor de instrumentos. La nave estaba lista para despegar.

01. Hurry On Sundown
02. The Reason Is?
03. Be Yourself
04. Paranoia Part 1
05. Paranoia Part 2
06. Seeing It As You Really Are
07. Mirror Of Illusion
Bonus
08. Bring It On Home
09. Hurry On Sundown
10. Kiss Of The Velvet Whip
11. Cymbaline

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