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After Tea - Jointhouse Blues


The B-side is the highlight of this rock album, but it's about ten minutes too long, so you'll probably just listen to it once or twice.

Jointhouse Blues: Música para cuando el té ya no alcanza

After Tea: Blues inglés con olor a sótano

Jointhouse Blues es como el humo espeso que se queda pegado a las cortinas después de una tarde que empezó con té y terminó con blues sudado, pupilas dilatadas y amplificadores al borde del colapso. Es el sonido de una Inglaterra que bosteza, pero no se duerme; que mastica tradición negra y la escupe teñida de psicodelia.

Acá no hay viajes cósmicos, ni colores pastel. Aquí no hay nada para colgar en la pared. Aquí hay trance lento, riffs que reptan por el suelo y la sensación incómoda de escuchar el disco desde adentro, como si el vinilo girara directo en el cráneo. El blues se estira, se dobla, se vuelve viscoso. La psicodelia no ilumina: decora. Todo avanza arrastrado pero firme, como una banda tocando para sí misma en un pub donde nadie mira el reloj porque el día ya se rompió.

Jointhouse Blues es el momento exacto en que la tarde se espesa y el té deja de servir para calmar algo. Es un álbum para oídos abiertos y cabezas un poco torcidas. El blues no pide permiso. La psicodelia aparece cuando quiere: acompaña mientras todo va cuesta abajo. Arranca “You’ve Got To Move Me y ya está claro: esto no cubre el cuerpo, cubre el alma y a ratos también la mente.

El álbum se mueve entre el rock y el blues como un tipo inquieto que no se queda sentado. Cambia de ritmo, se estira, se repliega. A veces deja escapar destellos psicodélicos que nublan la habitación. Hay intentos claros de ir más allá del molde, pero nunca terminan de despegar del todo. El disco promete más de lo que entrega. Por eso el golpe no es definitivo. Honesto, sí. Demoledor, no. Un B-, sin drama.

Pero ojo: hay oficio. Cuando las cosas encajan, aparecen momentos realmente buenos. Riffs bien plantados, groove y una ejecución sólida. “Trail / Punishment / The End” es una muestra de ello. Ahí los Tea muestran sus dones. No hay poses ni circo. Solo vibra. Esa es la clave: Blues con pinceladas de psicodelia discreta que fluyen con buena vibra.

Así, Jointhouse Blues se vuelve una escucha atractiva para quien ame el hard rock con raíces bluseras y disfrute hurgar en bandas que buscaron un sonido propio sin seguir el manual. Los Tea lo logran a medias, pero con identidad. Como tantas otras bandas de su tiempo, pasaron sin pena ni gloria. Ayer subvalorados. Hoy rescatados del olvido. Girando otra vez en el tocadiscos de los que todavía saben escuchar entre las grietas.

Hasta más vernos.

Mini-datos:

  • Grabado con prisa y poco té:  Jointhouse Blues fue registrado en sesiones rápidas, casi sin margen para pulir arreglos. Esa urgencia quedó impresa en el sonido: tomas directas, errores mínimos aceptados y una sensación constante de “primera o segunda toma”. No buscaban perfección, buscaban capturar el momento antes de que se evaporara.

  • Psicodelia sin manifiesto: A diferencia de muchas bandas contemporáneas, After Tea nunca se proclamó psicodélica. Los efectos, climas y desvíos mentales surgieron más por experimentación espontánea que por una estética planificada. La psicodelia aquí no es bandera: es efecto secundario.

  • “Trail / Punishment / The End” nació como jam: La pieza más celebrada del álbum empezó como una improvisación extendida en sala de ensayo. Gustó tanto que decidieron grabarla casi intacta, respetando su estructura errática y su crescendo natural. Es el tema donde la banda suena más libre… y más peligrosa.

  • Un disco sin época… y por eso olvidado: Al momento de su lanzamiento, Jointhouse Blues quedó atrapado entre escenas: demasiado áspero para el rock mainstream, demasiado contenido para el hard rock emergente, demasiado terrenal para la psicodelia pura. Esa falta de encasillamiento fue su condena… y hoy, su principal encanto.

01. Jointhouse Blues
02. You’ve Got To Move Me
03. I’m Here
04. Someday
05. Let’s Come All Together
06. Trail/ Punishment/ The End

CODIGO: @ 



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