UFO - UFO 1
Bluesy power trio with fat, decadent bass and scrumptious guitar tone. Sometimes a pagan metal vibe emerges; which some have misidentified as "space rock." For the most part, though, this is a bar band with Head-worthy production.
Los alienígenas del Boogie Rock llegaron primero
Hay discos que no se escuchan: se
materializan.
Aparecen de la nada, como una señal que
interrumpe el ruido del mundo.
Eso fue UFO 1 en 1970: un destello
plateado en medio del pantano del blues británico, un portal donde el garage se
mezclaba con el polvo de estrellas y el rock todavía olía a electricidad sin
refinar. El sonido del disco no busca la perfección: vibra, sangra, se
desintegra. Cada riff de Mick Bolton parece tallado
con una lima de metal oxidado; el bajo de Pete Way ruge como un motor viejo que
acaba de despertar de un sueño interestelar; y Phil Mogg, todavía sin disfraz
de astro del hard rock, canta con esa voz que parece flotar entre el techo del
garaje y el infinito.
UFO es el punto exacto donde el blues
se emborracha de ácido y decide mirar al cielo. No hay pretensión cósmica todavía, pero
sí un deseo de salir del planeta.
El fuzz actúa como un propulsor
primitivo, empujando las canciones hacia una órbita donde el hard rock aún no
existe, pero ya se adivina: un territorio desconocido entre la psicodelia
tardía y la inminente distorsión metálica.
Escucharlo hoy es como asomarse al
instante previo a una explosión galáctica.
El momento en que todo estaba a punto
de cambiar, pero nadie lo sabía.
Un zumbido de válvulas, un eco de
juventud y una vibración tan ingenua como peligrosa.
UFO no es solo un debut:
es el ruido del primer contacto.
Una nave recién construida, torpe,
hermosa y sincera, surcando el cielo nocturno con las luces del fuzz
encendidas.
Contexto Histórico: La primera abducción sonó a válvulas y juventud eléctrica
En 1970, mientras el polvo del swinging London se asentaba sobre un país que ya había parido a monstruos como Cream, The Yardbirds y Led Zeppelin, un cuarteto de veinteañeros londinenses decidía mirar hacia arriba —literalmente— y despegar. Su nave llevaba un nombre que parecía un chiste entre paranoides y soñadores: UFO.
La historia, como casi siempre, empezó
en una oficina. Derek Abrahams, productor de Beacon Records, fue convocado de
urgencia por Noel Moore, el gerente del sello.
El tipo le dijo que había encontrado
una banda nueva, “emocionante”, y que necesitaba su opinión.
Abrahams escuchó las cintas y quedó
tocado por una revelación de fuzz, delay y juventud:
“Fue una experiencia gratificante —dijo—, y supe que quería involucrarme en el destino de estos chicos de inmediato.”
“Eran jóvenes, recién salidos del colegio, todavía experimentando con el sonido...Pero había fuego en el aire.” —Derek Abrahams (1970)
Así nació UFO 1, el debut de una banda
que aún no sabía si quería ser hard rock, space blues o pura energía
adolescente amplificada hasta romper las válvulas.
Lanzado por primera vez en el Reino
Unido por Beacon Records en octubre de 1970, y más tarde en Estados Unidos por
Rare Earth Records (abril de 1971), el disco no logró entrar en las listas,
pero arrasó en Alemania y Japón, donde la psicodelia seguía orbitando más allá
de las modas.
El álbum, reeditado años después bajo el título “Unidentified Flying Object”, llegó incluso a confundirse con otro artefacto distinto: esa versión incluía temas del segundo álbum de la banda y mostraba una foto de los UFO ochenteros, un anacronismo cósmico si los hay.
Dentro del vinilo original, sin
embargo, hay una mezcla curiosa de originalidad e irreverencia.
El grupo se atreve con versiones que
ningún debutante cuerdo habría tocado:
“(Come Away) Melinda” (de Harry
Belafonte), “Who Do You Love?” (de Bo Diddley), y “C’mon Everybody” (de Eddie
Cochran) —esta última llegó al número uno en Japón, un logro que nadie vio
venir.
