Necronomicon - Tips Zum Selbstmord
Monstrous...killer...heavy...sinister...all
of these things and more. Molten lava krautrock. Imagine early (Space Ritual)
Hawkwind meets Sabbath meets Gaa meets Floyd. Nope, somehow that doesn't
describe it well enough. Soaring guitar leads, fine organ, some serious choral
chanting, droning zone-out moments, and even an extended bass guitar jam. This
is embarassingly rare on original vinyl so we can be thankful for the advent of
the CD! The album title translates "How to Commit Suicide". Lives up
to it's reputation. For me, "Tips zum Selbstmord" is to Krautrock
what Museo Rosenbach's "Zarathustra" is to Italian prog. Caveat: the
album was recorded to a 2-track so the sound quality is sub-par at times.
Entre ácidos y sombras: el extraño debut de Necronomicon
Fundada en Aachen, Alemania Occidental, en 1970 —justo donde se tocan las fronteras de Bélgica y los Países Bajos—, Necronomicon nació más como una comuna que como una banda. Un grupo de jóvenes alemanes que querían gritarle al vacío con guitarras distorsionadas, órgano profético y una furia existencial que olía a post-68 y desesperanza industrial. Sus primeros miembros fueron Norbert Breuer, Harald y Walter Sturm, quienes luego reclutarían a Fistus Dickmann y Detlev Hakenbeck. En 1972, tras un par de cambios internos y el ingreso de Bernhard Hocks, se gestó el único engendro que dejarían al mundo: Tips Zum Selbstmord. Grabado en un pequeño estudio en Kerkrade, bajo la producción de Carl Lindström, el álbum fue registrado en vivo, directo al alma y sin anestesia —solo dos pistas, una toma, una verdad. El título, que literalmente significa Consejos para el suicidio, no era un gesto nihilista adolescente, sino un manifiesto. Las letras, cantadas en alemán (una osadía que rozaba el suicidio comercial), hablaban del colapso ecológico, la alienación humana y la decadencia moral de una sociedad atrapada entre el ruido de las máquinas y el miedo a sí misma.
El nombre del grupo, claro, provenía del libro maldito de H. P. Lovecraft, y la música seguía esa línea: visiones apocalípticas, horrores simbólicos, gritos de almas atrapadas. En lo sonoro, se situaban entre la libertad ritual de Amon Düül II, la densidad de Uriah Heep y la rabia política de Floh de Cologne. La portada, diseñada por Bernhard Hocks, era casi un icono de la psicosis: cuerpos distorsionados, rostros agónicos, una cruz desplegable con seis paneles —uno por cada tema—, formando un círculo de dolor que conectaba imagen y sonido en una sola visión infernal. Solo 500 copias fueron prensadas bajo el pequeño sello Best Prehodi, numeradas y distribuidas artesanalmente. Casi todas se perdieron, se destruyeron o mutaron en mitos. Hoy, las pocas sobrevivientes alcanzan cifras astronómicas entre los coleccionistas del krautrock más oscuro, hasta 2,200 dólares por ejemplar.
La leyenda no murió. En los noventa, el sello Little Wing of Refugees rescató el material en el boxset Vier Kapitel, incluyendo grabaciones en vivo de 1971 y el casete perdido de 1974, único testigo de la etapa final de la banda. Y así, lo que comenzó como una comuna sonora de frontera, terminó convertido en un fantasma que aún ronda los surcos del culto progresivo alemán. Porque Necronomicon no solo fue una banda: fue un ritual fallido, una advertencia grabada en vinilo, una puerta que nunca se cerró del todo.
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Necronomicon: invocaciones desde la Alemania gris |
Impresión personal: Rituales eléctricos desde el abismo alemán
Necronomicon no era una banda más del krautrock: era su lado nocturno, su reflejo distorsionado. Su música suena a ritual de medianoche entre cables y humo, una mezcla de krautrock pesado, hard rock primitivo y esa psicodelia ácida propia de la Kosmische Musik. Si hoy alguien los escuchara sin contexto, podría pensar que están frente a una banda de stoner rock adelantada a su tiempo, bañada en sombras y con sello alemán tatuado en cada nota
En 1972, el grupo lanzó su único engendro: Tips Zum Selbstmord, un álbum “monstruoso” en todos los sentidos. Desde el primer riff, la guitarra ruge libre, como si intentara cortar el aire a dentelladas, mientras una voz en alemán se arrastra entre coros fantasmales y un Hammond espectral que flota como un incienso venenoso.
