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CLÁSICOS DE ORO: Creedence Clearwater Revival - Cosmo's Factory


Bewildered indifference to borderline addiction in three simple steps.
*Step one: Discover that Cosmo's Factory is one of the few albums you haven't listened to in RYM's top 100. Realise, on reflection, that you haven't consciously heard a CCR song and that contrary to the assumptions you made based on their name they are not some flouncy prog-rock band but a raucous blues outfit. Scratch your head at the popularity of these startlingly unremarkable efforts.
*Step two: Let the unburdened jam that is "Ramble Tamble" seduce you for the quickfire side of blues that will follow. Start to dig the undeniable hooks on tracks like "Travellin' Band" and "Lookin' Out My Back Door". Find yourself locked into the groove of "I Heard It Through The Grapevine", which is the only way to find yourself when listening to any version of that song.
*Step three: Fall madly in love with "Who'll Stop The Rain" and "Long As I Can See The Light". Play the latter on repeat and marvel at one of the most soulful vocals in rock.

 Cosmos Factory captó el sentido del tiempo. Miró hacia atrás al incómodo pasado reciente, recogiendo lo que pudo, y avanzó hacia un futuro brillante pero inexplorado e incierto. Mirando hacia atrás, nadie podría haberte dicho lo que iba a suceder.

Cosmo’s Factory: El Zumbido Eléctrico de la América Profunda

Aquel 1970 era un año de grietas y transformaciones. El Verano del Amor ya se había marchitado en el espejo retrovisor, y la utopía de Woodstock empezaba a desvanecerse bajo la sombra de la guerra, la paranoia y el desencanto. Las flores del hippismo caían pisoteadas por botas militares, y el rock psicodélico, embriagado por sus propias ilusiones, comenzaba a desvanecerse entre brumas de ácido y humo. Pero entre tanto caos, una banda se mantenía firme con los pies en la tierra y los amplificadores encendidos: Creedence Clearwater Revival. Mientras otros miraban al cosmos, ellos miraban al pantano. Mientras unos se perdían en sinfonías galácticas, ellos afilaban el "swamp rock" y lo cargaban de dinamita sureña. Sin maquillaje ni lentejuelas, con una honestidad brutal que olía a gasolina, a río y a carretera.

Cosmo’s Factory aparece justo ahí, como un manifiesto del alma americana hecha música. Un punto de convergencia donde el pasado (blues, rockabilly, country) se reinventa para golpear con fuerza el presente. El título no es casual: “la fábrica de Cosmo” era el apodo del estudio donde la banda ensayaba casi a diario, como si fueran obreros del rock, incansables, disciplinados y con los dedos llenos de polvo de carretera. En una época en que muchos buscaban escapar de la realidad, Fogerty y compañía la enfrentaban con riffs afilados, letras directas y una energía imparable. Este disco no solo condensó la esencia del grupo, sino que la multiplicó, convirtiéndose en el testamento más sólido de su visión musical. Fue el año en que la Creedence se convirtió en locomotora imparable… y este álbum, su rugido más nítido.

Impresiones Personales: Crudos, Cósmicos y Rebeldes

Tocar un álbum como Cosmo’s Factory no es tarea fácil. Representa tanto, plasma tanto… que uno se siente pequeño ante su inmensidad. Me quedo corto frente a la forma en que encandila con sus visiones sónicas. Esta obra es una manifestación viva de cómo reinventar el pasado mientras se abren las puertas del futuro. Es la insurgencia sonora de una época que cambiaba de piel. Aire fresco, reciclaje brillante de las viejas raíces. Para mí, es el punto más alto de la Creedence, porque estamos ante una obra magistral: fuerte, ecléctica y llena de alma. Es una “puesta” rica en géneros y matices. Un recorrido por todo el conocimiento rockero que John Fogerty llevaba en la sangre. Es, sin duda, una pieza clave para transitar los terrenos más ásperos del rock americano. Una obra completa, equilibrada y vibrante como pocas. Aquí vamos desde el rhythm and blues (“Before You Accuse Me”, “My Baby Left Me”) hasta el rockabilly y el rock and roll clásico (“Ooby Dooby”, “Travelin’ Band”). Es, en sí, una manifestación variopinta del sonido de la época, donde cada canción se siente como una postal distinta de la carretera.

