Phantom's Divine Comedy - Part 1
This album will do at least as
well as any other in suggesting that word (whether we're talking genre
definitions, or just feel). But I'm not making a bulls-eye description of this,
either. On the surface, it first presents a lot of dragon/wizard/medieval
imagery; backed by a somewhat familiar early Seventies progressive rock
template. And one could say that there's quite a bit of early heavy metal here
as well - intended or not. And the whole thing seems to want to preserve a late
Sixties hard rock/psychedelic feel; like Iron Butterfly or something.
At times rather campy sounding,
and at others, commanding a somewhat mystical hard rock flavor, but always
commercially oriented. And I don't care what anyone says, the vocalist,
sometimes more, sometimes less, does resemble Morrison.
La máscara de Morrison y el culto en Detroit
Hay discos que no nacieron para ser estrellas de portada brillante, sino para quedarse en las sombras, envueltos en humo espeso y leyendas imposibles. Phantom's Divine Comedy – Part 1 es uno de esos vinilos que parecen haber sido grabados en la penumbra de un sótano húmedo, con velas negras parpadeando y un par de botellas de bourbon a medio vaciar sobre el amplificador.
El álbum destila un aire melancólico, oscuro, casi fúnebre, como si quisiera ser misa y aquelarre al mismo tiempo. Sus músicos, aunque no alcanzan la cima del virtuosismo progresivo, levantan un andamiaje sonoro bastante decente: hay bases sólidas, cambios de ritmo bien colocados y un progresivo contenido que aparece como un espejismo en medio de la niebla. No es un disco que rompa moldes, pero sí uno que logra atrapar la atención como esas películas de culto de medianoche: defectuosas, sí, pero hipnóticas. Claro, hay grietas en la catedral: la creatividad no siempre fluye con la electricidad necesaria, y a ratos uno quisiera que hubieran soltado un poco más de ácido en la mezcla. Pero incluso con esas limitaciones, el disco guarda un imán irresistible, porque más allá de las notas está la leyenda.
Y aquí empieza el delirio: dicen que Morrison no murió en París en el 71. Que fingió su muerte para escapar de la jaula de su propio mito. Que se refugió bajo otro nombre y que, desde algún estudio fantasma, volvió a cantar en este álbum, disfrazado de un tal Phantom. El rumor corrió como pólvora: la voz sonaba demasiado parecida, demasiado incendiaria como para ser simple coincidencia.
¿Realidad? ¿Marketing barato? ¿Una broma cósmica? Lo cierto es que Capitol Records, con su olfato de tiburón corporativo, decidió exprimir la histeria y jugar con el mito. El resultado fue breve: el truco no duró mucho y la banda desapareció tan rápido como apareció. Pero la huella quedó, y el eco del “¿y si sí era Jim?” sigue flotando como un fantasma que se niega a descansar.
Impresiones Personales: Un disco grabado entre humo y sospechas
Mis impresiones con este álbum son zigzagueantes, un cúmulo de sensaciones que oscilan entre lo placentero y lo nefasto. Aunque llamarlas “nefastas” quizá sea injusto: no lo son del todo, soy yo el que exagera. En fin, la pregunta aquí es simple: ¿qué me pareció el álbum?
Hoy, después de volver a él tras tantos años, puedo decir que me sigue encandilando con su atmósfera oscura, sus tonos melancólicos y esa postura psicodélica que lo envuelve. Dentro de su performance, el álbum está conseguido, aunque no llega a la categoría de sobresaliente: cumple, pero tambalea en arreglos, dinámica y concepto. Sin embargo, con todo y sus grietas, la experiencia es buena. Lo que siempre me atrapó fue su halo de misterio; esa aura lo convertía en un objeto de CULTO enorme. Claro, al conocer la verdad tras la historia, el mito perdió parte de su encanto, se deshizo ese embrujo inicial. Pero aún así, lo que habita en sus surcos sigue siendo magnético.
Temas como “Welcome to the Hell” o “Tales From a Wizard” son pura oscuridad hecha canción: mágicos, lúgubres, deprimentes. Quizá no sea un álbum de vanguardia ni un estandarte del progresivo, pero dentro de sus limitaciones alcanza momentos de gran lucidez y elegancia. Su propuesta de rock psicodélico con tintes progresivos se hunde en la melancolía, la oscuridad y la fantasía, creando una experiencia tan íntima como conmovedora.
Volver a este álbum fue como regresar a una etapa oscura de mi vida: noches estrelladas bajo el manto protector de la música, recuerdos de amores febriles que se disolvían entre el ácido del rock. Fue la música la que me dio fuerza para enfrentar a mis demonios internos. Como diría Nietzsche: “La vida sin música sería un error.”
Mini-datos:
- El álbum fue grabado y producido por Gary Gawinek, en el estado natal de la banda, Michigan.
- Phantom's Divine Comedy era en realidad una banda del área de Detroit que vivía en los barrios bajos con el nombre de Walpurgis.
- Los miembros de la banda eran: John Bdanjeck, Tom Carson, Dennis Craner, Mike DeMartino y Gary Meisner.
- En 1990 aparece un álbum perdido bajo el título de "The Lost Album", dicho trabajo fue grabado en Los Ángeles y es anterior al lanzamiento del Part 1. La leyenda sigue presente con Phantom, se dice que el vocalista en este proyecto era Bruce Springsteen.
*A.Intro:
01. Tales From A Wizard
*B.Prelude:
02. Devil's Chile
03. Calm Before The Store
04. Half A Life
05. Spideres Will Dance (On Your Face Will You Sleep)
*C.Wizard:
06. Black MagicWhite Magic
07. Merlin
*D.Entrance:
08. Stand Beside My Fire
09. Welcome To Hell
CODIGO: O-40
De hecho "Tom Carson" fue también un mito, el nombre del Phantom fue efectivamente Ted Pearson.
ResponderBorrarNo, al revés, según muchos fue Carson, y no Pearson... Hay una confusión entre ambos, es más inclusive se decía que Iggy Pop era Phantom...En fin, dejaremos el misterio ahí para no sepultar aun más el mito.
BorrarPor puede servir de algo....Sería conveniente que buscaras la siguiente banda, pues son todos los integrantes de PHANTOM'S DIVINE COMEDY, se llaman HAPPY DRAGON BAND y sacaron un disco en 1978. De nada
BorrarAnotado. Estuve algo ocupado por factor de trabajo, pero ya estoy un poco mas libre de tiempo para activar el blog de nuevo. Solo un poco de paciencia.
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