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Jerusalem - Same


A cult hard rock rarity, Jerusalem may not be worth the three-digits it demands, but it's still a very cool release worth investigation. The awesomely chilling cover fits the album perfectly; it's cold, clammy, and harrowing, with deliciously unhinged vocals adding the the evil vibe. Venomous tracks like "Hooded Eagle," the psychotic confessional "Murderer’s Lament," driving "When the Wolf Sits," and appropriately bludgeoning "Primitive Man," are creaky and rotten to the core. Jerusalem is also very amateurish sounding, something that adds to it's charm while banishing these guys to the second tier, and robbing the album of some heaviness. Gillian's "production" job is distant and raw, doing no favors to the band's somewhat shambling, garagey musicianship. CD adds the brilliantly titled B-side, "Kamikazi Moth" - keep an eye out for a Rockadrome reissue in the near future that promises better sound and bonuses.

Produced by Ian Gillan, it's unquestionably a holy locus for high-point Seventies road-worthy protometal. Where the morphing patterns of the songs assume draconic shapes, breathing fire, raiding the plains, gnashing at highland-sweeping infantry. Less fantastical but no less fantastic, you'll hold these tunes in your head, like an ancient mark held in a druid's mind's eye, ready to be cast/played at your whim. Roughhewn and sublime, such stuff as hard rock dreams are made on.

Lo escuché hace cierto tiempo y me encantó. Tiene ese toque "primitivo" o "cavernícola" como has dicho, que me recordó a ese disco de Wicked Lady que subiste hace algún tiempo. Añadiría, desde mi perspectiva desde el heavy metal, que se adelantó al sonido y estética de la NWOBHM y que tiene ciertas características (como la voz en "Primitive man"), que me da la impresión de que no se explotaron hasta un buen tiempo después (quizás finales de los 80 hasta los 90 y puede que hasta los 2000 (¡Esto es solo una impresión!¡Que nadie se lo tome como una verdad absoluta!). En este último aspecto de adelantamiento me recuerda a algunos sonidos del disco de Death, For the whole world to see, que también se adelantaban o con los que quizás se hicieron bandas de los 90 y ahora nos suenan como modernos. Gracias por el trabajo desinteresado y perdón por la mole de comentario. (Comentando para no sentirme tan culpable por el continuo parasitismo por mi parte sobre tu blog ;D.)

Sencillamente uno de los mejores discos que escuche en mi vida. Un sonido muy moderno y adelantado a su época. Sin duda alguna puedo afirmar que Jerusalem podría haber llegado muy lejos y haber sido un peso pesado en el genero. Una lastima que solo hayan tenido un solo disco. Estos tipos si sabían hacer música. El blog es EXCELENTE, felicito muchísimo a su autor.

Ian Gillan describió a la banda como "áspera, cruda y sombría, con una identidad propia fuerte". A pesar de su juventud y falta de experiencia, destacó la potencia de su contenido y la ausencia de inhibiciones en su música.

Jerusalem: El rugido de un gigante dormido.

El humo se arremolina en la penumbra de una sala atiborrada. Afuera, la noche británica se siente densa, cargada de una humedad que se impregna en los abrigos y los cigarrillos mal apagados. En el escenario, cinco jóvenes se miran entre sí, tensos pero eufóricos, esperando la señal. No hay poses de estrellas de rock, ni largos discursos. Solo un chasquido de baquetas y, en un instante, una avalancha de sonido estalla en la habitación. El público, acostumbrado a los refinados arreglos progresivos que dominaban la época, recibe la embestida con sorpresa y desconcierto. Esto no es rock virtuoso, ni psicodelia pulida. Es algo más crudo, más directo. Es el rugido de una bestia que se niega a ser domada.

