Robert Savage - The Adventures of Robert Savage Vol. 1
Classic funky guitar rock lines and accompanying high groove drums. An attempt at R&B like blue eyed soul fronting a bluesy rock groove approach. This is most definitely rock music still finding its way out of the 60's. I dig the guitar riffs, though the songs themselves aren't incredible by any means. There seems to be high energy, light quirkiness here, decent voices and production. You could most definitely do a whole lot worse with the flood of cookie cutter blues rock acts of the time. This stuff is "far out" but you're going to dig the loose rock blues feel and groove for sure, although it may have to grow on you for a spell.
La Electro–Bestia del Subsuelo: La Odisea de Robert Savage
Hay
discos que no empiezan… despiertan.
Y
The Adventures of Robert Savage Vol. 1 es uno de esos animales ruidosos que
saltan desde la portada y te agarran del cuello como diciendo: “Hoy no vas a
pensar, hoy vas a sentir”. Es la clase de “artefacto sónico” que no nació para
sonar limpio, ni ordenado, ni bonito; nació para sonar vivo, para escupir
chispas, para marcar el ritmo de una carretera que jamás aparece en los mapas.
Imagina que estás caminando por un desierto alucinatorio de 1971. El sol está tan bajo que parece un foco defectuoso, y el horizonte se derrite como un vinilo olvidado en el maletero. De pronto escuchas un rugido: no es un motor, no es un trueno. Es una guitarra distorsionada, enorme, con la vibra de un cometa perdido buscando donde estrellarse. Ese rugido se acerca, se expande, se vuelve un abrazo de electricidad. Y tú, en vez de correr, te acomodas mejor la chaqueta y dices: “va, que pase lo que tenga que pasar”.
Eso es Robert Savage: un trío armado hasta los dientes con riffs que crujen como metal oxidado, líneas de bajo que caminan con la cadencia de alguien que ha visto demasiado, y una batería que ruge como si estuviera tratando de romper la atmósfera para entrar a otra dimensión. Quizás suene exagerado, pero debo decir que aquí no hay pretensión, no hay grandes discursos ni florituras progresivas. Este disco es lo que encontrabas en un fanzine mal fotocopiado tirado en una gasolinera abandonada a medianoche: puro rock underground, con alma de banda que tocó más noches que las que durmió, y que grabó porque alguien, en un ataque de locura divina, les dio acceso a un estudio por un solo día….Y qué bueno que lo hicieron, porque este álbum se siente como un cómic de culto que se quedó pegado a tu mochila desde los 14 años: extraño, polvoriento, poderoso, secreto… y total, absolutamente tuyo.
California, fuzz, humo y una escena que ardía sin que nadie la viera
A inicios de los años 70, California estaba convertida en un gigantesco laboratorio sonoro donde convivían hippies descalzos, motociclistas aceitados, poetas medio perdidos y guitarristas que soñaban con incendiar el cielo a pura distorsión. El legado psicodélico de la segunda mitad de los 60 seguía vibrando, pero se estaba endureciendo: los viajes ácidos daban paso a riffs más gruesos, baterías que ya no querían flotar sino golpear, y tríos que buscaban moldear el caos a punta de amplificadores al borde del colapso.
En medio de ese caldo de cultivo —un territorio donde Hendrix se había convertido en brújula espiritual, Cream era la biblia del power trío, y los clubs de Los Ángeles funcionaban como templos del volumen— aparece la figura camaleónica de Bobby Arlin. Un tipo que ya cargaba historia en los bolsillos: venía de The Leaves, navegó en The Hook, y después decidió reinventarse bajo un alias casi mitológico: Robert Savage.
En 1971, junto a Don Parish y Tommy Richards, entra a Sound City —ese taller sagrado donde latería medio rock americano— y suelta un único artefacto: The Adventures of Robert Savage Vol. 1: Título ambicioso para una banda que, irónicamente, jamás tendría un Volumen 2. A pesar de su portada medieval con dragón y estética engañosa —que parecía anunciar algún delirio progresivo— lo que había dentro era otra cosa: un trío desatado, guiado por una guitarra que babeaba fuzz, wah-wah y espíritu hendrixiano sin vergüenza; un rock duro y psicodélico, con manos sucias de blues blanco y pequeñas mutaciones proto-metal. Un sonido directo de la carretera, de la noche, de la electricidad pura sin filtro. Pero como pasa con tantas joyas del subsuelo, el disco nació en silencio y murió sin ruido.
