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Frijid Pink - Desfrosted


The loud fuzzed out sound of the debut is almost gone, this time the guitars sounds cleaner, but there's also some fuzz leads that will remind us to the great Leigh Stephens of Blue Cheer, also the production is less lo-fi and sounds cleaner, but not less raw, the songs are also more varied, as they include more blues tunes and even a Procol Harum styled ballad, but as i've said, this one sounds closer to early Blue Cheer records and it's certainly one of the best american heavy psych albums ever!

Usually it's a red flag when a Heavy Psych band goes full on Bluesy; here IS the exception. Some sweet guitar finishes on the end of these tracks help keep me engaged all the way through. Defrosted is worth thawing out 50 years later.

Cuando el hielo se agrieta, ruge el blues: el "descongelamiento" según Frijid Pink

Hay discos que no se lanzan, se derriten. Defrosted no llega con estruendo, llega como una plancha hirviendo sobre la escarcha. El segundo álbum de Frijid Pink no es una continuación: es una liberación. Aquí, la banda se sacude el hielo de los hombros y se entrega a una experiencia más cruda, más suelta, más blusera. Han bajado un cambio, sí, pero lo han hecho para pisar más fuerte, para dejar huellas más profundas en el barro eléctrico del rock setentero. Si su debut fue una llamarada comprimida en un frasco, Defrosted es ese fuego suelto que serpentea con libertad. Hay sudor en cada acorde, hay alma en cada nota, y sobre todo, hay una intención clara de dejar que el blues se expanda, respire y hable. Aquí no se trata de pirotecnia, se trata de pulso. De ese groove áspero que se pega como hollín al alma. Así que afilá los sentidos, abrí la puerta al humo denso de Detroit, y dejá que este "descongelamiento" sonoro te agarre por la solapa. Porque cuando Frijid Pink baja la temperatura, lo que queda es calor puro.

Impresiones Personales: El viejo fantasma del descongelamiento

No todos los discos nos enamoran a primera escucha. Algunos se nos quedan como una espina tibia entre las costillas, sin doler del todo, sin sanar tampoco. Defrosted de Frijid Pink fue uno de esos para mí. Nunca fue santo de mi devoción, no señor, pero cada vez que vuelvo a él me saca una sonrisa de esas que se cuelan cuando uno reconoce que se equivocó… o que el disco supo esperar su momento.

Y es que este álbum tiene esa vibra rara de los trabajos que no gritan su grandeza, pero que se aferran al oído con uñas de guitarra filosa. Hay en sus surcos un equilibrio curioso: pasajes emotivos y encendidos que te invitan a sacudir la cabeza y otros donde el ritmo baja, se acomoda, y te deja colgado en una pausa que no siempre convence… pero que termina funcionando como parte del todo. La primera vez que lo escuché, sentí que le faltaba algo. Me parecía que intentaba ser más de lo que podía, o que jugaba con una intensidad que no terminaba de cuajar. Pero con los años, con la paciencia que solo el tiempo le enseña al oído, fui entendiendo su lenguaje. Aprendí a reconocer sus aciertos, su madurez, sus pequeñas proezas que a la larga lo elevan al rango de clásico personal.

Las guitarras son el verdadero motor de este viaje. No hay vuelta que darle. Riffs como los de "I’m Movin" retumban con fuerza, como si el Detroit de los 70 volviera a respirar humo por los poros. Hay potencia, hay polenta, y hay una furia contenida que agradezco en cada vuelta de vinilo. Lo psicodélico se mezcla con el blues y el boogie, y todo junto crea un cóctel que, sin ser perfecto, te sacude lo justo para recordarte que este álbum aún tiene algo que decir. No es un disco de fórmulas infalibles, pero sí uno que se defiende con lo que tiene: actitud, corazón y esa capacidad de colarse en tu memoria con el paso de los años. Hoy por hoy, Defrosted me parece una obra loable, una de esas piezas que vale la pena desempolvar y escuchar sin prejuicios. A veces, las segundas (o terceras) escuchas son las que nos abren las puertas de verdad. ¿Una joya olvidada? Quizá no tanto. Pero sí un álbum digno, honesto y con una vibra especial que —como buen vino— mejora cuando uno deja de buscar la perfección y empieza a disfrutar del viaje. ¿Hasta más vernos.

Mini-datos:
  • Este es el último álbum que presenta a Kelly Green (Tom Beaudry) y Gary Ray Thompson; pronto siguió su salida del grupo, impulsada por una noción incitada por el ego de que "ellos" eran Frijid Pink.

  • La banda estaba al borde de un gran éxito en ese momento, pero ese incumplimiento de contrato esencialmente arruinó sus posibilidades. El LP alcanzó sólo el # 149 en las listas de Estados Unidos, aunque el debut alcanzó el # 11; la canción "Sing A Song For Freedom" como single llegó al número 55 en los EE. UU. en Julio de 1970 y al número 22 en Canadá en Septiembre.

  • Kelly Green, no tocó el bajo en este álbum, solo contribuyó con las voces. Esto causó confusión debido a la similitud de los nombres del bajista Tom Harris y el vocalista Tom Beaudry, y el bajo fue acreditado a Beaudry, pero Tom Harris tocó aquí y aparece en la portada del álbum, también aparece en programas de televisión de 1970 tocando  "Sing A Song For Freedom"

01. Black Lace
02. Sing A Song For Freedom
03. I'll Never Be Lonely
04. Bye Bye Blues
05. Pain In My Heart
06. Sloony
07. I'm Movin'
08. I Haven't Got The Time

CODIGO: I.1-14




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