Mis impresiones con este disco son intensamente positivas. El viaje que se traza aquí es apabullante. La banda se lanza en una aventura desbordante, donde incluso las canciones más “fresas” tienen potencia, sabor y personalidad. No hay quejas. La maquinación del álbum, su performance y su concepto están perfectamente logrados. Las estructuras, los arreglos, los cambios de ritmo y toda esa parafernalia creativa alcanzan un nivel absoluto. Hay una precisión casi maquiavélica en la manera en que sus intenciones estilísticas se pronuncian.

Cosmo’s Factory es un álbum maduro, entregado y brillante. Hacía tiempo que no escuchaba algo tan lleno de hermosura y elegancia. Es un trabajo que se pronuncia con firmeza dentro de sus propias líneas, y esa convicción le da la vitalidad que uno busca cuando el alma pide rock sin concesiones. Es un álbum obligado para todo fan del auténtico sonido americano. Una obra que toca el pasado, el presente y el futuro, como también lo hicieron Hotel Morrison o el White Album. Revolucionarios, intensos, esenciales. En las puertas del llamado “advenimiento del rock”, la Creedence lo aplaca todo y nos brinda una poderosa dosis de sonidos empapados de rabia y placer.

No hace falta decir mucho más. Basta con escuchar la hipnótica “Ramble Tamble” —larga y penetrante, de hechizante sonido— o dejarse arrastrar por la enigmática y extraordinaria “Run Through the Jungle” para entender que estamos ante una obra imperiosa, imprescindible… y, sí, definitivamente de culto. Hasta más vernos.

Mini-datos:

  • La “fábrica” era real… y agotadora: El título Cosmo’s Factory viene del apodo del baterista Doug “Cosmo” Clifford, quien insistía en que la banda ensayara todos los días, durante horas, como si fuera un trabajo de fábrica. Fogerty era particularmente obsesivo: exigía tomas perfectas y repeticiones constantes. La banda llegaba a ensayar ocho horas seguidas en el local de ensayo de Oakland, convertido en un verdadero horno de riffs. La “fábrica” no era metáfora: ¡era sudor y disciplina!

  •  “Ramble Tamble”: el experimento lisérgico de la Creedence. Aunque la Creedence siempre evitó los excesos psicodélicos, Ramble Tamble es su gran excepción. Su estructura es poco común para la banda: arranca con fuerza rockera, se pierde en un trance instrumental hipnótico de casi cuatro minutos… y luego vuelve a arremeter. Muchos fans consideran esta pieza como el Dark Star oculto de Fogerty, una especie de cruce entre el boogie y el krautrock… ¡pero sin perder los pantalones de mezclilla!

  • Fogerty tocó casi todos los instrumentos en algunas canciones. Aunque el grupo funcionaba como una unidad, John Fogerty tenía un control casi total sobre el sonido. En algunos temas llegó a grabar múltiples partes él mismo: guitarras, teclados, voces y hasta percusión secundaria. Era un perfeccionista maniático: si algo no sonaba exactamente como lo imaginaba, prefería hacerlo él solo. Así fue como logró ese sonido tan pulido y reconocible. Un poco dictador, un poco visionario.

  • El disco nació en medio del caos (y vendió millones) Durante la grabación, la banda estaba al borde del colapso interno. Había tensiones constantes, y los otros miembros empezaban a resentir el liderazgo tiránico de Fogerty. Aun así, Cosmo’s Factory fue un éxito abrumador: número 1 en Estados Unidos, Reino Unido y Australia, con cinco sencillos exitosos lanzados antes de que saliera el álbum. Un verdadero tanque blindado en la ruta del rock.

01. Ramble Tamble
02. Before You Accuse Me
03. Travelin' Band
04. Ooby Dooby
05. Lookin' Out My Back Door
06. Run Through The Jungle
07. Up Around The Bend
08. My Baby Left Me
09. Who'll Stop The Rain
10. I Heard It Through The Grapevine
11. Long As I Can See The Light

CODIGO: H-26

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