Howlin Wolf- The Howlin’ Wolf Album
In which Howlin' Wolf gets psy-cho-del-i-cized, meaning some added fuzzy guitar. Essentially a case of an oldster getting a modern update for the kids, which is rarely a good thing. In this case, it's a bit off, but the heart and soul remains.
Maybe
the Wolf did say that he didn't really like this record. Maybe he said that to
maintain his street cred with his boys. I'd also like to think it was his
message to all the Brits and American white boy blues rock bands around at the
time, and he was saying "This is my music motherfuckers, and I'm taking it
back". 300 lbs of joy, indeed. Nobody beats Howlin' Wolf. To play when u
need to feel human again. Classic.
Fuzz, Wah-Wah y un Lobo Furioso: Howlin' Wolf en su Laberinto Eléctrico
Chicago, Illinois – El blues ha sido testigo de muchas transformaciones a lo largo de su historia, pero pocos experimentos han causado tanto revuelo como el nuevo lanzamiento de Chester Burnett, mejor conocido como Howlin’ Wolf. Su nuevo álbum, simplemente titulado The Howlin’ Wolf Album, ha generado una reacción que va desde la incredulidad hasta la indignación entre los seguidores del legendario cantante y guitarrista. El disco, producido bajo la dirección de Marshall Chess en los estudios de Chess Records, representa un intento por acercar el blues a las nuevas generaciones inmersas en la psicodelia y el rock experimental. Con arreglos cargados de efectos wah-wah, fuzz y un acompañamiento instrumental más propio de Cream o Jimi Hendrix Experience que de un álbum de blues tradicional, la producción ha resultado ser un campo de batalla entre lo clásico y lo moderno.
Un choque de visiones en el estudio
- Fuentes cercanas a la producción revelan que Wolf nunca estuvo convencido de este nuevo enfoque. Desde el primer día de grabación, su frustración era evidente. "No necesito todo este ruido", se le escuchó decir en varias ocasiones, según testigos presentes en las sesiones. En una de las anécdotas más comentadas, Wolf, conocido por su franqueza, dijo con sarcasmo: "Esto es como si me pusieran un traje que no me queda". Marshall Chess, hijo del fundador de Chess Records, estaba decidido a revitalizar la discográfica y llevar el blues hacia terrenos más comerciales. Inspirado por el relativo éxito de Electric Mud de Muddy Waters el año anterior, Chess apostó por un sonido que pudiera competir con las bandas emergentes de la época. Pero mientras Muddy mostró mayor apertura a la experimentación, Howlin’ Wolf se resistió en cada paso del proceso.
La portada que lo dice todo
- Si hay algo que resume a la perfección el desencuentro entre artista y producción, es la portada del álbum. En un movimiento inusual, Chess Records imprimió en la carátula un mensaje que le decía directamente al oyente: “This is Howlin’ Wolf’s new album. He doesn’t like it. He didn’t like his electric guitar at first either.” Un intento de justificar la dirección sonora del disco, pero que terminó por alimentar aún más el debate sobre la autenticidad de la propuesta.
Recepción y legado
- La crítica ha sido despiadada. Algunos puristas del blues lo han calificado como un error garrafal, mientras que otros consideran que, pese a su artificiosidad, el álbum tiene momentos de genialidad. Canciones como Spoonful y Smokestack Lightning, reinterpretadas bajo esta nueva estética, muestran un lado diferente de Wolf, aunque su entrega vocal sigue siendo tan feroz como siempre. A pesar de la polémica, The Howlin’ Wolf Album podría convertirse en una pieza clave para comprender la evolución del blues en la era psicodélica. Solo el tiempo dirá si este experimento quedará como una rareza o como un documento invaluable de una época de cambio radical en la música. Hasta el cierre de esta edición, Howlin’ Wolf sigue tocando el blues como siempre lo ha hecho, sin preocuparse demasiado por los adornos psicodélicos.
Impresión personal
- Un álbum interesante, en el que se siente una postura fiera en la interpretación, pero que, con el tiempo, cae en una vorágine de sensaciones extrañas. La psicodelia está presente y, de alguna manera, quiebra la crudeza del blues. Sin embargo, Wolf arremete con todo y no se amilana ante esos destellos eléctricos; más bien, adopta una postura cruda y desafiante que empuja todo lo demás a un segundo plano. Se percibe con claridad en canciones como "Moanin' at Midnight", "Evil" o "Back Door Man", piezas poderosas que retumban con ecos psicodélicos, mientras la presencia del maestro "las sacude" como colegialas asustadas. Wolf se traga el ácido y lo escupe furioso. En mi opinión, es una apuesta que intenta imponerse en los nuevos tiempos, pero que no encaja ni a la fuerza. "Smokestack Lightning" es un ejemplo claro: las buenas intenciones están ahí, pero cuando la química no funciona, la vibra se diluye como el humo de un cigarro. No fluye como debería, y eso genera una sensación extraña, como un vértigo eléctrico, una corriente alterada que arrastra a Wolf por un territorio ajeno. Su blues ruge, pero el entorno no responde; los adornos psicodélicos flotan a su alrededor, intentando encajar, pero la magia nunca termina de cuajar Al final, es un álbum con todas las buenas intenciones, pero su fórmula no pega ni con engrudo. Y precisamente por eso, es una obra destinada al culto. ¿Por qué? Porque representa una postura insigne dentro del blues eléctrico: una vibración bajo un manto lisérgico que intenta respirar revolución, pero en la que, al final, la crudeza de Wolf se impone sobre sus bases. Es un Wolf diferente, con un blues queriendo quebrarse. Hasta más vernos.
Conclusion
- El Howlin’ Wolf Album es una obra que despierta pasiones. La ejecución es correcta y el sonido captura una atmósfera casi mística. Aquí el blues se siente pesado, rústico, con brochazos de psicodelia que descolocaron a más de un purista. ¿Blues y psicodelia pueden ir de la mano? Para algunos, una herejía; para otros, una reinvención audaz. Más allá de la polémica, el álbum destila calidad medida. Hay momentos en que las decisiones de producción parecen tambalear la coherencia del disco, pero la fuerza de Howlin’ Wolf equilibra el conjunto. El resultado: Un álbum crudo, rasposo, como un lobo atrapado en un pantano de fuzz y wah-wah. Aúlla, gruñe y muerte, pero el lodo psicodélico no lo deja correr libre. Y quizás por eso, sigue siendo inolvidable. Hasta más vernos.
Mini-datos:
- El álbum que Wolf odiaba: Howlin’ Wolf detestaba esta producción con toda su alma. En la portada del disco aparece una frase que lo deja claro: "This is Howlin’ Wolf’s new album. He doesn’t like it. He didn’t like his electric guitar at first either." Una forma sarcástica de la discográfica Chess Records para justificar el experimento psicodélico que Wolf nunca aprobó.
- La ira de Wolf en el estudio: Se dice que durante las grabaciones, Wolf estaba tan molesto con el sonido que se negaba a tocar su guitarra con distorsión y hacía comentarios sarcásticos entre tomas. En varias entrevistas posteriores, dejó claro que nunca se sintió cómodo con el resultado final.
- Un fracaso en su época: The Howlin’ Wolf Album fue un desastre comercial. No convenció ni a los puristas del blues ni a los seguidores del rock psicodélico. Wolf mismo dijo: "No sé qué demonios estaban haciendo, pero eso no es mi música.
03. Smokestack Lightning
04. Moanin' at Midnight
05. Built for Comfort
06. Red Rooster
07. Evil
08. Down in the Bottom
09. Three Hundred Pounds of Joy
10. Back Door Man
CODIGO: D-16
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