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Japón Freak: Far East Family Band - The Cave Down to the Earth


Wistful spacerock that's intent on exploring this planet called Earth. For years, I had been turned-off by the album's hippy dippy mysticism and mushy sentiment, preferring instead the colorful cosmic pulsations of Far Out and Parallel World. But now that I've gotten older, I find such "naive" optimism endearing. In this jaded post-everything society, perhaps the most radical gesture anyone can do is to Hope - in our future, in our world, and in our present selves. Slowly, as my own values have changed, The Cave Down to Earth has morphed from being an embarrassment to an inspiration. It is now one of my favorite Japrock albums.

"The Cave Down to the Earth no es solo un disco, es un templo portátil. Es la respiración de la montaña cuando no hay nadie escuchando. El eco de una época en la que Japón se asomó a las estrellas con los ojos cerrados y los oídos bien abiertos."

The Cave Down to the Earth: La Montaña que Respira

A principios de los años setenta, Japón se encontraba entre dos mundos: el vértigo del milagro económico y el vacío existencial de una juventud que no quería convertirse en engranaje. En las comunas artísticas de Shinjuku y las madrugadas lisérgicas de Nagoya, una nueva generación buscaba respuestas fuera del calendario. Entre ellos, un grupo de músicos se propuso explorar no solo el sonido, sino el alma misma del sonido. Así nació The Cave Down to the Earth. Grabado en 1973 bajo el nombre de Far Out y lanzado al año siguiente, este disco fue mucho más que una debut. Fue una invocación sónica, una liturgia astral en dos movimientos, una meditación colectiva envuelta en delays, reverberaciones y guitarras que lloraban como monjes. Lejos de las convenciones del rock occidental, The Cave... parece grabado dentro de una montaña sagrada: no busca entretener ni epatar, sino transportar. Es un álbum donde el tiempo se disuelve y los instrumentos parecen rezar en lugar de tocar. Un canto psicodélico que no grita, sino que susurra al cosmos. Este disco marcó un antes y un después. Fue el primer eco profundo del rock progresivo japonés. Su carácter ritual, su atmósfera mística y su vocación de tránsito interior lo convirtieron en piedra fundacional para lo que vendría después: la internacionalización del grupo, la colaboración con Klaus Schulze, y la posterior metamorfosis en Far East Family Band. A la distancia, The Cave Down to the Earth sigue pareciendo una anomalía sagrada. Una pieza que no pertenece a ninguna escena, sino a un linaje invisible de viajeros cósmicos. Es el sonido de un país asomándose a las estrellas con los ojos cerrados y los oídos bien abiertos.

Impresiones personales: El Disco que Rezaba al Cosmos

  • Una obra mística y cósmica que logra captar la atención de nuestras almas y llevarlas hacia un lindero de emociones intensas y sensaciones coloridas. Far East Family Band sabe cómo plasmar la visión psicodélica y llevarla a un terreno cósmico, casi ritual, donde cada pieza del álbum nos entrega una experiencia enriquecedora, como si cada escucha fuera un pequeño viaje astral al centro del alma. Con cada visita a este pastiche sonoro nos transportamos hacia los linderos más profundos del espíritu. “Saying to theLand”, por ejemplo, nos conduce a una aventura introspectiva; una travesía serena a lo más hondo de nuestra conciencia. Esta pieza, sublime en su estructura de psico-prog con destellos cósmicos, nos envuelve en una armonía zen y una explosión de psicodelia en tono folk que tiene un efecto hipnótico y sanador. La banda sabe cómo definir su concepto y lo transmite con una claridad onírica. Por eso consigue experiencias profundas, casi chamánicas. “The CaveDown to Earth” —la canción que da nombre al álbum— es otro ejemplo de la loable performance de la banda. Y aunque por momentos parezca que estamos atrapados en resonancias floydianas, el sello propio de la banda termina por engancharnos a mil revoluciones etéreas. No hay duda: estamos ante una obra impregnada de ácidos suaves, lluvias estelares, atmósferas cósmicas, arreglos gentiles, artilugios psicodélicos y sonidos sombríos que vibran con fuerza en el alma. Un álbum que no solo se escucha, se respira como incienso cósmico.