Así nació Jerusalem, un álbum que, lejos de los destellos dorados de la fama, se convirtió en un enigma. Fue 1972, un año en el que el rock se expandía en múltiples direcciones, pero lo que estos chicos traían entre manos no encajaba del todo con las tendencias predominantes. Producido por Ian Gillan de Deep Purple, el disco era áspero, casi primitivo en su ejecución, y sin embargo, tenía una energía tan auténtica que resultaba imposible de ignorar. Guitarras distorsionadas, baterías golpeadas con furia y una voz que parecía surgir desde las entrañas de un volcán en erupción. Pero Jerusalem no era una banda de renombre, ni tenía el respaldo de grandes disqueras que los moldearan para la radio. Eran jóvenes, inexpertos, y quizás demasiado rebeldes para su propio bien. Lo que entregaron fue un álbum de una agresividad inédita, premonitorio del heavy metal que se gestaba en las sombras. Tocaron junto a Black Sabbath, Uriah Heep y Deep Purple, pero su historia fue breve. Para 1973, la banda se desmoronó y su única obra quedó flotando en el limbo del olvido.Con los años, el álbum resurgió como un fósil invaluable para los amantes del hard rock más primitivo. Aquel rugido que sacudió las tablas en los 70 se convirtió en un eco atemporal, un testimonio de que la crudeza y la honestidad pueden superar las barreras del tiempo. Hoy, Jerusalem es más que un disco de culto. Es un recordatorio de que el verdadero rock no siempre necesita pulirse. A veces, basta con soltar a la bestia y dejar que arrase con todo a su paso. . Este es el despertar de una bestia dormida, el rugido de un gigante dormido

La forja de un monstruo sonoro:

  • El año 1972 fue testigo de una de esas extrañas conjunciones cósmicas en el mundo del rock. En un pequeño estudio en Londres, las estrellas parecían alinearse de una forma inesperada. Un grupo de jóvenes de Sheffield, desconocidos para muchos, se encontraba frente a la oportunidad de grabar lo que sería su único álbum, Jerusalem. Sin saberlo, estaban a punto de dar vida a una de las piezas más crudas y electrizantes del hard rock de la época, que más tarde se transformaría en una joya de culto. La historia comenzó cuando los miembros de Jerusalem —Lenny Arnell (voz), Chris Ticehurst (guitarra), Trevor Wilkinson (bajo), Neil Foulger (batería) y Brian Gardner (teclados)— se encontraron frente a un desafío: crear un sonido que reflejara su visión de lo que debería ser el rock pesado, directo y sin adornos. En un contexto musical donde el progresivo y el psicodélico dominaban el panorama, Jerusalem iba a contracorriente. Querían algo visceral, algo agresivo y primitivo. No se trataba de los arreglos elegantes de la época, sino de una energía cruda que fuera al grano. Fue entonces cuando Ian Gillan, vocalista de Deep Purple, entró en escena como productor. A pesar de su reputación como estrella del rock, Gillan no estaba interesado en suavizar el sonido de Jerusalem. En lugar de llevarlos hacia una propuesta más accesible, se unió a la banda con la intención de darles un sonido más agresivo y poderoso, acorde con lo que los jóvenes querían expresar. Gillan, con su enfoque directo y su pasión por la experimentación, los animó a mantenerse fieles a su estilo, sin preocuparse demasiado por los convencionalismos. No se trataba de crear un álbum perfecto, sino de capturar una esencia brutal, algo que pudiera destilar la furia de su actitud y su poder como banda. El estudio de grabación, sin las comodidades de los grandes sellos de la época, fue un campo de batalla. Sin presupuesto suficiente para una producción grandilocuente, la banda y Gillan optaron por un enfoque más rudimentario. Los arreglos eran simples, los efectos eran los mínimos, y la técnica a veces dejaba mucho que desear. Pero la química entre la banda y el productor era palpable. Gillan los empujó a explorar, a dejarse llevar por la energía y el caos del momento. Cada miembro del grupo entendió que la perfección no estaba en la meticulosidad de los detalles, sino en la autenticidad de lo que estaban creando. En cuanto al sonido, el enfoque fue igualmente desprovisto de filtros. Las guitarras de Chris Ticehurst eran potentes y afiladas, mientras que el bajo de Trevor Wilkinson proporcionaba la base sólida sobre la que las canciones se erigían, pesadas y envolventes. El ritmo, llevado por Neil Foulger en la batería, era el latido de la bestia. Todo estaba impregnado por un estilo crudo, sin adornos, una energía casi salvaje que no dejaba espacio para la suavidad. Las sesiones de grabación fueron agotadoras, con el tiempo corriendo en contra de la banda, pero la convicción era inquebrantable. No se trataba de complacer a nadie más que a ellos mismos. Con Jerusalem, querían un álbum que tuviera fuerza, que fuera visceral, que mostrara todo lo que el rock podía ser cuando no estaba encajado en cajas preestablecidas. Las grabaciones se sucedieron, y con cada toma, la banda fue capturando una esencia primitiva que haría de este disco algo memorable, a pesar de su carácter imperfecto. Finalmente, cuando Jerusalem vio la luz, muchos no entendieron el mensaje. El álbum no fue un éxito comercial inmediato, pero fue suficiente para marcar la pauta de lo que vendría. En su crudeza y fuerza, el disco representó una ruptura con las convenciones de la época. No era un álbum pulido ni accesible, pero su energía cruda y su actitud desafiante lo convirtieron en una pieza de culto. Hoy, al escuchar Jerusalem, uno puede entender la importancia de ese proceso de creación: un álbum hecho con sudor, pasión y una determinación feroz por crear algo genuino. En una época de exceso de producción y perfección, Jerusalem fue el recordatorio de que, a veces, la grandeza no está en la pulcritud, sino en la actitud. Y el legado de este álbum, a pesar de los obstáculos, sigue siendo un testamento a la autenticidad en el rock.

