Spaghetti Prog: Goblin - Roller
Goblin seem to have stumbled upon their "formula" by accident. Once they realized that they had found it, their first inclination was simply to repeat it, without adding anything new to the mix. Only, it didn't work nearly as well the second time. Sure, Roller sounds nice, but aside from "Snip Snap," nothing feels invigorated by the joy of discovery.
Strangely enough it sounds more like a soundtrack than their soundtracks. The synths are very much "giallo", and musically I even prefer the Cherry Five album, but this one is better overall, since it's an instrumental. The "Il risveglio del serpente" track adds something extra and fresh to the concept and raises the overall grade slightly. The final track, "Dr. Frankenstein", also deserves mentioning.
Grandiosa atmósfera que logran estos tipos, sobre todo por el órgano.
Roller: un respiro dorado en la noche italiana
La primera vez que supe de Goblin fue por la película Suspiria. Su banda sonora me había llamado la atención desde el primer golpe, y se me hacía bastante interesante: todo su universo giraba en ese horror atmosférico que la banda recreaba para la cinta. Me obsesioné con ello. Pero en aquellos tiempos no existía internet y no había información por ninguna parte, así que Goblin se quedó en el olvido. Solo de vez en cuando aparecían los recuerdos, como sombras que regresan cuando quieren. Conseguir algo de ellos era una odisea, y los precios, ya saben, altísimos para esos tiempos. Así que lo dejé ir.
Con el pasar de los años, y por esas jugadas raras de la vida, pillé Roller en un escaparate. No sabía qué era lo que me iba a encontrar. La portada me atrapó al instante: ese diablillo tocando el violín, el fondo blanco, el título en rojo… me voló la cabeza. Aunque el precio era un poco más de lo que tenía, igual lo compré. El viejo CD era una maravilla, y qué decir de su sonido. Pero la experiencia no quedó ahí: al descubrir su contenido, algo en mí se quebró. Esto no sonaba oscuro ni macabro; era más una puesta encantadora, puro prog sinfónico de cadencia italiana, mezcla de jazz, rock y sinfonismo. En parte me recordaba a Camel, pero Roller iba por otros caminos.
Era una puesta delicada, con una postura cultísima donde se demostraba que la banda podía ir por tantos linderos como quisiera, adaptándose a lo que le dictara el corazón. Mientras el OST de Suspiria era macabro, denso y pesadillesco, Roller era la otra cara de la moneda: gentil, armonioso, fastuoso y resplandeciente. Una obra más de autor, quizá más cercana a su verdadera esencia y a lo que realmente querían hacer, y no solo recrear atmósferas para escenas míticas del horror tano. Aunque debo decir que en ambas partes la banda la chuntaba muy bien; un ejemplo de ello es Profondo Rosso. Pero regresando a lo que iba: Roller es un trabajo magnífico, elegante y vibrante, y un claro ejemplo es el tema “Goblin”, una joya del rock sinfónico.
Este pastiche sonoro, en un punto de mi vida, fue otro álbum que me marcó. La intensidad de los recuerdos, saber de dónde venía, descubrirlos por una película y luego toparme —como único hallazgo en tienda— con un álbum de ellos, fue una experiencia de esas que hacen que uno viva más intensamente esta música. “Cazarlos” es pura adrenalina, y vivirlo al descubrir su contenido completa la experiencia al máximo.
Roller fue otra clave de una época en donde uno hacía la lucha para descubrir bandas míticas y valorar el trabajo. Y claro, gastar el dinero aunque a veces te sintieras asaltado. Con la llegada de internet, dar con las bandas sonoras que hicieron fue una bendición. Y ya con eso, buscarlos en tienda se volvió más llevadero; al menos tenía en la cabeza el swing de Goblin. Aunque no había mucho que pillar en pira-tiendas, las tiendas oficiales y virtuales pedían más de lo que la billetera tenía. Así que tocó paciencia. Y con tiempo, todo llega.