Entre esos covers y las composiciones
propias, el disco respira como una bitácora de juventud: fuzz, boogie, blues y
una dosis de inocencia desbordante.
Y sí, puede que el sonido sea crudo,
que la mezcla parezca capturada desde una cueva marciana, y que los riffs
tambaleen entre el garage y el cosmos,
pero ahí está el encanto: el rugido de
una banda aprendiendo a volar mientras las luces del hangar todavía parpadean.
Así empieza la historia.
Y así arranca nuestra abducción
personal hacia el corazón eléctrico del debut de UFO.
Impresiones Personales: El rugido de una nave recién ensamblada
Debut interesante, con una postura tendida hacia la psicodelia. Aún verde en sus manifestaciones heavy, pero —¡OJO!— ya se percibe una dirección clara hacia los linderos del proto-metal. La obra tiene mucha polenta, una fuerza eléctrica efusiva que te atrapa, te sacude y te eleva hacia lo más alto, como si un haz de fuzz te abdujera del suelo.
Es una pieza con un encanto sublime, donde confluyen las insurgencias del Hard Rock, las posturas del Boogie Rock, las ondas de Heavy Psicodelia y breves retazos space que le dan una textura distinta. Es un viaje sonoro que se mueve entre el “ruido acido” y la energía terrenal, un péndulo que balancea inocencia y explosión eléctrica.
Esta primera entrega resulta muy prometedora: el álbum está cargado de riffs potentes, cambios de tiempo dinámicos, breves ambientes espaciales, atmósferas psyche y entonaciones proto-metal. Es un disco con una performance sólida, donde ya se manifiesta un sello personal que sería inconfundible con el paso del tiempo. UFO 1 alcanza su clímax gracias al filo casi incendiario de Mick Bolton, cuyas guitarras cortan el aire con precisión de rayo, y a la voz atronadora y elegante de Phil Mogg, que se impone con un magnetismo fuera de órbita. Ambos realizan un trabajo destacable que brillará aún más en el siguiente vuelo: UFO 2.
El álbum es CULTO puro, una magnífica
puesta sonora que, aunque presenta ciertos altibajos, cumple perfectamente su
misión: ofrecer una experiencia vibrante, con arreglos firmes y una ejecución
instrumental loable.
En resumen, un gran trampolín hacia lo
que vendría después y una prometedora pieza de sólido. Hard Rock setentoso. Un
debut que propone, vibra y despega: una dosis de sano entretenimiento contra el
hartazgo sonoro, que deja su rastro de fuzz suspendido en el aire, como una
nave alejándose lentamente hacia la noche cósmica.
Hasta más vernos.
Mini-datos:
- Beacon Records, el sello que los fichó, era una pequeña discográfica londinense más interesada en el soul y el pop… hasta que escucharon a UFO y no supieron bien qué diablos habían descubierto.
- Las primeras ediciones del álbum en Alemania vendieron sorprendentemente más que en Reino Unido, gracias a los clubes psicodélicos de Hamburgo donde la banda se había ganado un público fiel.
- En esa época, Phil Mogg tenía solo 22 años, y Pete Way tocaba con un bajo tan barato que a veces tenía que pegarlo con cinta aislante antes de los shows.
- “Boogie for George” se grabó prácticamente en una sola toma; el tema era un tributo a un amigo del grupo, el roadie George, que los acompañaba en sus primeras giras.
- La portada del disco —con ese extraño collage espacial y tipografía ácida— fue diseñada en un día por un artista que también hacía carátulas para álbumes de jazz de bajo presupuesto.
- En el lanzamiento, UFO 1 fue ignorado por la crítica inglesa, pero una década después muchos lo citaron como uno de los pilares del space rock primitivo junto a Hawkwind.
02.Boogie
03.C'mon Everybody
04.Shake It About
05.(Come Away) Melinda
06.Timothy
07.Follow You Home
08.Treacle People
09.Who Do You Love
10.Evil
UFO - UFO 2: Flying One Hour Space Rock


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