TRANSLATE

Hawkwind - Hall of the Mountain Grill


Given that Hawkwind's "spacerock motorcycle gang" motif had already been ridden to the realm of cliche on Space Ritual, a change of focus was in order. So instead of gazing at the stars while chugging a few beers, the band went back to the countryside, where they could drink as much as they wanted without being hassled by The Man. The advent of Simon House on synthesizer and violin, as well as the occasional use of "non-heavy" instruments like flute and kalimba, brings a welcomed rural feel to the album, a vibe not really felt since the hippie debut.

Although Hawkwind's previous two studio albums were excellent, neither succeeded at capturing the power and might of their live set; Hall of the Mountain Grill, however, pulled this off masterfully. The album juxtaposes some of the most complex and intricate material had cooked up to date, like the title track - spiced up to no end by Simon House's delicately handled mellotron and violin contributions - with some of their heaviest rockers, like the Lemmy-penned Lost Johnny, which adds a psychedelic space rock edge to the dark, bass-driven story of an out of control drug addict. This and the subsequent Warrior On the Edge of Time represent the absolute peak of Hawkwind's studio work.

Hall of the Mountain Grill: Un primer viaje sin retorno

Hay discos que no se olvidan. Y hay otros que directamente te abren una puerta a un mundo nuevo. Para mí, Hall of the Mountain Grill fue eso. No sé cómo explicar exactamente lo que sentí la primera vez que lo escuché, pero sí sé que algo cambió. Fue uno de esos hallazgos que uno pica en la red como quien encuentra una gema entre la maleza digital, porque conseguirlo en físico en esa época era como pedirle un autógrafo a un cometa.

Y ahí estaba yo, poniéndolo por primera vez. Suena “Psychedelic Warlords”, y juro que no pasaron ni tres minutos antes de que sintiera que me estaban volando el cráneo con rayos cósmicos. Esa combinación entre la densidad sonora y los efectos alucinantes me dejó... bueno, digamos que "cagando colores" (disculpen el francés, pero no hay otra forma de decirlo). Me atrapó, me zarandeó y me empujó de cabeza al universo subterráneo de la psicodelia y el progresivo. Nunca más miré atrás. Este disco es un ritual. Tiene algo que no se encuentra tan fácilmente: la capacidad de envolverte. De decirte "vení, que por acá hay más". Es denso, sí, pero también elegante en sus arreglos. Te deja con ganas de más. Y parte de esa magia se la debemos a la incorporación de Simon House, que con su presencia le dio un giro a la banda. Basta escuchar “Wind of Change” para notar que algo se está transformando. Este álbum es una transición, pero también una revelación. Un pie aún en lo viejo y otro dando el salto hacia un Hawkwind más melódico, más ornamentado, más... espacial.

El título del álbum hace referencia a un restaurante londinense frecuentado por los miembros de la banda, el "Mountain Grill" (hoy cerrado). La foto de la  fachada aparece en el arte interno del LP

…Y cuando el exceso se vuelve virtud…

Con el tiempo, entendí que este disco marcaba una etapa clave para Hawkwind. Es un trabajo que no solo define una época, sino que acentúa el carácter de la banda justo en la mitad de los 70’s, como si dijeran: “ya no hay vuelta atrás, vamos con todo”.

La performance es exagerada, ostentosa, desbordada… y ahí está su encanto. Mellotrones, violines, efectos sonoros, voces deformadas, pasajes siderales, cambios de ritmo, riffs cargados de polvo estelar. Uno entra pensando que tal vez será demasiado, pero lo cierto es que logran equilibrar la exuberancia con una maestría que sorprende. Es como si te invitaran a una fiesta donde todo brilla, pero nada empalaga. Y eso es lo que más me gusta: no hay saturación, hay abundancia. Y en esa abundancia, mil detalles por descubrir. Es un disco que te recompensa si te dejás llevar. Cada vuelta le saca otra capa. Es como si las supuestas “debilidades” fueran, en realidad, las armas secretas de la banda. Donde otros se pasarían de rosca, ellos logran sostener la intensidad sin perder el hilo. Y eso, amigo, no es poca cosa. Para mí, esto es más que un álbum. Es un hito personal. Uno de esos trabajos que te cambia el paladar musical y te empuja a explorar. ¿De culto? Sin duda. ¿Mítico? También. Pero sobre todo, entrañable, porque guarda el recuerdo de una primera vez que no se olvida. Hasta más vernos.

Mini-datos:
  • la portada futurista del disco es obra del artista Barney Bubbles.

  • Hawkwind es una banda inglesa de space rock formada a finales de los años sesenta, en Ladbroke Grove, Londres. Fue una de las bandas pioneras de dicho género. Sus letras contienen temáticas acerca de lo urbano y la ciencia ficción; de hecho, el escritor Michael Moorcock ha colaborado en las letras de algunos temas.

  • En 1974, siempre por el sello United Artists, lanzan Hall of the Mountain Grill, cuarto disco de estudio, en el cual se mezclan el habitual rock duro y espacial de la banda, con una propuesta cercana al rock progresivo, en temas como The Psychedelic Warlords (Disappear in Smoke), Wind of Change o You'd Better Believe It. Este álbum, considerado uno de sus mayores clásicos, fue producido por el ingeniero de sonido y productor de Queen, Roy Thomas Baker, y contó además con una espectacular ilustración en su portada.

01.Psychedelic Warlords
02.Wind of Change
03.D-Rider
04.Web Weaver
05.You'd Better Believe It
06.Hall of the Mountain Grill
07.Lost Johnny
08.Goat Willow
09.Paradox

CODIGO: @





Anexo:

Pink Floyd - A Saucerful of Secrets 

Antes de ser colosos del sonido, fueron alquimistas del caos cósmico. Este segundo ritual de Floyd destila psicodelia líquida, coros fantasmales y pulsos tribales desde el borde del universo. Una misa sin palabras que abraza lo desconocido y presagia galaxias por venir. Perfecto para descender aún más profundo en la madriguera del space rock, donde todo vibra, pero nada es real. Haz clic, y que comience la visión.


Comentarios