Impresiones personales:

  • Hay discos que golpean fuerte, que sacuden con su crudeza y que, sin quererlo, terminan dejando una marca imborrable. Jerusalem es uno de esos. Una auténtica pieza maestra del Hard Rock, cargada de fuerza, potencia y actitud, con una performance instrumental que sobrepasa lo común. Se podría decir que esta banda superó su tiempo: su sonido era áspero, pesado y directo, con una descarga de guitarras que, en su momento, resultaba revolucionaria para lo que vendría después. Desde la primera escucha, este álbum se siente como una embestida. Su energía es visceral, con riffs gruesos y compactos que no dan tregua, acompañados de una voz sucia y áspera que, aunque exagerada por momentos, logra impregnarle personalidad. Jerusalem tiene todos los ingredientes de un disco de culto: atmósferas proto-metal, una intensidad aplastante y arreglos bien trabajados. Si bien no alcanza la etiqueta de Hard Prog, hay ciertos matices progresivos en sus estructuras, con cambios de tiempo y ligeras progresiones, pero lo suyo es más un golpe de autoridad dentro del Hard Rock de la época. El álbum tiene un sonido crudo, casi primitivo, que le da un carácter único. Es sucio, pastoso y denso, pero ahí radica su magia. No necesita tecnicismos rebuscados para sacar chispas; su fórmula es certera y su ejecución, aunque ruda, es efectiva. Y no hay que olvidar un detalle importante: detrás de su producción estuvo el mismísimo Ian Gillan, un monstruo en lo suyo, lo que le da aún más valor a esta joya del underground. Todavía recuerdo la primera vez que lo escuché. Su sonido golpeaba fuerte, te sacudía y luego te arrastraba con él. Las guitarras tenían ese filo denso, con un ligero tono stoner, y la voz, aunque algo forzada, tenía entrega y actitud. Durante un buen tiempo, este disco se convirtió en una presencia constante en mi viejo equipo de sonido, una de esas compras memorables que, nueve años después, aún sigue sonando de vez en cuando, con la misma fiereza de siempre. Hasta más vernos.  

Mini-datos:

  • Origines: Jerusalem fue una banda británica de hard rock formada a principios de la década de 1970. El grupo lanzó un único álbum homónimo en 1972 bajo el sello Deram Records, producido por Ian Gillan, vocalista de Deep Purple. La alineación de la banda incluía a Lynden Williams en la voz, Bob Cooke y Bill Hinde en las guitarras, Paul Dean en el bajo y Ray Sparrow en la batería.

  • Vida Posterior de la Banda: Después de la disolución de Jerusalem, Paul Dean y Ray Sparrow formaron una banda llamada "Pussy" junto con Bob Cooke. Lanzaron un sencillo titulado "Feline Woman", también producido por Ian Gillan. Aunque Jerusalem tuvo una corta vida, su álbum ha sido revalorizado con el tiempo, obteniendo un estatus de culto entre los aficionados al hard rock y al proto-metal.

01. Frustration
02. Hooded Eagle
03. I See The Light
04. Murderer's Lament
05. When The Wolf Sits
06 Midnight Steamer
07. Primitive Man
08. Beyond The Grave
09. She Came Like A Bat From Hell

CODIGO: @



Comentarios

  1. Tão sujo e cru, pincelado por nuances artesanais e ainda sim, nos dias atuais, se revela revolucionário, singular, pois definiu vários formatos da música pesada que hoje permeia as nossas cenas de hard rock! Parabéns pelo exemplar texto

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    1. Muchas gracias por estar con nosotros y profundizar en estas aguas, siempre es un gusto leer comentario a la altura. Jerusalem fue otro de esos eslabones que darían forma a la que hoy es el Metal. Saludos.

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