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Clásicos de Oro: Emerson, Lake & Palmer - Brain Salad Surgery

 

Mmm yummy brain salad Brain Salad Surgery, despite what the name suggests, doesn't talk about brains, salads, nor surgeries. It does, however, delve into some musical depths not usually seen from average bands. It's prog - the instrumentation is going to be great. Especially from a group like this. I noticed at times it sounded King Crimson-ish, which made sense after I realized Greg Lake was the former vocalist of the band. The Prog Cinematic Universe is insane.

¿Bach bajo los efectos del LSD?

Dioses, Máquinas y Moogs: La Rebelión Sonora de Emerson, Lake & Palmer

En 1973, un trío de alquimistas sonoros decidió desafiar la realidad misma. Emerson, Lake & Palmer —caballeros del teclado modular y guardianes del virtuosismo sin pudor— se miraron entre sí y dijeron: “Ya hicimos locuras… ahora construyamos un imperio.”

La historia cuenta que, por aquellos días, el mundo del rock progresivo ardía en su propia guerra santa: Yes erigía catedrales de pomposidad sonora, Genesis tejía fábulas victorianas, y King Crimson ya había desatado sus demonios rojos. Pero el “trío prog” no quería competir; quería dominar. Y así nació el proyecto que, más que un álbum, parecía un ritual: Brain Salad SurgerySe dice que Keith Emerson llegó al estudio como un Hechicero Tecladístico Supremo, armado con un arsenal eléctrico que podría haber alimentado Lima entera. Greg Lake, poeta con voz de cristal bélico, afinaba sus líneas como si cantara para inmortalizar civilizaciones. Y Carl Palmer, centurión del ritmo, marcaba el pulso de un ejército entero con apenas dos baquetas.

Todo comenzó con “Jerusalem”, una adaptación tan solemne que parecía un himno diseñado para abrir portales. Pero el verdadero misterio se escondía en los pasadizos del castillo sonoro: la suite “Karn Evil 9”, una epopeya donde máquinas y humanos se enfrentan en un circo futurista. Un cuento profético disfrazado de rock progresivo que anunciaba —sin saberlo— la era digital, la rebelión de las máquinas y el eterno: “Welcome back, my friends, to the show that never ends…”

El disco entero respira como una criatura biomecánica, en parte gracias a la alianza improbable con H. R. Giger, quien diseñó esa portada donde lo orgánico y lo industrial se funden en un beso incómodo y sublime. ELP quería que su música sonara como si saliera de un museo del futuro...Lo lograron.

Cincuenta años después, la obra sigue siendo una fortaleza progresiva imposible de erosionar: grandilocuente, teatral, sinuosa, exagerada… y absolutamente inolvidable.

El Ritual del Metal y la Mente: La Odisea de Brain Salad Surgery

Corría 1973. El rock progresivo vivía su época dorada y Emerson, Lake & Palmer habían alcanzado la cima con Trilogy (1972) pero el trío se sentía atrapado entre el peso del espectáculo y la perfección del estudio. Habían creado una bestia que ya no podían domar.

Keith Emerson, inquieto como siempre, lo dijo sin rodeos: “El próximo disco no debe sonar como algo que solo pueda existir en un estudio. Debe poder respirarse en un escenario.” Esa frase encendió la chispa. Si el rock progresivo era exceso, ellos iban a llevar ese exceso a su máxima expresión.

Fue así como, junto a su mánager Stewart Young, decidieron emanciparse de Atlantic Records y fundar Manticore Records, su propio sello. Compraron un cine ABC abandonado en Fulham, al oeste de Londres, y lo convirtieron en su fortaleza: un espacio donde podían ensayar, grabar y soñar sin límites. Greg Lake recordaría más tarde: “Queríamos tener el control total. No solo de la música, sino del universo que la rodeaba.”