Conclusión final

  • Far East Family Band es una banda japonesa de space/prog que lanza en 1974 su primer trabajo llamado The Cave Down to the Earth, un álbum psico-progresivo con matices de space rock, donde se percibe una fuerte influencia de Pink Floyd. En sus melodías es fácil detectar ecos que nos recuerdan a Dark Side of the Moon, Atom Heart Mother y Meddle. Sin embargo, más que un reflejo, lo suyo es una comunión. The Cave Down to the Earth es un álbum profundamente místico y “calmoso”, como un mantra cósmico que nos arrulla mientras flotamos. Cargado de pasajes ácidos y sombríos, pero también de momentos sublimes y elevadores. Sin duda un disco verdaderamente hermoso. Escuchar The Cave Down to the Earth no es simplemente una actividad musical, es un bautismo interestelar. Una ceremonia de humo y éter donde cada nota es un paso hacia un santuario invisible, donde el tiempo se diluye y la conciencia se expande. Hay discos que suenan y otros que susurran desde las estrellas: este pertenece a esa estirpe rara. Far East Family Band logra algo sagrado: componer desde el espíritu y para el espíritu, sin perder la dulzura melódica ni la invitación sensorial. Su música, etérea y meditativa, actúa como un espejo líquido donde se reflejan nuestras emociones más dormidas. Nos ofrece un puente de neblina hacia un universo paralelo, donde todo es posible y nada duele. Y al terminar el álbum, uno no regresa del todo. Queda un retazo del alma flotando allá arriba, en esa cueva suspendida más allá de la tierra, donde el eco de una guitarra aún brilla como un lucero antiguo. Hasta más vernos.

Mini-datos:

  • Un disco sin país ni planeta: Aunque la banda era japonesa, The Cave... fue grabado en Japón y editado inicialmente solo en Europa bajo el pequeño sello Denon/Nexus, por lo que se convirtió en una joya semioculta del mercado occidental. De hecho, muchos coleccionistas pensaban que se trataba de una banda de krautrock alemán por el sonido tan parecido al de Ash Ra Tempel o Agitation Free.

  • El nombre de la banda cambió como un mantra en evolución: Antes de ser Far East Family Band, se llamaban Far Out. Este disco es el único bajo ese nombre. Tras la salida de este álbum, se rebautizaron para simbolizar un salto hacia una visión más "colectiva" y espiritual. De hecho, en entrevistas posteriores, Kitaro mencionaba que el cambio representaba una maduración espiritual del proyecto.
  • ¿Klaus Schulze escuchó este disco y quedó prendado? Aunque no hay confirmación oficial documentada, múltiples fuentes de fans y biografías afirman que Klaus Schulze escuchó The Cave... durante una visita a Japón en 1975, y fue tal su interés que aceptó producir su siguiente trabajo (Parallel World, 1976). Se dice que Kitaro incluso vivió un tiempo con Schulze en Alemania, absorbiendo conocimientos sobre secuenciadores y sintetizadores modulares.

  • Allá por el 72, la banda viaja a Europa y Kitaro se encuentra con Klaus Schulze. El impacto fue tan grande que Kitaro se sintió tan fascinado por el carácter de la música de Klaus que procuro pasar el mayor tiempo posible junto a el para aprender acerca de las posibilidades musicales de los sintetizadores. Klaus por otra parte al saber de The Cave Down The Earth decide producir el tercer trabajo de la banda Parallel World (Album que sera producido en el 76).

01. Northern Land
02. Birds Flying To the Nest
03. The God Of Water
04. Saying to the Land
05. The God Of Wind
06. Moving, Looking, Trying, Jumping
07. Wa, Wa
08. Mystery of Northern Space
09. The Cave Down To Earth
10. Four Minds
11. Transmigration

CODIGO: @




Anexo:

Flower Travellin’ Band – Satori

Ruge como un tigre zen y medita como un monje empapado en ácido. Satori es el despertar en plena tormenta eléctrica, un mantra rugido entre distorsiones y cielos púrpura. Nacido en Japón pero parido por el espíritu del hard rock occidental, este disco no sigue caminos: los quema y los vuelve a dibujar con fuego sagrado. Cada uno de sus cinco movimientos es un ritual: sin fronteras, sin idioma, sin lógica. El que entra en Satori no vuelve igual.

 

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