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Still Life - Same


Let Your Mind Drift in Dreams Still life is skilful drums, bold almost exaggerated bass and very elaborate and massive Hammond organ. “People in black wander around in the night so that they can’t be seen writing the letters of protest that say how the things should be, writing about you and me…” Singing is quite often in duet and frequently rather soulful. “People in Black” begins with a delicate flute and “Time” in the end becomes a genuine gale of organ sound.

This is one boring prog-rock album...in my opinion, it's basically a pop band with banal music and lyrics - they just wrapped it in a prog format. Adding organ and pretentious lyrics does not save it, though...it's still not very good. Inoffensive overall and a few musical passages are OK, most of it is derivative.

Si andas buscando riffs de guitarra para cortarte las venas con el filo de la aguja del tocadiscos, sigue de largo. Still Life no vino a darte distorsión, vino a hipnotizarte con el poder absoluto del Hammond, ese mueble de iglesia reconvertido en arma de destrucción progresiva. Sí, los setenta eran así: si no tenías guitarra, te inventabas una misa psicodélica y la llamabas rock. Aquí la guitarra está en huelga, y el teclado manda como un dictador barbudo. Bienvenidos a esta pequeña misa progresiva de culto.

Ritual progresivo en blanco y negro
Oscuridad, incienso y un Hammond rugiendo

Lo primero que sorprende de Still Life es que, a pesar de ser un disco de culto, no hace ni el menor esfuerzo por caerte simpático. No es un álbum para tu cita de Tinder, ni para escuchar mientras lavas los platos. Este bicho está diseñado para sonar en una habitación oscura con olor a incienso barato y pósters de Amon Düül en las paredes. 

¿Es un gran disco? No. ¿Es un mal disco? Tampoco. Es una experiencia agridulce: por momentos se siente como si hubieran encontrado el Santo Grial del progresivo pesado, y en otros parece que el teclado se quedó sin gasolina y está tocando por inercia. La mezcla es rara: melódica, pero con esa cuota de “pesadez” que casi la empuja al heavy, sin llegar nunca a prender fuego del todo. Es como un Sabbath sin guitarras y con monjes progresivos detrás.

El Hammond se lleva todo el crédito: ruge, llora, se arrastra por las paredes sonoras y de vez en cuando te da un viaje lisérgico que casi compensa la falta de creatividad compositiva. La base rítmica aguanta con dignidad, como dos tipos que no saben si están tocando en un club de jazz o en un aquelarre. El vocalista, por su parte, hace lo que puede: canta con esa tibieza encantadora de las bandas que no tenían presupuesto ni para un whisky de segunda. Eso sí, hay que admitir que el álbum tiene sus momentos de gloria. Cuando el Hammond se enciende y decide llevarte al infierno, lo hace con estilo. No es la experiencia más incendiaria del progresivo, pero tiene lo suficiente para enganchar a los coleccionistas y a los amantes de la arqueología sonora. No cambiará tu vida, pero te regalará un par de momentos de trance que justifican tenerlo en la estantería.

Still Life: el conjuro sonoro de 1971

En resumen: Still Life es el equivalente sonoro de una película de culto de serie B. No es perfecta, es irregular, y a veces parece hecha con cinta adhesiva y fe ciega en el progresivo. Pero cuando agarra vuelo, te recuerda por qué seguimos escarbando en este tipo de discos: por el olor a polvo, por la vibra oscura y por esa chispa de genialidad que aparece cuando menos la esperas. No es excelente, pero sí un bonito exorcismo para tu colección.

Mini-datos:
  • Este cuarteto inglés se remonta a 68 con un single que se hundió casi sin dejar rastro, pero su único álbum apareció en 71 en la legendaria etiqueta Vertigo con el diseño Swirl y un número de catálogo 6360, que lo hace muy Coleccionable y ahora busca pequeñas fortunas.
  • La banda Still Life nació debido a la fragmentación de Rainbows (una banda de finales de los 60 de Coventry, Reino Unido).
01. People In Black
02. Don't Go
03. October Witches
04. Love Song No. 6 (I'll Never Love You Girl)
05. Dreams
06. Time

CÓDIGO: @





Articulo: Para saber un poco más sobre Still Life click en el enlace. 

Nota: Para apreciar el arte de la portada desplegable clic en el enlace. 

Anexo: 

Stray – Suicide  

Mientras Still Life te oficia una misa progresiva con Hammond y sombras, Stray te pega un puñetazo en el estómago con su hard rock directo y casi salvaje. Publicado el mismo año, Suicide es la contracara perfecta: menos incienso, más sudor; menos liturgia, más bar de mala muerte. Aquí la guitarra SÍ está presente, chisporroteando fuzz y empujando el sonido a un terreno más visceral. Una escucha obligada si quieres sentir el lado más crudo y rockero de ese mágico 1971.


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