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Atomic Rooster - Atomic Roooster


This is one of the gloomiest and most depressing albums of the time, easily. The opening track is downright nihilism! I do appreciate the lyrics of it though. Too many people avoid thinking about their eventual end I feel. The lyrical content of tracks like Banstead and Winter is also very dark, but thoughtful. The latter is an especially sad, yet pretty song. The songs here don't hide at all the fact that Vincent Crane was a very unhappy individual. The music itself isn't particularly heavy, and it lacks John Du Cann's awesome guitarwork found on Death Walks Behind You, but it is some very worthwhile early prog rock just the same. Crane's keyboard stuff is excellent, Palmer's drumming is fantastic (it's a shame those buggers from EL_ had to snatch him up!), and Nick Graham provides some powerful vocals and lovely flute on a couple tracks. A good start for the Rooster, and a damn depressing one at that. No more 60's idealism here. Just wander through a meaningless void until you're decomposing in the earth. I don't necessarily believe in that philosophy, but this album sure does.

El gallo atómico no canta al amanecer.
Canta en el crepúsculo.
Y su canto es fuego.

Entre tinieblas y llamas: el despertar de Atomic Rooster

Año 1970. El polvo del Swinging London comenzaba a asentarse y, entre los adoquines aún tibios por los pasos de los Beatles y el eco ácido del verano del amor, una nueva oscuridad se cernía sobre las islas británicas. Las flores del hippismo se marchitaban entre guerras lejanas, tensiones sociales y una juventud que ya no buscaba respuestas en el sol, sino en la sombra. El sonido psicodélico mutaba. Se tornaba más denso, más febril, como si algo en el subsuelo de la música empezara a hervir.

En ese cruce de caminos—donde el soul se electrificaba y el blues se endurecía—aparece una criatura singular, con garras de fuego y plumaje de humo: Atomic Rooster. No era un nacimiento cualquiera. Era una resurrección. Vincent Crane, tecladista brillante y atormentado, ex integrante de The Crazy World of Arthur Brown, emergía del laberinto de su mente con una visión ardiente: una banda que sonara como el apocalipsis bailando sobre teclados demoníacos. El álbum debut, Atomic Roooster (con tres “o” como invocación cósmica o errata estilizada), se lanza en febrero del 70 con una formación que apenas duraría unos meses, pero que dejaría una cicatriz imborrable en la historia del proto-heavy, el rock progresivo y la escena underground británica. Junto a Crane, el baterista Carl Palmer—sí, el Palmer, que pronto partiría a fundar Emerson, Lake & Palmer—y el bajista/guitarrista Nick Graham, dan forma a una obra que suena a ritual pagano, a marcha fúnebre eléctrica, a preludio de tormenta. No es música para elevarte, es música para descender... a esos pasajes oscuros donde el alma duda y el cuerpo baila su última danza.

Impresiones personales: Crónica de una sacudida hammondélica

A veces los discos no llegan. Te asaltan. Una noche cualquiera, mientras buscaba algo con qué encender la sesión, me topé con Atomic Rooster. El nombre me sonaba de los márgenes del progresivo, como una sombra entre los grandes, pero nunca le había prestado la atención que merecía. Fue darle play y, de pronto, sentí cómo todo el cuarto se electrificaba. El sonido que emergió era pesado, afilado, con un groove que caminaba entre lo funky y lo infernal. El Hammond, ese dios de los mil órganos, se elevaba como un domador cósmico que se negaba a susurrar.

Atomic Rooster fue un proyecto que, tal vez, no alcanzó la notoriedad que merecía. Sin embargo, fue clave en impulsar lo que luego se conocería como la "cultura E.L.P". No es casualidad: Carl Palmer estaba aquí, todavía sin su traje de leyenda, pero ya con una interpretación en batería que madura a cada golpe. No tardaría en convertirse en uno de los percusionistas más buscados del rock de aquellos días. Y es que la banda tenía algo distinto. Una base rítmica con cierto sabor funky, sí, pero también un acercamiento claro a la psicodelia, con esos brotes progresivos que abrían caminos de experimentación sonora. El resultado: un viaje de ritmos cambiantes, de pasajes intrincados y una energía que no daba respiro.

