Dogfeet - Same
I've seen this rare album compared to Wishbone Ash and Fleetwood Mac and the opinions about it seem to range from "weak" to "fantastic". I would not go for any of the two extremes but, while I don't consider this a masterpiece, I think the music is enjoyable. It is quite diverse - the albums opens with some relaxed blues-rock, some soft prog rock tunes follow, even some pop and folk-rock is on offer. The musicianship is not great, there are no memorable guitar solos, but the drumming is fine. Kudos to the band for writing their own material - the tunes are mostly quite average and some of the lyrics are naive, but "Armageddon" is a very nice, haunting track. A likeable release overall.
Una de esas bandas fantasmales que los coleccionistas aman convertir en leyenda con solo un susurro y una portada polvorienta. Dogfeet... incluso el nombre parece un chiste interno que se les fue de las manos.
Dogfeet: Una Botella Sonora Flotando en el Tiempo
Hay discos que llegan tarde, pero llegan con la intensidad de un relámpago que parte la noche en dos. Así es Dogfeet, un álbum perdido en los pliegues del tiempo que parece más una aparición espectral que una grabación terrenal. Grabado en 1970 y olvidado casi al instante, este testamento breve y melancólico no gritó: susurró desde las sombras. Suena a ocaso, a cigarro a medio terminar, a ese instante en que el último rayo de sol cae sobre el campo y uno no sabe si es belleza o tristeza lo que está sintiendo. Y sin embargo, ahí está: latiendo, tambaleante, cargado de emoción contenida. Dogfeet no es un álbum de excesos ni de virtuosismo alardeado. Es un disco que habla bajito, pero con una sinceridad brutal. Una despedida sin aviso. Una joya enterrada en el barro de la historia y esta es su historia:
Todo comenzó con cuatro tipos: Dave Nichols en el bajo, Alan Pearse en la voz, Derek Perry aporreando los parches y Trevor Povey soltando riffs como quien escupe cristales. Al principio se hacían llamar Chicago Max (nombre de whiskey barato o de boxeador retirado), luego pasaron como espectros por alias como Sopwith Camel (sin relación con la banda psicodélica de San Francisco), Malibou y Armageddon. El destino los amarró a Reflection Records, un sello tan pequeño que parecía funcionar desde una cabina telefónica. Y como si fuera poco, les exigieron rebautizarse. Así nació el infame, improbable, casi autoparódico… Dogfeet. Pero no te dejes engañar por el nombre. El disco, producido por Andrew Cameron Milla, es una pequeña maravilla discreta. De título homónimo y editado en 1970, Dogfeet no ladra, no muerde… pero aúlla desde el corazón de una época en ruinas. Povey escribió todo el material y lo mantuvo lejos de los excesos; el disco respira en espacios amplios, no busca impresionar, sino arrullar con sombras.
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Dogfeet: La Costra Ácida del Subsuelo |
Impresiones Personales: Canciones para Caminar Sobre Espejismos
Mis impresiones son buenas: el álbum cumple el objetivo deseado. Consigue ser una experiencia sonora muy disfrutable, y la sesión logra prenderse y envolver sin saturar, sin mortificar con tonos aplastantes ni sofocar con el vapor del dulzor. Es un álbum equilibrado, con un sonido potente y firme, que a ratos resuena con la postura de la escena de San Francisco. Tiene ese gustito de la Costa Oeste americana, y eso se puede saborear claramente en canciones como “On The Road” o “Clouds”.
Este debut de Dogfeet sobresale con dignidad en la escena de su época. Y aunque se apoya en fórmulas ya conocidas, la banda logra sonar con bastante fuego: en verdad es una magnífica muestra de acid rock, con llamaradas de lisergia que van chamuscando lentamente el sonido británico, hasta dejarlo con una consistencia psicodélica-ácida cercana al San Francisco Sound. Por lo tanto, si uno quiere elevarse con atmósferas fieras, arrebatos ácidos, sonidos envolventes y un aura de "humos inspiradores", y además filtrarse por entre los pliegues más brumosos de la escena británica, entonces esta obra es esencial. Y si querés doblar la experiencia, te recomiendo la edición del sello Erebus, donde la cosa se completa aún más con dos temas extra. Son piezas más modernas en sonido, pero igual de buenas: “Mr. Sunshine” vibra con fuerza, y el cover de “Voodoo Child” cumple con gracia y entrega.
Dogfeet es una banda que mereció más brillo en su momento. Aunque caminó por debajo de los grandes de su época, su legado—con un solo álbum—logró abrirse un espacio dentro del culto. Y hoy, aquí, le rendimos tributo, porque hay álbumes que se pierden en la deriva del tiempo… pero que merecen ser rescatados para brillar de nuevo, esta vez para oídos noveles, sedientos de sonoridades antiguas. Hasta más vernos.
Mini-datos:
- Solo un LP… y ya leyenda: El único álbum grabado por el cuarteto fue editado en 1970. Al poco tiempo, la banda se disolvió. Sin embargo, la edición original—con nueve temas—se convirtió en objeto de culto: en reediciones posteriores se añadieron dos versiones en directo de 1991 (“Mr. Sunshine” y “Voodoo Chile”) y varias demos.
- Sonido híbrido y atmósfera blues/americana: A pesar de su origen británico, Dogfeet mezcla un pesado blues-rock con pasajes que remiten al sonido de la Costa Oeste de los Estados Unidos. Las atmósferas densas de “Sad Story/Reprise” o la cadencia viajera de “On The Road” guardan ecos cercanos al fluir lisérgico del San Francisco Sound.
- El álbum cayó como hoja seca en otoño y la banda desapareció tras él, sin hacer ruido. Solo queda este disco… flotando como una botella con mensaje en un océano de tiempo olvidado por ello las copias originales británicas se volvieron rarísimas. En tiendas especializadas se han visto vinilos por encima de los 700 €, mientras que en subastas privadas han llegado a alcanzar hasta los 1 600 € por una edición en buen estado.
01. For Mary
02. On The Road
03. Sad Story /
Reprise
04. Now I Know
05. Since I Went
Away
06. Clouds
07. Evil Women
08. Armageddon
09. For Mary And
Child
CODIGO: @
Anexo:
Quicksilver Messenger Service- Just For Love
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