Hoy se vive su música con intensidad, y
Roller vibra cada cierto tiempo, haciéndome recordar esa época de
descubrimientos, cacería y exploración, en donde ir a una tienda, conversar
ahí, rebuscar… era el verdadero ritual.
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| Goblin: El sonido de un monstruo que aprende a sonreír |
Impresiones Personales: Entre acuarelas, jazz y espíritus gentiles
Roller se manifiesta como una obra envuelta en esa mezcla fina de jazz y música clásica que Goblin maneja con una elegancia casi secreta, logrando un sonido equilibrado, limpio y lleno de luz. Sus composiciones se mueven dentro de un jazz rock de tintes prog-sinfónicos sostenido por los teclados de Simonetti y la guitarra de Morante, dos pilares que no necesitan demostrar fuerza porque ya poseen una presencia natural. Cada pieza parece sencilla al principio, pero basta afinar el oído para notar que bajo esa superficie late una ingeniería precisa. Aquí la sobriedad es virtud: cada músico da exactamente lo que el tema necesita, sin ostentación ni artificios, construyendo un sonido compacto y profundamente humano. Por eso Roller es, en esencia, el lado más cálido, luminoso y sofisticado de Goblin. Escucharlo siempre me produce la sensación de entrar a un territorio donde la banda deja la máscara ensangrentada a un costado y permite ver la arquitectura que hay detrás del monstruo.
En este segundo álbum, de 1976, se mueven con una elegancia inesperada: un híbrido donde el jazz y la música clásica no chocan, sino que se deslizan uno sobre otro como sombras perfectamente coreografiadas. Cada tema es un pequeño destello de armonía, pero ya sabemos cómo trabaja Goblin: debajo hay engranajes secretos, pasadizos que se abren de pronto, trampas diminutas de precisión quirúrgica. "Aquaman", por ejemplo, parece una superficie tranquila hasta que descubres su maquinaria ondulante y casi hipnótica. Lo que más me sorprende es cómo cada integrante sabe contenerse, como si entendieran que la belleza de Roller no se construye desde la demostración técnica sino desde el equilibrio. Y aun así —seamos sinceros— el virtuosismo está ahí, brillando de forma discreta en cada nota, prendido como una chispa serena.
Al final, Roller es la cara cálida y luminosa de Goblin: un rincón de su universo donde su espíritu progresivo se siente pulido, delicado y misteriosamente humano. Es el momento en que la banda respira, baja las sombras y muestra una claridad que no necesita trucos para deslumbrar.
Conclusión Final
- Roller no solo es un disco: es una ventana a la esencia más desnuda de Goblin, esa que rara vez enseñan entre brumas y rituales sonoros. Vuelve una y otra vez como un faro extraño, cálido y misterioso, recordándome que incluso las bandas más asociadas al espanto tienen un corazón que late a su propio ritmo. Y cada escucha es un recordatorio de que la búsqueda —esa vieja aventura entre tiendas, cajas polvorientas y hallazgos inesperados— sigue viva mientras la música siga hablando con esta claridad luminosa.
- Grabado entre películas: Roller se creó en un período en el que Goblin estaba saturado de encargos cinematográficos, pero querían demostrar que podían hacer un disco “por cuenta propia” sin depender de imágenes. Y vaya que lo lograron.
- El tema “Aquaman” no tiene relación con el personaje: El título no alude al héroe de cómic; era simplemente un apodo interno entre los músicos para la atmósfera acuática y ondulante del tema.
- Roller fue más exitoso fuera del cine. Aunque Goblin era famoso por sus soundtracks, Roller tuvo una recepción particularmente fuerte en radios progresivas europeas, donde muchos oyentes no sabían que eran “la banda de las películas de terror”.
- Simonetti lo considera uno de sus trabajos más “liberadores”: Claudio Simonetti ha mencionado en varias entrevistas que Roller fue una especie de respiro creativo: un disco donde pudo hacer música sin tener que ajustarse a escenas o ritmos narrativos.
01.Roller
02.Aquaman
03.Snip Snap
04.Il Risveglio Del Serpente
05.Goblin
06.Dr. Frankenstein
CODIGO: @



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