"Friday the Thirteenth" fue el primer zarpazo. Ese riff grueso, casi reptiliano, te atrapa como un hechizo. El órgano de Vincent Crane ruge como si el infierno tuviera sus propios himnos, mientras la batería de Palmer martilla con precisión quirúrgica. Luego llegó "Winter", y con ella un cambio de clima: una pieza melancólica, gélida, donde la atmósfera se densifica y uno siente que camina por una nevada emocional, cargada de fantasmas y belleza. Y entonces, "Broken Wings", una joya escondida, una súplica soul disfrazada de tormenta. La voz de Nick Graham aquí no canta, llora, exhala, convoca. Es como si cada nota cargara el peso de algo no dicho. Este debut ruge con furia y clase. La ejecución es impecable, los cambios de ritmo te mantienen despierto, y el Hammond… el Hammond no acompaña, domina. Se impone con un sello tan fuerte que no puedes imaginar esta música sin él. Es la espina dorsal, el canal por donde todo fluye, y a veces también es el corazón que late por todos los instrumentos. Hay algo de elegancia brutal en este disco. Algo ceremonial en su fiereza. Y aunque aún no despliega todo su potencial, ya se intuye la oscuridad que Vincent Crane traía consigo, ese arte de teñir la música con pesadumbre y gloria.

Atomic Roooster no es solo un disco: es una criatura que respira en tu sala cuando lo pones. Una entidad rugiente, hechicera, con alma de Hammond y cuerpo de trueno. Aquí no hay ni un respiro al quebranto, aquí todo ruge con una fiereza eléctrica que no da tregua. Hasta las más dulces sensaciones se convocan desde lo profundo, invocando las asperezas de un sonido PESADO, brutal, que se pronuncia como un rabioso gigante que lo aplasta todo a su paso. Es un golpe que no duele: te despierta. El hammondélico torbellino que desata este disco no se olvida fácilmente. Es una epifanía progresiva, una visión psicodélica con garras, una llamarada que serpentea con elegancia y crueldad. Es, al final, un canto salvaje a la libertad sonora. Y mientras gira el disco, mientras vibra el cuarto, no puedo evitar pensar que esta bestia aún camina. Tal vez en otra forma, en otros nombres, pero el espíritu sigue ahí, ronco, glorioso, con el Hammond brillando como un sol oscuro en plena noche. Que siga girando por siempre el sonido hammondélico. 

Mini-datos:

  • Nacimiento de una Bestia Sonora: Tras la disolución de The Crazy World of Arthur Brown, el virtuoso tecladista Vincent Crane y el enérgico baterista Carl Palmer decidieron unir fuerzas. Reclutaron al bajista y vocalista Nick Graham, formando así el trío original de Atomic Rooster. Juntos, dieron vida a su álbum debut, grabado entre diciembre de 1969 y enero de 1970, y lanzado en febrero de ese mismo año. ​

  • El Misterio de la "O" Adicional: Si alguna vez te has preguntado por qué el álbum se titula "Atomic Roooster" con tres "o", no estás solo. Esta peculiaridad tipográfica ha generado debates entre los fanáticos. Aunque algunos creen que fue un error de imprenta, otros sugieren que fue una decisión deliberada para diferenciarse o captar atención. El misterio persiste, añadiendo un toque enigmático al legado del álbum. ​

  • Transformaciones en la Formación: Poco después del lanzamiento del álbum, la banda experimentó cambios significativos. Nick Graham dejó el grupo, y su lugar fue ocupado por el guitarrista y vocalista John Du Cann. Du Cann no solo aportó su talento a futuras producciones, sino que también regrabó partes de tres canciones del álbum debut para una proyectada versión estadounidense que, curiosamente, nunca vio la luz. Sin embargo, estas versiones modificadas se incluyeron en algunas reediciones posteriores del álbum en el Reino Unido. ​

  • La Salida de un Titán: El baterista Carl Palmer, cuya destreza ya era evidente en este álbum, decidió partir poco después para cofundar el legendario trío Emerson, Lake & Palmer. Su contribución en "Atomic Roooster" es una muestra temprana de la maestría que desplegaría en su futura banda. ​

  • Portada Controvertida: La carátula original del álbum presentaba una imagen que, en algunas ediciones, fue considerada demasiado atrevida. En la versión australiana, por ejemplo, se añadieron plumas para cubrir ciertas áreas del "gallo atómico", reflejando sensibilidades culturales de la época.

01. Friday The Thirteenth
02. And So To Bed
03. Broken Wings
04. Before Tomorrow
05. Banstead
06. S.L.Y.
07. Winter
08. Decline And Fall

CODIGO: @



Nota: Portada censurada por el sello australiano Interfusion – SITFL-934,381

Comentarios

  1. Una gran reseña para un gran álbum .hammond como siempre explotando y acompañada de esa resonante bateria

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    1. ¡Gracias por tu comentario! Qué bien que hayas conectado con la reseña y el álbum. Es un verdadero viaje de energía, esa magia del Hammond de Vincent Crane realmente se desborda en cada tema, y la batería, ¡un verdadero rugido que lo acompaña todo! Es fascinante cómo Atomic Rooster logra esa mezcla tan potente de psicodelia y rock progresivo. ¡Es como una explosión que no te deja escapar. ¡Saludos y hasta la próxima sesión!

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