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Clásico de Oro: Guru Guru - Kanguru


Many cite Kanguru as Guru Guru's best album, and it's easy to see why. Career-wise, Kanguru is the perfect synthesis of the earlier improvised pieces with the composed works that followed. Plus, everything is treated to such a heavy amount of studio trickery that Conny Plank, the producer/engineer, is practically the band's fourth member. Perhaps by this point Uli was feeling a bit side-staged by the excesses of Mani and Ax, but inner tensions don't lessen the impact of the album as a whole. Kanguru is endlessly exciting, and today stands proudly as one of the defining pillars of krautrock.

A bit of a retreat from the adrenaline rush of the first 2 albums. The woozy, cracked, delirious opener "Oxymoron" sets the scene. The guitar is more wiry and trebly and the vocals sound like the singer is wearing a facemask made from an ether-soaked rag. The next couple of cuts are lengthy schizophrenic pseudo suites. More goofy humor than before, as evidenced by closer "Ooga Booga". I miss the energy of the earlier albums but am in love with how demented this thing is. Apparently this was the last album made by the original lineup and they became closer to standard Mahavishnu style fusion. Too bad.

"No somos rock cósmico, somos rock cómico".
Mani Neumeier (1973)

Känguru: El Krautrock También Tiene Rituales

A veces, escuchar un disco es como entrar en una cueva. Pero otras veces, es como dejar que un canguro psicodélico te agarre de los tobillos y te arrastre a través de un campo de meteoritos sonoros. Así es Känguru, el tercer salto cuántico de los alemanes Guru Guru, una banda que no se conformó con surfear la ola del Krautrock: ellos eran la ola, el remolino, y el grito tribal en medio del vendaval. Aquí no hay melodías dóciles ni paisajes de ensueño. Hay distorsión, desorden controlado, electricidad tribal, bajos que mastican raíces, y un tambor que suena como si los árboles estuvieran hablando. Es un disco que no busca convencerte: busca secuestrarte.

Abrimos un portal con estas impresiones, querido lector de los abismos sonoros, te invito a meterte en la madriguera de este marsupial mutante, de este  canguro cósmico. Pero cuidado: una vez que entres, no hay salida sin dejar atrás un trozo de cordura.

Impresiones personales: En la madriguera del canguro cósmico

1972 fue un año particularmente fértil en mutaciones sónicas. En medio del estallido progresivo, Guru Guru se deja absorber por el germen de la época y nos entrega una obra más madura, más pesada, más decidida. Känguru representa un viraje hacia territorios donde el Hard Rock se funde con la lisergia del espacio exterior. Aquí la distorsión no es descontrol: es alquimia. Las guitarras crean atmósferas que se deslizan entre lo cósmico y lo tribal, mientras la base rítmica —bajo y batería— mantiene una solidez envidiable, permitiendo el caos controlado, la improvisación libre y los desvaríos de laboratorio.

Este disco es pura experimentación. Es un manifiesto del Krautrock en su forma más cruda y auténtica. Un viaje sideral donde la Kosmische Musik no se explica, se vive. Por eso, lo recomiendo sin titubeos: es esencial para todo aquel que quiera comprender los rincones más oscuros y brillantes de la música alemana de vanguardia. Para mí, Känguru está hombro a hombro con Tago Mago, Yeti o Wolf City. Un clásico de oro, sin duda. Nos alejamos por un instante del caos cósmico e inabarcable de los primeros experimentos de Guru Guru y entramos en una dimensión más contenida, aunque no menos alucinada. Känguru es una excelente puerta de entrada al vasto y oscuro universo de la banda. Su “maquinación” sonora conserva una dosis generosa de acidez y riffs embrujados, pero aquí la locura está más dosificada, más medida... como un ácido más puro, más directo al alma.

Este álbum hipnotiza desde el primer acorde. Su mezcla embriagadora de Heavy Psych, Rock Progresivo y Krautrock construye un puente entre lo tribal y lo extraterrestre. Es una obra delirante, pero no gratuita; no se entrega al exceso por el exceso. Hay método dentro del delirio. Y aunque no alcanza los niveles de estridencia de otras joyas del género, su vibra es intensa y su efecto, corrosivo. Con solo cuatro canciones, Känguru nos eleva hacia un cielo infernal o nos deja caer en un abismo estelar. La ejecución instrumental es sobresaliente: las guitarras rugen como motores interplanetarios, mientras los sintetizadores y otros artilugios de la era logran crear verdaderas suites cósmicas. Este disco es un viaje con pasaporte sellado por la psicodelia, y cada tema es una estación en esa odisea.

La visión que propone Känguru es clara, madurada, y profundamente enraizada en la efervescencia de su tiempo. Representa el punto más alto de la formación clásica de Guru Guru. A partir de aquí, vendrán cambios. Este es el último vuelo con la tripulación original antes de que nuevos miembros reformulen el rumbo y la esencia del grupo. Si todavía no te has sumergido de lleno en la performance del "nuevo sonido alemán", este disco puede ser el trampolín perfecto. Una obra tan fundamental como Tago Mago, Phallus Dei o Hosianna Mantra. Hasta más vernos.

Mini-datos:
  • Känguru es último trabajo con la formación original (Genrich, Trepte y Neumeier).Ahora la banda pasa ser un cuarteto ya que se incorpora Conrad Plank en la guitarra y teclados.

  • El grupo originalmente se formó en 1968, con el nombre de The Guru Guru Groove Band, y comenzó como un proyecto de Mani Neumeier, el bajista Uli Trepte y el guitarrista Edy Nageli, quien más tarde fue reemplazado por Ax Grenich (exintegrante de Agitation Free, otro grupo de krautrock).

  • El nombre de la banda surgió como una referencia irónica a los BEATLES y su adoración al gurú de finales de los 60. GURU GURU fue una de las primeras bandas en asociarse con el movimiento Krautrock junto con bandas como XHOL CARAVAN, AMON DUUL y CAN.

01. Oxymoron
02. Immer Lustig
03. Baby Cake Walk
04. Ooga Booga

CODIGO: D-37




Anexo:

Virus - Thoughts 

Si Guru Guru desató la tormenta, Virus – Thoughts (1971) la vuelve conciencia ardiente. Un disco alemán que no teme al contraste: riffs densos, atmósferas lisérgicas, pasajes acústicos cargados de melancolía y estallidos eléctricos que despiertan al oyente dormido. Una obra que, aunque menos citada, tiene el poder de partirte la cabeza si la dejas entrar. No es solo krautrock: es un llamado de atención disfrazado de álbum.

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