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ROOTS OF CHICHA: Los Diablos Rojos - Sonido Diablo


Cuando el viento se cansa de susurrar y prefiere cantar, cuando la noche saca brillo a sus zapatos de charol, cuando la cumbia no es solo ritmo sino embrujo... ahí aparecen ellos, los caballeros de rojo, los maestros de la pista: Los Diablos Rojos. Dirigidos por el Chino Marino Valencia, son el testamento ardiente de que el Perú también supo hacer pactos sonoros con el mismísimo Belcebú... ¡y ganó!"

Los Diablos Rojos: El Sonido que Le Vendió el Alma al Ritmo

En los márgenes calurosos de la Lima tropical de fines de los años 60, cuando la cumbia empezaba a dejar de ser extranjera para volverse nuestra, surgieron Los Diablos Rojos, una banda que no vino a tocar la puerta, sino a patearla con una guitarra embrujada y timbales que parecían haber sido templados en el mismísimo infierno sabroso de la selva urbana.

Liderados por el maestro Marino Valencia Garay —más conocido como El Chino—, este combo peruano fundó su leyenda con un estilo que los devotos del ritmo llamarían sin rubor sonido satánico: una mezcla frenética de cumbia, guaracha y sabores caribeños, pasada por el filtro de arreglos eléctricos, hipnóticos y viscerales. En cuatro décadas de incendiar pistas de baile, Los Diablos Rojos no sólo nos dejaron clásicos como “Malambo”, “Rosita Bonita” o “El beso del adiós”, sino que se volvieron parte integral del ADN cumbiambero del país. Hoy, aún con escasa documentación sobre su trayectoria, el eco de sus guitarras sigue resonando en cada volumen de la Antología de la Cumbia Peruana, esa colección que todo creyente del ritmo lleva como evangelio. Porque si hay una verdad que vale gritar: la historia de la cumbia peruana no puede contarse sin pasar por las llamas rojas de este aquelarre sonoro.

Impresiones personales:

Entrañable sonido de época, en donde se entrelazan varios ritmos picantes y ese tono efervescente que tanto gusta y enciende los ánimos. Desde lo más bailable hasta lo más “punch”, Sonido Diablo no defrauda. La banda sabe cómo lograr una vibra prendida: su química hace que la sesión se dispare con energía. Canciones como “Matando los Chivos” o la deliciosa “Mi Lorito Enamorado” son pruebas del fuego que corre por sus venas. Aquí hay sabor picoso y achorado; un trabajo interesante dentro de sus límites, que, aunque no es una placa potente en todo sentido, nos  entrega una performance con un feeling bestial y  un sabor dinamitero. El “ritmo satánico” quizás no alcanza su máxima expresión, pero la experiencia sigue siendo reconfortante. Guarachas, Boleros, tradición y pequeños destellos de locura se mezclan en este pastiche cumbianbero que cumple su misión: hacernos mover y sonreír en la sesión. Puede que no sea cósmico ni psicodélico, pero tiene swing, alma vieja y sabor a barrio. 

Un álbum ideal para quienes disfrutan la cumbia achorada con sabor a candela. Sonido Diablo suena a radio antigua tirada en la vereda, con cervezas sudadas y carcajadas que revientan antes del primer acorde. Es esa fiesta que arranca sin permiso y acaba con los pies descalzos, el corazón prendido y el cuerpo pidiendo tregua. Este disco no busca aplausos de museo ni portadas doradas: se mete por los callejones, se cuela en los parlantes polvorientos, en los amores mal llevados y en los corazones que laten con ritmo propio. Y sí, podrías escucharlo en el último danzón antes de que apaguen las luces del local, cuando ya no queda más que humo, sudor y ese temblorcito sabroso en la cintura. A esa hora donde la nostalgia y el goce se mezclan sin pedir permiso. Y ahí, justo ahí, entre los ecos de El Pescador y La Sirena, uno se descubre bailando con el pasado, guiñándole el ojo al tiempo como quien ya sabe que la vida se va, pero el ritmo se queda. Hasta más vernos, en ese rincón donde los discos siguen humeando y la calle no duerme.

Mini-datos:

  • El Chino Valencia, el alquimista de la cumbia: Marino "El Chino" Valencia no sólo dirigía Los Diablos Rojos; era su arquitecto sónico y motor creativo. Durante más de 40 años, compuso y arregló cientos de temas para el grupo, consolidando un estilo tan particular que sus seguidores lo bautizaron como "sonido satánico": hipnótico, eléctrico y totalmente irresistible.

  • Cumbia con pacto infernal... y académico: Aunque el término "sonido satánico" suene como marketing del más allá, en realidad describía la fuerza envolvente y la energía hipnótica de sus arreglos. Era cumbia con garras, pero ejecutada con una elegancia instrumental digna de un conservatorio: el demonio sabía teoría musical.

  • Los Diablos Rojos no solo hicieron historia en Perú; también llevaron su música a escenarios internacionales. Han realizado presentaciones en Europa, incluyendo Inglaterra, y en Estados Unidos, donde compartieron escenario con artistas como Óscar D'León. Su cumbia ha resonado en países como Ecuador, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina y México, consolidando su legado más allá de nuestras fronteras.

  • Un guitarrista con partitura en la sangre: Marino Valencia aprendió a tocar la guitarra a los 12 años, guiado por su padre cajamarquino, quien le enseñó a leer partituras, una habilidad poco común en la música popular de la época. Esta formación le permitió fusionar ritmos criollos, boleros y sones cubanos, creando un estilo único que definiría el sonido de Los Diablos Rojos.
01.Camino Para Mi Pueblo
02.Por Las Campiñas
03.Campesino
04.Constestacion A Papa
05.Si Estas Conmigo
06.Chica Preciosa
07.Matando Los Chivos
08.Mariposita Roja
09.El Pescador y La Sirena
10.Mi Lorito Enamorado
11.Que Soledad
12.Los Arrozales

CODIGO: @



Nota del Autor: El tracklist original está incompleto (¡falta un tema en la alineación titular!). Pero para compensar esta travesura del destino, he añadido no uno, sino dos temas extra a modo de BONUS. Una pequeña recompensa sonora por el misterio del track perdido.

Anexo:

Back to Perú: THE MOST COMPLETE COMPILATION OF PERUVIAN UNDERGROUND 64-74

El compilado Back to Perú es más que un conjunto de canciones: es un portal. Imagina que tienes en tus manos una llave dorada que abre las puertas a una década tumultuosa y caleidoscópica, un tiempo en el que los sueños se tejían con acordes y las bandas eran los artesanos de un lienzo sonoro sin precedentes. El germen había llegado al Perú, y aunque las olas de la historia lo sepultaron temporalmente, la música nunca murió. Back to Perú no es solo una compilación; es un testamento, un grito de resistencia, y un recordatorio de que los mitos existen para mantener viva la memoria.

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