TRANSLATE

Tin House - Same


Tin House's only album is a solid and entertaining mix of hard rock and blues rock with some progressive elements thrown into the mix. This US power-trio sounds very good and even if the songs are a bit short that doesn't matter much. All of the material is written by the band which is always nice. The album cover is also very cool.

Lyrical content elsewhere is almost embarassingly charming- "I want your body, you wont be sorry...give me your lovin', I'm hot as an oven" made me laugh out loud the first time I heard it...So give this one a spin...You'll laugh ("I Want Your Body"), you'll rock ("Be Good and Be Kind"), you'll boogie ("30 Weight Blues"), and you'll prog out ("Lady of the Silent Opera"). Exactly what early seventies rock is all about...

Entre el Mito y el Martillazo: El Culto de Tin House

Riffs como cuchillas, melodía entre el polvo y el grito del sur. Algunos discos no piden permiso. Entran como un ladrón al sueño, te sacuden con una guitarra afilada y te dejan boquiabierto antes de que puedas decir “¿de dónde salieron estos tipos?”. Tin House es uno de esos. Un álbum que parece salido del cruce imposible entre un power trio alucinante y una tormenta eléctrica sureña.

Editado en 1971 bajo el radar y enterrado por décadas entre cajones polvorientos de coleccionistas tercos, este único álbum de Tin House es una joya de garage hard rock con alma progresiva y un corazón roto que late con distorsión. Un disco donde los solos de guitarra no adornan: se desangran. Donde la batería no acompaña: arremete. Y la voz—¡ay la voz!—grita como un predicador desquiciado desde la trinchera del blues. Producido nada menos que por Rick Derringer (de The McCoys y de “Rock and Roll, Hoochie Koo”), Tin House es como ese amigo punk que llegó antes que todos, se emborrachó con psicodelia y terminó inventando su propio lenguaje. No hay rodeos aquí. Lo que hay es dinamita, boogie, baladas psicóticas y un instinto asesino por la melodía sucia. El tiempo lo ignoró, pero el culto lo abrazó. Y hoy, en plena noche del siglo XXI, Tin House suena como un mensaje cifrado de la vieja guardia, una cápsula rabiosa que nos recuerda que la distorsión también puede ser poesía. Aquí mis impresiones:

Otro de esos álbumes metidos al saco de lo rare & obscure que ha terminado convertido en un santo grial del coleccionismo. Así que ya se imaginarán: la obra está bastante SOBREVALORADA para lo que realmente es. Sin embargo, aquí hay algo de verdad. El álbum tiene un “plus”, una chispa escondida, que lo consagra como una pieza de CULTO inminente.

Tin House es una pequeña joya dentro de esos terrenos salvajes del hard rock de los 70. Su performance es sólida, suena machacante, rítmica, con ese sabor sureño y psicodélico que da vueltas como cuchilla. Podría llamarlo un Hard Rock “zigzagueante”: con bases blueseras, punteos enérgicos y algunas apariciones fugaces de espíritu progresivo. Aunque esto último, seamos sinceros, es más una formalidad para no desentonar con el concepto. Hay algunos arreglos y cambios de tiempo típicos del género, sí, pero en el fondo esto es un álbum típicamente setentero, cargado de momentos de hard rock, power ballads y piezas macizas de rock & blues.

Es un disco exquisito que funciona. La banda logra estabilizar su sonido y llevarlo a un buen nivel. Las canciones están llenas de energía y no se desentonan en ningún momento. Pura velocidad, técnica y pegada. Ahora bien: nada es perfecto. Y si hay una piedra en el zapato aquí, es que la performance general está en la media. No hay nada fuera de lo común. Pero OJO, eso no significa que debamos subestimarlos: hay momentos de calidad A.1 que hacen brillar al disco con luz propia. Canciones como “I Want Your Body”, Be Good and Be Kind” o “Personal Gain” son prueba de ello: explosivas, efusivas, llenas de una urgencia que contagia. Sin duda es un álbum interesante, lleno de pequeñas sorpresas y sazonado con el encanto de una época que ya se perdió. Nada como un buen rock para acelerar el ritmo de la vida. Y este álbum es justo esa medicina: está tan bien hecho, tan lleno de vibra, que aligera el peso de la rutina. No se quiebra, no se desinfla, y aunque su fórmula ya se ha visto mil veces, aquí sigue sonando fresco, prendido, directo. He vuelto a este sonido y no me he perdido en su giro. El tiempo ha pasado, pero su efecto sigue siendo potente. No ha perdido ni una pizca de gracia. ¿Qué más puedo decir? Es firme, directo, dinámico. Tal vez su producción cojea un poco, pero eso, lejos de restar, le da cierto toque especial.

¿Está SOBREVALORADO? Tal vez. Pero cada vez que lo escucho, dudo de eso. Lo único cierto es que es una rareza de aquellas, y que dentro de su maquinaria suena ese plus que lo saca del montón. Una obra imperdible para fans del speed rock: hay un par de temas que bien caben en ese término pretencioso. Si buscás un álbum "cañero", con ritmo trepidante, este es el indicado. Todo fluye bien, salvo alguna que otra postura más light que decanta un poco... pero hombre, son minucias. Hasta más vernos.

Mini-datos:
*Floyd Radford el guitarrista principal de la banda pasó a tocar con algunas de las mejores músicos del momento, y en algún punto del camino inclusive toco con los míticos albinos Winter.

*El álbum fue producido por Rick Derringer y apadrinado por Steve Paul el gerente reconocido y posteriormente dueño de la Bluesky Records.

01.I Want Your Body
02.30 Weight Blues
03.Be Good and Be Kind
04.You've Gone Too Far
05.Silver Star
06.Personal Gain
07.Jezebel, Give Me Your Lovin'
08.Tomorrow
09.ndamus Finallamus
10.Lady of the Silent Opera

CODIGO: N-26



Comentarios