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Amon Düül II - Wolf City


mirrors leading to multiple awaken dreams...
Wolf City is Amon Düül II's mother album.
In the womb of this album lives a multitude of album-embryos.

This psychedelic progressive rock is very bizarre!! Never seen stuff like that. 
One thing is fer sure: this record is not accessible at all!

Can this be Amon Düül II's "anti-utopia" or something?

La ciudad lobo, entre el frenesí y la forma

[Prólogo – Voz en penumbra]

“Hubo una ciudad que sólo existía cuando los sueños ardían en fiebre. Una urbe hecha de ecos, de pasillos sin final, de antenas rotas que aún emitían mensajes desde el corazón del caos. La llamaban Wolf City, y quienes entraban allí no volvían con los mismos ojos. Se decía que la música era su idioma secreto, una amalgama de rituales eléctricos y delirios espectrales. Nadie sabe si fue construida o si brotó de una mente fracturada. Pero aún hoy, en ciertos vinilos que crujen como si guardaran secretos, la ciudad reaparece. Y si estás dispuesto, puedes visitarla... aunque jamás podrás decir que la comprendiste.”

I. Preludio: Puertas que se abren y no vuelven a cerrarse

  • Hay álbumes que no se escuchan: se entran. Se cruzan como portales. Wolf City es uno de ellos. Su primera escucha no se parece a nada: es como poner un pie en un mapa antiguo dibujado por chamanes electrónicos. El vértigo es inmediato. La ciudad lobo no avisa. Te absorbe con su neblina brillante y no te suelta hasta haberte vuelto otro. Para muchos, este disco representa un punto de inflexión en la travesía lisérgica de Amon Düül II: el momento en que el caos empieza a tomar forma, cuando la bruma psicodélica se vuelve arquitectura progresiva sin perder su carga onírica. Hay quien dice que aquí se acaba algo. Otros, que aquí empieza todo.

II. El paisaje sonoro: entre la caverna y el aeródromo

  • Este es el quinto trabajo del colectivo bávaro y, aunque más corto y pulido que sus predecesores, está lejos de ser un álbum dócil. Wolf City es más accesible, sí, pero no más amable. Tiene filo, tiene nervio, y sobre todo tiene ese aire de ritual electrónico que define a los verdaderos profetas del krautrock. El sonido es una amalgama de fusiones inesperadas: elementos orientales, folk espectral, drones sintéticos y estructuras progresivas que se deslizan como serpientes hipnotizadas. No hay aquí complacencia: hay una estética del detalle que exige silencio, entrega y estado receptivo. Cada escucha revela capas ocultas, símbolos grabados en los surcos, susurros que estaban ahí desde el inicio pero que sólo se manifiestan cuando uno rompe la frontera de su propia conciencia.

III. Mutaciones y senderos: la ciudad se bifurca

  • En Wolf City, Amon Düül II se debate entre dos impulsos: el de continuar la demolición sonora de sus primeras obras (Yeti, Tanz der Lemminge), y el de construir puentes hacia un público más amplio, con canciones más breves, cantadas en inglés y con estructuras más discernibles. Pero que nadie se equivoque: esta no es una rendición, es una transfiguración. El álbum es como un animal salvaje que ha aprendido a caminar entre humanos, pero que aún guarda las fauces intactas. Canciones como “Jail-House-Frog” son la prueba viva de que el espíritu sigue intacto: lúgubre, fascinante, como una pesadilla filmada en Super 8. Es un tema que se instala en el subconsciente y no se va. Otras piezas coquetean con lo bailable, con lo teatral, con lo ceremonial. Cada una es un barrio distinto en esta ciudad mutante: del bazar psicodélico a la catedral cósmica, de la plaza del caos a la calle del mantra eléctrico.

IV. Visión personal: ecos en la carne

  • La primera vez que escuché Wolf City, sentí un zarpazo suave, como una advertencia. Algo me decía que este disco no era para la mente lineal ni para la escucha distraída. Me atrapó, pero no me mostró todo. Me alejé de él un tiempo, confundido por su tono más contenido, por ese giro hacia lo “accesible”. Pensé —como tantos— que la banda se estaba vendiendo al mercado anglosajón. Pero el tiempo hace su trabajo. Volver a él, años después, fue como regresar a un sueño recurrente y descubrir que siempre había sido una profecía. Ahora lo veo como lo que es: un álbum maduro, sí, pero aún cargado de locura visionaria. Un disco que no ha perdido su alma incendiaria, sólo que la lleva más cerca del pecho, latiendo con fuerza bajo la piel.