Casi
nadie lo escuchó.
Casi
nadie lo reseñó.
Casi
nadie lo reclamó.
Fue uno de esos trabajos que quedaron flotando entre las sombras junto a bandas igualmente ninguneadas como Jamul, Euclid, Frantic o Yesterday’s Children. Un álbum olvidado antes de tener oportunidad de existir… pero que, visto desde hoy, late con una fuerza que muchos discos “importantes” ya quisieran… y esto queridos amigos es el mundo en el que nace Robert Savage: un rincón secreto de California donde el fuzz era ley, la psicodelia mutaba, y los héroes no buscaban fama—solo enchufarse, subir el volumen, y ver qué demonios pasaba. Por lo tanto un álbum más que interesante que merece ser atendido con mucha atención pues desprende CULTO por todos los surcos y nos deja con el alma encendida. Y ahora que ya sabemos de dónde viene este “monstruo eléctrico” —y por qué cayó al abismo sin que casi nadie lo atrapara— es momento de entrar a los surcos, a las vísceras, a las sensaciones. Aquí van mis impresiones del álbum:
- Un álbum con un encanto ácido, pero que no sobrepasa ciertos límites. Logra producir una sensación bastante agradable, con un sonido firme, ácido y eléctrico. La banda sabe moverse muy bien, y el sonido de la guitarra logra tener momentos potentes. Su performance es de lo más sencilla: aplica la fórmula de la época y bebe de las insurgencias de Hendrix y Cream; por lo tanto, apreciamos un saborcillo de “La Experience” con ciertos retazos de “La Crema”. Es agradable, como ya dije, y entre esa pólvora a de riffs y ejecuciones eléctricas apostamos por un sonido heavy psicodélico bastante alegre y prometedor. Una mezcla de rock crudo y enérgico, con voces “sucias” y una sección rítmica contundente. Pero no esperen demasiado de la virtud de la banda; no obstante, tendrán una buena sesión con el cálido sonido californiano. Una obra con ciertas limitaciones, aunque la banda sabe cómo manejar esos picos y llevarlos a otro nivel. La guitarra es su as bajo la manga, mientras que bajo y batería logran darle sustancia a toda esa sopa sónica que penetra en el alma mientras uno se pierde en esos ecos galácticos. Para muestra está "Save Us From The Cyclops", dinamitero tema con aroma de una época que se perdió y que hoy respira CULTO. Y en efecto, The Adventures of Robert Savage Vol. 1 es culto que merece ser expuesto al sol para los noveles que recién descubren esto. Es una buena experiencia con personalidad, aunque sea “más de lo mismo”, pero con un sabor ácido. No podría decir más de la experiencia: solo prende tu equipo y que la música te guíe. Hasta más vernos.
Mini-datos:
- El alias y su origen oculto: Aunque el álbum aparece acreditado a “Robert Savage”, ese nombre es en realidad un nom de plume del guitarrista Bobby Arlin, quien antes había pasado por bandas como The Leaves y The Hook. Eso le da al disco ese aire de misterio, como si fuera un alter‐ego lanzado al ruido.
- Portada engañosa, sonido bruto: La carátula del álbum muestra un dragón y estética medieval, lo que podría sugerir un rock progresivo o “fantástico”. Sin embargo, el contenido es pura energía de trío de hard/psych rock con fuzz y wah-wah, muy lejos de las construcciones barrocas de un rock progresivo típico.
- Solo un álbum… aunque el título prometía saga: El disco se titula “Vol. 1”, lo que naturalmente sugiere que habría un Volumen 2. Pero, hasta donde se sabe, jamás existió un volumen siguiente. Así que este álbum es la aventura completa de Robert Savage en solitario.
- Grabación y edición poco comunes para su momento: Se registró en el prestigioso estudio Sound City Studios (California) en 1971, lo que ya da peso. Además, algunos ejemplares originales del vinilo vienen en funda “gatefold” (desplegable) y con sticker promocional de la compañía, lo que los convierte en piezas que los coleccionistas ven como auténticas joyitas del subsuelo. Dicho de otro modo: aunque era un disco “obscuro”, se trató con cierto mimo que ha alimentado su mística.
01.Beaver
Baby
02.Milk
Run
03.Don't
Run And Hide
04.A
Hard One
05.7
Days Drunk
06.Save
Us From The Cyclops
07.Amy
08.Lonely
World
09.Road
Apples
CODIGO:
B.1-18
Anexo:


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