Supertramp - Crime of the Century
Teatro Mental: Supertramp y el Crimen de los Sentimientos
Hubo un tiempo en que Supertramp era apenas una promesa difusa, un experimento financiado por un mecenas millonario con nombre de cuento inglés. Su debut homónimo de 1970, aunque curioso, era más una carta de presentación que una declaración de principios: un collage tímido de folk, psicodelia pastoral y búsqueda identitaria. El eco de la era hippie aún flotaba, pero no terminaba de cuajar en una voz propia. Y entonces, tras cambios de formación, años de incertidumbre y kilómetros de frustración, algo hizo clic. Crime of the Century nació en 1974 no como un siguiente paso, sino como una resurrección: un segundo nacimiento que rompía con todo lo anterior. Aquí ya no hay ingenuidad ni bosque encantado. Hay ciudad, hay desilusión, hay preguntas como puños envueltas en arreglos orquestales. Un álbum que no parece un disco, sino un teatro mental.
Influidos por la ola progresiva que dominaba la primera mitad de los setenta —ese deseo colectivo de hacer de cada canción una pequeña sinfonía, de cada disco un manifiesto emocional—, Supertramp abrazó la estructura conceptual, las armonías sofisticadas, las atmósferas densas. Pero lo hizo a su modo: sin caer en la grandilocuencia técnica de Yes o ELP, y mucho menos en la oscuridad total de King Crimson. Crime of the Century se mueve entre lo íntimo y lo majestuoso, con una sensibilidad pop metida en un traje progresivo a medida. Las canciones no solo suenan: confiesan, gritan, susurran. Y ese equilibrio entre lo introspectivo y lo teatral, entre la duda existencial y el golpe melódico certero, es lo que convirtió a este disco en un hito. El verdadero punto de partida. El instante en que Supertramp deja de ser una banda y se convierte en una voz.
Impresión personal: Sinfonía de un Alma Encerrada
Tercera obra de la época dorada, aquella en que Supertramp apostaba —aunque en escala mínima— por un progresismo sutil, y lograba producir álbumes de naturaleza ecléctica y refinada. Crime of the Century se consagra así como una obra “Prog Relater”, tejida con cambios de tiempo, arreglos semi-complejos e incursiones sinfónicas; suficientes razones para alzarla como un emblema del rock progresivo melódico, o incluso como una joya del “Crossover Prog”. Si bien la banda alcanza aquí un punto de gloria artística, el disco fue subvalorado en su tiempo. Pero basta con escucharlo con paciencia y fe para redescubrir su riqueza instrumental y su exquisita ejecución. No es una obra promedio ni una pieza olvidable: es el “álbum-grial” de Supertramp, su acercamiento más noble a las aguas del ROCK PROGRESIVO y a la elegancia más pura de su música.
Supertramp está en su prime con este álbum de CULTO absoluto. Es una obra que cala hondo en el sentimiento, donde la banda despliega una performance marcada por su vena progresiva: arreglos refinados, cambios de tiempo , letras existencialistas, narrativa sonora que hila el disco como si fuese una ópera de las emociones y una estructura casi fantástica, que se funde con la propuesta sofisticada del grupo. El resultado: un sonido platinado, lleno de matices, guiños progresivos y pequeños artilugios sonoros que elevan la experiencia. Es una obra exquisita, melódica y sugerente. La sesión se disfruta de principio a fin, como un viaje sereno salpicado de momentos brillantes y suspiros románticos. Temas como If Everyone Was Listening o Hide in Your Shell son muestra clara de esa delicadeza y del alma que habita en este disco. Aunque muchos la etiquetan como una obra progresiva, yo la considero más bien Prog Related. Se alimenta de esa esencia, incluso se deja acariciar por la sombra de Pink Floyd, pero nunca llega a florecer del todo dentro del género. Y tal vez ahí esté su magia. La obra tiene ambición conceptual, estructuras complejas (pero no tanto como Yes o Gentle Giant), emotividad y melancolía en dosis que derriten. Pero no rompe del todo la forma de la canción, ni se embarca en suites, ni locuras técnicas desenfrenadas.
Supertramp aquí está desatado, dejando en cada nota una parte de su alma más cálida. Tal vez no sea su disco más representativo, pero sí uno de los que el culto abraza con más devoción. Un álbum que guarda secretos, que vibra con emoción genuina y que —cuando te atrapa— te pinta el alma para siempre. Hasta más vernos.
Mini-datos:
- El productor del crimen: Crime of the Century fue producido por Ken Scott, conocido por trabajar con David Bowie en su época glam (Hunky Dory, Ziggy Stardust) y con los Beatles como ingeniero de sonido. Su influencia se nota en la riqueza de texturas y en la forma cinematográfica en que el disco respira.
- Portada con barrotes celestes: El arte del álbum muestra a un hombre tras barrotes flotando en el cosmos, simbolizando la prisión mental y emocional. La foto fue obra de Paul Wakefield y la idea surgió del mismo Rick Davies. La imagen no tiene reverso explícito: el encierro está en la mente.
- Crisis y redención: Antes de grabar el disco, Supertramp estaba al borde de la disolución. Vivían prácticamente en la ruina y Crime of the Century fue su última carta. La presión hizo magia: encerrados en estudios por meses, lograron una cohesión que jamás habían tenido antes.
- Una suite oculta sin serlo: Aunque no es un disco conceptual en el sentido estricto, muchas canciones comparten temáticas como el aislamiento, la locura, el fracaso social. El disco está secuenciado como si fuera una “suite emocional”, culminando con la épica que da nombre al álbum, una confesión final con clímax sinfónico.
03. Hide in your Shell
04. Asylum
05. Dreamer
06. Rudy
07. If everyone was Listening
08. Crime of the Century
CODIGO: B.1-34
Anexo:
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