El disco no busca melodías fáciles ni virtuosismo de exhibición: se mueve entre ritmos cambiantes, pasajes melódicos que se derrumban sin aviso y oleadas pesadas que caen como cemento sobre la conciencia. El bajo y la batería sostienen el suelo con precisión casi ritual, sin reclamar protagonismo, pero marcando el pulso de una misa eléctrica. Sin saberlo, Necronomicon ya respiraba el humo espeso del stoner rock antes de que el término existiera. Su sonido no pertenece a un tiempo, sino a un estado mental: un descenso al corazón del caos donde el ruido es la única forma de plegaria.
Tips Zum Selbstmord es un disco que no busca consuelo ni gloria, solo exorcizar la desesperación con electricidad. Es oscuro, intenso, abrasivo… y a partir del segundo minuto, te deja sin aliento.
Impacto, legado y cierre: El eco que persiste
Con el paso del tiempo, Tips Zum Selbstmord dejó de ser solo un álbum y se transformó en un símbolo del krautrock más oscuro y marginal. Su existencia, casi accidental, ha trascendido las décadas como un susurro entre coleccionistas, un secreto compartido solo por quienes se atreven a buscar en los rincones olvidados de la historia musical alemana. En su momento, el disco no encontró espacio en la industria ni reconocimiento alguno. Su sonido era demasiado crudo, su mensaje demasiado incómodo, y su estética demasiado frontal para un público que aún intentaba comprender qué significaba la libertad después del 68. Pero ahí reside su poder: en haber permanecido fiel a su propia visión, sin concesiones ni estrategias, como un manifiesto grabado en piedra.
Las reediciones posteriores, lanzadas por sellos independientes, no solo rescataron su valor sonoro, sino también el espíritu de una época que buscó en la experimentación una forma de resistencia. Hoy, Necronomicon representa la voz subterránea del krautrock, una vertiente que se apartó del virtuosismo académico y abrazó la disonancia, la crudeza y el desasosiego como forma de arte. Escuchar Tips Zum Selbstmord medio siglo después es encontrarse con un espejo oscuro. Ya no sorprende por su rareza o su precio en el mercado, sino por su honestidad brutal. Es la prueba de que la música, cuando se hace desde el límite, deja marcas que el tiempo no puede borrar. Y cuando la última nota se desvanece, queda el silencio. Un silencio denso, cargado, como el respiro que sigue a una revelación. No hay aplausos ni final feliz: solo la sensación de haber mirado, por un instante, el corazón del abismo.
Mini-datos:
- Solo 500 copias originales: El primer prensado del álbum fue increíblemente limitado: sólo 500 copias en vinilo, bajo el sello Best Prehodi. Esa tirada numerada lo vuelve uno de los objetos más codiciados del krautrock underground.
- Portada desplegable en cruz: La carpeta del disco no es convencional: la portada fue diseñada por Harald Bernhard, y puede abrirse un total de cinco veces, con seis paneles cuadrados que al desplegarse forman una cruz. No solo es estética, también sirve como metáfora visual del álbum: cruz, sacrificio, estructura ritual.
- Grabación en vivo con equipo limitado: El álbum fue grabado en un pequeño estudio de Kerkrade (Países Bajos) con equipo bastante modesto: cinta de Revox de dos pistas, energía al límite, pocas tomas, directo al espíritu. Esa crudeza técnica es parte de lo que le da al disco su carácter salvaje y sincero.
- Título provocativo con significado ambiental: Aunque Tips Zum Selbstmord (“Consejos para el suicidio”) suena a algo personal, en realidad la banda lo pensaba como una crítica a cómo la humanidad destruye su propio entorno, sus posibilidades de vida: contaminación, explotación, violencia ambiental. No era una invitación al suicidio, sino una advertencia sombría al futuro.
01. Prolog
02. Requiem Der Natur
03. Tips Zum Selbstmord
04. Die Stadt
05. In Memoriam
06. Requiem Vom Ende
CODIGO: H-46
Anexo:
Message -From Books and Dreams
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