V. Conclusión: la ciudad nunca duerme

  • Wolf City es un lugar, una experiencia y una advertencia. Es el álbum que puede abrir la puerta al universo denso, delirante y profundamente original de Amon Düül II. Tiene dos rostros: uno que mira al pasado con ojos salvajes y otro que se proyecta hacia un futuro más lúcido, sin abandonar la esencia del caos creativo. No es su obra más difícil ni la más expansiva, pero sí una de las más redondas en intención. Un disco de culto porque sigue desafiando la lógica, incluso después de haber sido domado en apariencia. Porque hay algo en su atmósfera que sigue oliendo a alquimia y a peligro. A ese tipo de peligro que, en el fondo, buscamos cuando elegimos sumergirnos en la música como quien se arroja a un delirio consciente. Wolf City no se entiende. Se sobrevive. Y si uno sale ileso, ya no es el mismo. 

Mini-datos:

  • El rugido detrás del nombre: Se dice que Wolf City no alude a un lugar real, sino a un estado mental —una “ciudad interior” donde conviven los extremos del subconsciente. La idea habría surgido tras una intensa sesión grupal de LSD y lectura de Nietzsche, en la que alguien murmuró: “Toda utopía necesita sus lobos”. La banda, fascinada con la imagen, construyó el álbum como una especie de mapa sonoro para esa ciudad ficticia.

  • El experimento truncado: la versión doble: En su concepción inicial, Wolf City iba a ser un álbum doble con pasajes extendidos e improvisaciones alucinógenas más cercanas a Yeti o Tanz der Lemminge. Pero United Artists, su sello, presionó para hacer el álbum más digerible para el mercado internacional. La banda cedió... parcialmente. Algunas de esas piezas descartadas sobrevivieron en grabaciones pirata y se convirtieron en material de culto entre coleccionistas.

  • La rana en la cárcel y el delirio colectivo: “Jail-House-Frog”, ese tema raro y grotescamente hermoso, nació de una improvisación nocturna tras ver un documental sobre la reforma carcelaria en Estados Unidos. La letra, grabada casi como una sesión espiritista, mezcla referencias a Kafka, fábulas infantiles y estados alterados de conciencia. Chris Karrer dijo una vez que “la canción nos eligió a nosotros. No al revés”.

  • Un espejo alemán ligeramente más ácido: “Surrounded by the Bars” es considerado por muchos como un pionero del sonido progresivo alemán. Su atmósfera envolvente, su pulso oscuro y sus texturas psicotrópicas lo acercan a los Pink Floyd de Obscured by Clouds, aunque con una acidez más punzante. Es krautrock con traje de astrónomo errante.

  • El pacto con el público… sin traicionar al monstruo: Al igual que su predecesor Carnival in Babylon, Wolf City muestra una clara inclinación hacia formas más convencionales. Pistas más cortas, estructuras reconocibles, letras en inglés... todo apunta a una apertura hacia el mercado global. Pero, pese a su mayor “accesibilidad”, el disco nunca llega a domesticar por completo a la bestia que habita en el corazón de Amon Düül II.

01. Surounded By The Stars
02. Green-Bubble-Raincoated-Man
03. Jail-House-Frog
04. Wolf City
05. Wie Der Wind Am Ende Einer Starasse
06. Deutsch Nepal
07. Sleepwalkers Timeless Bridge
 
CODIGO: I-16




Nota: Para apreciar el arte de portada desplegable click en el enlace.
https://ibb.co/dncepc

Anexo:

Amon Düül II - Phallus Dei 

Este viaje ritual psicodélico comienza con Phallus Dei (1969), debut seminal del krautrock: su mezcla de guitarras superpuestas, percusiones abstractas, contraúnicos cánticos y capas sonoras avanza como una plegaria pagana a contracorriente de los estándares de su tiempo. Hoy continuamos ese sendero sonoro con Wolf City (1972), donde la banda refina sus estallidos caóticos en composiciones más estructuradas, marcando así un avance en su evolución musical .

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