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Black Widow - Sacrifice


A pretty trippy affair with lot's of swirling hammond and flute excursions along with some silly occult lyrics. "Come to the Sabbat, Satan's there!" 
Lot's of fun unless you're the sacrificial sheep in the last song in which case you'd be extremely nervous....

Actually Satan didn't quite make it to the sabbat, because he fell asleep after he heard a bunch of leprechauns playing this elf-prog at the faeriegrounds.

Try to imagine Deep Purple Mk I with members of Jethro Tull and Van Der Graaf Generator collaborating on a soundtrack to a Satanist Rankin-Bass cartoon.

Rituales Menores en la Niebla del Prog

Hoy voy a hablar de una banda que, en sus inicios, ya mostraba colmillos. Su concepto giraba en torno a lo oculto, bebiendo sin pudor de los pasajes más oscuros del satanismo y ese rollo esotérico que se puso de moda en la Europa de entonces. Lo que comenzó como una suerte de “Black Prog” terminó materializándose en Sacrifice: un álbum que, sin llegar al aquelarre total, resulta sobresaliente. ¿Revolucionario? No lo creo. Pero ojo, la performance es impecable. Melódico, con mucho swing y una vibra envolvente, el álbum pega, y pega bien. Si a eso le añadimos el componente fantástico, estamos ante un trabajo que, aunque no grite “culto” desde la portada, lo susurra en cada pista. El sonido progresivo puede no ser rompedor, pero su valor está en el enfoque: esa lírica sombría, esa atmósfera cargada como una misa negra al amanecer. Es ahí donde Sacrifice gana su lugar entre las piezas de culto. Y si aún dudas, escucha “Way to Power” y déjate hechizar.

¿Qué más puedo decir? Aquí mis impresiones:



Arte interior del acetato

Hay discos que no se escuchan: se presencian. Uno no los pone de fondo; más bien los convoca, como a un espíritu antiguo que aparece envuelto en humo de incienso barato y luces rojizas de sotano. Sacrifice, el debut de Black Widow, tiene precisamente esa energía de aparición. Un álbum que no vino a cambiar el mundo, pero que sí dejó en él una mancha oscura, casi ritual, que sigue latente para los oídos atentos.

Escuchar este disco es como abrir una puerta a lo que alguna vez fue el corazón oculto del rock progresivo temprano: ese rincón menos técnico y más ceremonial, más dado al encantamiento que a la matemática. Aquí no hay acrobacias de 17/8 ni solos interminables de virtuosismo clínico; lo que hay es atmósfera, hechizo, fusión. Una alquimia que mezcla folk, blues, jazz y psicodelia como si fueran ingredientes para un aquelarre con flauta traversa y órgano Hammond.

“Cometo the Sabbath” es la pieza clave de este aquelarre. Ahí Black Widow revela el alma del proyecto: unir paganismo y rock como dos fuerzas que, en el fondo, siempre se han atraído. No es gratuito que muchos asocien esta canción con misas negras teatrales —esa teatralidad es, de hecho, uno de los encantos del álbum. Todo suena como una representación sonora de un rito oculto que uno no entiende del todo, pero que igual lo arrastra. Con el tiempo, la banda abandonaría esta veta esotérica para lanzarse al terreno más rocoso del hard prog, perdiendo parte de su mística. Pero Sacrifice quedó ahí, como un testimonio sonoro de una etapa donde el rock no solo quería sonar fuerte o complejo… quería sonar prohibido. Y sí, quizás no sea un álbum mayor al lado de gigantes del género, pero Sacrifice tiene un poder particular: el de quedarse en el recuerdo como un murmullo que no desaparece del todo. Como un disco que no gritó, pero sí susurró con elegancia una historia de fuego, teatro y sombras. No necesita más. A veces basta con eso para entrar en el culto. Hasta más vernos. 

01.In ancient days
02.Way to power
03.Come to the Sabbath
04.Conjuration
05.Seduction
06.Attack of the demon
07.Sacrifice

Mini-datos:
  • El álbum fue emitido en Marzo de 1970 a través de CBS Records y fue producido por Patrick Meehan Jr.
  • Black Widow había lanzado un álbum bajo el nombre de Pesky Gee antes de cambiar su nombre.

CODIGO: A-41




Anexo:

Coven - Blood of the Snow 

Y cuando el humo del incienso se disipó, quedaron dos huellas en la piedra: una marcada por tacones de cuero blanco, la otra por pezuñas de carnero. Blood on the Snow y Sacrifice no son discos. Son pactos. Firmados con carmín y sangre. Cantados por voces que no temen a la noche. Escúchalos con la vela encendida… y no te olvides de cerrar la puerta.



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