Allí, entre butacas vacías y ecos antiguos, nacieron los primeros bocetos de lo que sería Brain Salad Surgery. Ensayaban en círculo, tocando sin interrupciones durante horas, como si estuvieran en trance. Querían un disco que se sintiera como un espectáculo perpetuo. De esas sesiones brotó la frase que se volvería mítica: “Welcome back, my friends, to the show that never ends…”

Las grabaciones comenzaron en junio de 1973 en los Olympic Studios con Greg Lake como productor y Chris Kimsey —quien luego trabajaría con The Rolling Stones— como ingeniero. Allí registraron las primeras tomas de “Karn Evil 9”, pero pronto se mudaron a los Advision Studios para continuar la creación. Geoff Young tomó el relevo como ingeniero, y el ambiente era de laboratorio sonoro: cables, sintetizadores Moog, percusiones electrónicas experimentales, y un Keith Emerson empeñado en domar la tecnología como un domador de bestias.

La anécdota más legendaria surgió con la “Toccata” de Alberto Ginastera. Emerson había quedado fascinado con la pieza del compositor argentino y decidió adaptarla. Cuando la discográfica advirtió que no tenían derechos, Emerson voló a Ginebra con la grabación bajo el brazo. Ginastera la escuchó en su estudio, la detuvo tras unos compases y exclamó: “¡Diabólica!”. Emerson creyó que era una crítica, pero el maestro sonrió: “Habéis captado la esencia de mi obra como nadie antes.” Con esa bendición, la pieza se volvió parte esencial del álbum.

Mientras tanto, Carl Palmer experimentaba con sintetizadores de percusión diseñados especialmente para él, creando sonidos nunca antes escuchados, mientras Greg Lake afinaba su rol de productor y cantante con precisión quirúrgica. En paralelo, el poeta Peter Sinfield (ex King Crimson) tejía letras cargadas de alegorías futuristas: la rebelión de las máquinas, la edificación de la tecnología, la humanidad enfrentada a su propio espejo eléctrico. Y, como si la música no bastara, el trío convocó al visionario suizo H. R. Giger, aún desconocido para el gran público, para diseñar la portada. Giger creó un icono: un rostro biomecánico que parecía observar al oyente desde el umbral de un sueño metálico. Era una advertencia y una invitación. “Lo que estás a punto de escuchar no proviene de este mundo.”

El 7 de diciembre de 1973, Brain Salad Surgery vio la luz a través de Manticore/Atlantic. Contenía solo seis temas, pero cada uno era un universo: la solemne “Jerusalem” abría portales, la exuberante “Toccata” transformaba lo clásico en una tormenta eléctrica, y la suite “Karn Evil 9”, dividida en tres movimientos, contaba una historia de civilización y colapso, de gloria y destrucción, con una fuerza casi profética.

El álbum fue un éxito comercial y un reto para los sentidos. Algunos críticos lo consideraron una obra maestra; otros, una extravagancia sin freno. Pero el tiempo lo redimió: hoy se le reconoce como una de las cumbres del rock progresivo, una sinfonía de acero y carne que anticipó la era digital con una mezcla imposible de arrogancia, genio y poesía.

Brain Salad Surgery no solo fue un disco. Fue un manifiesto: el último gran rugido de una banda que quiso ser diosa y máquina al mismo tiempo. [*]

ELP: Bienvenidos al Espectáculo que Nunca Termina

Impresiones Personales: Bienvenidos al Show que Nunca Termina

Con Brain Salad Surgery, Emerson, Lake & Palmer decidieron lanzar uno de sus artefactos más ambiciosos: Brain Salad Surgery, una obra que no sólo desafía la imaginación, sino que la estira, la retuerce y la obliga a abrir portales donde lo fantástico y lo imposible se vuelven norma.

Basta mirar la portada para entender el viaje. Ese ícono biomecánico —nacido de la mente perturbadoramente sublime de H. R. Giger— funciona como advertencia: “Lo que estás a punto de escuchar no proviene de este mundo.” El disco invita a entrar en un territorio donde la fantasía es mecanismo, las emociones son engranajes y la realidad se rinde ante la visión de tres músicos empeñados en romper cualquier frontera que se les interponga.

