Clasicos de Oro: Traffic - John Barleycorn Must Die
And this is the quintessential Traffic album: compositionally diverse, catchy riffing and a musical virtuousity that one does not find in the later ages of rock. As a matter of fact, an argument can be made that this type of album can no longer be made, due to the reliance on strict genre-defining output and the lack of musical diversification in the current crop of rock musicians. I hate the wanking 21st century.
Quite Good Traffic release. "John Barleycorn" is aweosome proggy folk!
John Barleycorn Must Die: Traffic y la dulzura letal del progresivo temprano
Una obra de grueso calibre que logra atrapar al oyente con su elegante performance y sus ritmos sofisticados. Pero, desgraciadamente para mí, este álbum no consigue engancharme por completo y termina matándome. Se me hace eterno y, francamente, aburrido. Sin embargo, no es una obra cualquiera: el álbum está muy bien concebido y tiene un aire de incipiente progresismo, con efluvios de jazz que le dan cierta ostentosidad. Eso está bien, pues me parece una magnífica puesta de jazz rock/fusión… pero no puedo con ella. Sencillamente, logra llevarme a un letargo profundo, inmerso en la pesadez y el hostigamiento de sus líneas compositivas.
Lo siento tan pausado, tan cursi... y Dios bendito, ¡no lo recordaba tan sumergido en esa onda de folk de barroco! En fin, lo único que puedo decir en su defensa es que el álbum es un clásico de oro que ha marcado historia y está entre los grandes de los 70. Tiene una performance impecable y arreglos bastante sugerentes que huelen a futuro. El eclecticismo marca sus surcos: hay canciones que desprenden un aura cargada de parafernalia progresiva o de plano abren la puerta al proto-prog. Y, siendo consciente, debo admitir que es una obra inmensa y elevada hacia las posturas del nuevo movimiento intelectual-musical de su época.
Es notoria la influencia progresiva: esos arreglos, esos aires, esa pinta de barroco gritando “¡PROGRESIVO!” por los cuatro costados hacen que el álbum trascienda a la inmortalidad. Pero lamentablemente, se me hace pesado cuando empieza a destilar aromas más románticos, junto con posturas tiradas al folk y a ritmos más pausados. Y eso, realmente, me cansa. Pero que mis palabras no les toquen los huevos: al final, John Barleycorn Must Die es una obra de carácter gigante y de una sensibilidad brutal. Una pieza que supera el culto sin duda alguna.
¡¡¡Madre mía!!! ¿Qué puedo —o debo— decir de John Barleycorn Must Die si ya todo está dicho en mil páginas especializadas? Ya no queda palabra alguna para tan mítica obra, así que solo me queda contemplar el vacío mientras sus melodías retumban en mi cabeza y me llevan tranquilamente al mundo de Morfeo.
¡Por Dios! Vaya pastilla para dormir que ha sido esta aventura sonora. Realmente, han sido los 39 minutos y 41 segundos más largos de mi vida. Pensé que esta joya de época sería más llevadera y entretenida, pero ¡NO!, ¡NO! y ¡NO!
Ha sido una experiencia agotadora, y no lo digo por su efusividad o energía, sino por ser empalagosa, ultra dulce. Es un pastel de fina repostería: al principio agradable, de buena pinta… pero si no estás acostumbrado a tanto azúcar, crema y melaza, te empalaga. Así me pasa con esta joya. A mitad de camino ya comienzo a desesperarme. Sin embargo, debo reconocer sus bondades: la magnífica performance roza lo sublime, y esa es una de las grandes virtudes de este álbum. La banda logra un nivel altísimo, y aunque sean un poco pastel, se puede sacar algo bueno de ello.
Para quienes están más acostumbrados a ritmos “delicados” pero con
arreglos de primera, la experiencia será buena: aquí tenemos la típica
elegancia británica curtida con jazz.
Obra dignísima que decanta hacia el progresivo. Definitivo early prog.
Mini.datos:
- Este álbum es muy curioso, ya que en un principio no iba a ser un nuevo disco de Traffic, sino el primer álbum solista de Steve Winwood. En ese entonces, Winwood tenía solo 22 años y debía editar un disco (sí o sí) por cuestiones contractuales.
- Empezó a grabarlo con la idea de tocar él mismo todos los instrumentos. La grabación comenzó con Guy Stevens a cargo de la producción, y así surgió el tema “Stranger to Himself”. Pero antes de eso, a Winwood se le ocurrió no tocar la batería y llamar a su exsocio de Traffic, Jim Capaldi, para que lo ayudara.
- El dúo completó la grabación de un segundo tema, “Every Mother’s Son”. Fue entonces cuando Winwood llamó al dueño de Island Records, Chris Blackwell, para que trajera al tercer miembro original de Traffic, Chris Wood, a trabajar en las sesiones.
- De esa manera —casi sin quererlo— Traffic, muerto y sepultado un año atrás, volvía inesperadamente a la vida.
- Tras la incursión de Winwood con Blind Faith, Traffic sacó el álbum ágil y funky John Barleycorn Must Die, un éxito trasatlántico. El grupo incorporó luego a Rick Grech, Jim Gordon y Reebop Kwaku-Baah, pero comenzaron a perderse en los meandros de su propia música.
- Traffic fue el laboratorio donde Winwood inició su experimentación musical. De ahí, un pequeño salto a Blind Faith y, más tarde, a una música más enfocada al pop —inteligente, sí, pero pop al fin—.¿Pop qué? Si había empezado tan bien con ese Hammond…
Gracias por compartir, carnal, nunca he escuchado este disco.
ResponderBorrarA darle Guajo, que Traffic con todo tiene mucho encanto, ademas que este aunque no es de mis favoritos, tiene mucha telita. Saludos y gracias por comentar.
ResponderBorrar