La fuerza del álbum descansa en un concepto sorprendentemente equilibrado. No es sólo la piel visual que lo envuelve; es la unión de varios elementos que, ensamblados, forman una arquitectura perfecta:

el arte gráfico que marca el tono, la participación de Peter Sinfield —el poeta oculto tras tantas visiones prog—, y la ejecución casi sobrenatural de Emerson, Lake y Palmer, que aquí tocan como si el estudio fuera un templo y cada nota un conjuro.

Ese equilibrio también se manifiesta en el diseño musical: temas propios que expanden universos, adaptaciones reinventadas con la audacia que sólo ELP podía permitirse, y una secuencia pensada como un relato con principio, desarrollo y final. Nada es casual; todo está dispuesto para que la experiencia fluya como una travesía épica.

Dentro del álbum palpita el ADN del rock progresivo clásico: un poder monumental, cambios abruptos que abren grietas dramáticas, destellos de humor juguetón que alivian tanto despliegue técnico y, sobre todo, una ambición sonora que no conoce límites. Brain Salad Surgery no pide permiso: entra, se impone, te arrolla y te deja sonriendo ante su desmesura.

Al final, la sensación es clara: no tenemos sólo un disco, sino un documento legendario; un acto de magia tecnológica con un sonido único, irrepetible y tan espectacular que todavía hoy resiste cualquier intento de domesticarlo. Hasta más vernos.

Mini-datos:

  • El primer uso comercial del sintetizador Moog Apollo: En la canción “Jerusalem”, ELP emplearon un prototipo del Moog Apollo —uno de los primeros sintetizadores polifónicos comerciales— lo que subraya su obsesión con la tecnología como parte del espectáculo.

  • Sala de cine reconvertida en santuario del ensayo: El trío compró un cine ABC abandonado en Fulham, Londres, lo vaciaron y lo transformaron en su “templo” de ensayo. Allí montaron escenario, ensayaron en “modo directo” y trataron el estudio como si fuera un concierto desde el inicio de la creación.

  • Censura inesperada para “Jerusalem”: Su versión de “Jerusalem” fue prohibida brevemente por la BBC, no por lírica explícita, sino porque algunos consideraron que versionar ese himno nacional con órgano, Moog y percusiones tan bombásticas rozaba lo sacrílego.

  • La odisea para adaptar “Toccata” de Ginastera: Cuando decidieron interpretar el cuarto movimiento del Concierto para piano Nº 1 de Alberto Ginastera (“Toccata”), Keith Emerson viajó a Ginebra para que el compositor aprobara la versión. En una de las versiones de la historia, Ginastera exclamó “¡Diabólica!” (que Emerson interpretó como crítica) pero realmente era aprobación entusiasmada.

  • Gigantesco despliegue técnico para la gira: Además del disco, la gira que siguió al álbum implicó un equipamiento monumental: se habla de más de 36 toneladas de material, incluyendo uno de los primeros sistemas cuadrafónicos de PA, y hasta teclados que se levantaban o giraban en el escenario para Emerson.

01. Jerusalem
02. Toccata
03. Still. . . You Turn Me On
04. Benny the Bouncer
05. Karn Evil 9

CODIGO: @



Anexo:

Emerson, Lake & Palmer: Tarkus 

Antes de que el trío construyera su imperio biomecánico con Brain Salad Surgery, ya habían liberado una criatura mitológica de acero y magma llamada Tarkus. Aquel álbum fue su primera gran declaración de guerra contra la música predecible: una suite de siete movimientos donde la máquina y el animal se enfrentaban en una metáfora de evolución y destrucción. Tarkus fue el mapa inicial, la visión que anunció el futuro tecnocrático de ELP. Dos años después, Brain Salad Surgery completaría la profecía: el monstruo ya no era metáfora, era realidad sonora.


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