Gerardo Manuel & El Humo - Machu Picchu 2000
A good Peruvian psychedelic lp from '71. Is largely a fairly mellow affair with tracks like Odd Worlds leading you along with a gentle, funky beat and The Legend of the Lake taking you on a quiet, peaceful journey with the latin shuffle that appears often throughout the lp.Hey Spaniards digs a bit deeper with an awesome fuzz bass dominating the song that betrays the Grand Funk influence found on first lp Apocalypsis, but is a slow moody number and not the wild heavy psych rocker that side A would have benefitted from having at least one track of.One song on the second side has goofy off-speed vocals that make the track a chore to listen to but the pain of that is more than made up for by the final masterpiece called 5.36pm, December 31,1999. It's the only truly hard song on the album and is fast, loud and fuzzy reminding me of fellow peruvians Tarkus. With a great riff and an atomic bomb blast at the finale this is one of my top south american songs ever. The lyrics are good fun, opening track Machu Picchu Blues has us going back to the secret city apparently to snort peruvian drugs and space out. While Hey Spaniards,Cant You Hear the Incas Crying? and Where Do They Go? along with the above mentioned 31.12.99 illustrate the heavy Inca Apocalypse trip that Gerardo was evidently on at the time.
Machu Picchu 2000: Ceremonia para una Era en Sombras
En algún punto de la geografía sonora peruana, un disco flota como un espejismo entre la psicodelia y la ceremonia. Machupicchu 2000 no es un álbum: es un mensaje en piedra, tallado por sonidos eléctricos que parecen desafinar a propósito para abrir portales. Gerardo Manuel —músico, visionario, médium eléctrico— no compuso un disco. Lo canalizó. Y lo hizo con El Humo, su banda como de niebla densa, entre la realidad y la ficción, en un país que aún no entendía del todo el lenguaje de los ángeles desquiciados del rock.Desde su primera nota, Machupicchu 2000 no busca gustar. Busca activar. Algo se despierta. Un recuerdo de otras vidas. Una ceremonia que no se sabe si es incaica, alienígena o lisérgica.
Hay discos que parecen haber sido grabados para nadie. O mejor dicho, para el tiempo. No para el presente de su edición, ni para las listas, ni para las radios, sino para ser encontrados muchos años después, como tablillas chamánicas o visiones grabadas en vinilo. Machu Picchu 2000, publicado en 1971 por Gerardo Manuel y El Humo, es uno de esos casos.
Estamos ante una obra rara, casi ceremonial. Suaves pasajes funk, ritmos latinos envueltos en neblina, un bajo fuzz que irrumpe como un jaguar sónico en la espesura, letras que oscilan entre la mística andina y un apocalipsis psicodélico narrado desde los ojos de un profeta limeño colgado entre dos siglos. Es como si la ciudadela sagrada hubiera sido convertida en una nave espacial que parte desde los Andes hacia un fin del mundo imaginado en teclados. El disco abre con “Machu Picchu Blues”, una especie de regreso ritual a la ciudad perdida, entre vapores peruanos y paisajes alucinógenos. Sigue con ritmos suaves, casi susurrados, que invitan a caminar por lagos interiores (The Legend of the Lake) o a perderse entre mundos extraños (Odd Worlds). Sin embargo, de pronto, irrumpe Hey Spaniards, Can’t You Hear the Incas Crying?, con un bajo distorsionado que recuerda la furia contenida de Grand Funk Railroad y los ecos aún vivos de Apocalypsis.
Y aunque el viaje tiene tropiezos —una pista desfasada con voces que se arrastran como espejos rotos—, todo se justifica cuando llega el final: 5:36 p.m., December 31, 1999. Una visión acelerada del juicio final incaico, con riffs agresivos, tempo implacable y una explosión que parece marcar el colapso no solo del año, sino de la realidad misma. Aquí Gerardo Manuel se conecta con algo que va más allá de lo musical: una visión. Un cierre. Un vórtice. Machu Picchu 2000 no es un álbum convencional. Es un documento sonoro que oscila entre lo ceremonial y lo lisérgico, entre el pasado mítico y una ciencia ficción local, con el alma encendida por un fuego eléctrico que todavía hoy resplandece en la penumbra de lo olvidado.
Impresiones personales: Crónica de un Disco Maldito y Necesario
Su segunda placa, titulada Machu Picchu 2000, nos presenta a una banda que ha ganado en madurez y dirección. A lo largo de sus nueve pistas, este trabajo se adentra en terrenos psycho-progresivos, mostrando una evolución notable respecto a su debut.
Si bien puede percibirse una menor intensidad en la interpretación —menos visceral, quizás—, esto se compensa con creces gracias a la originalidad de las composiciones. Cada tema parece esculpido con intención, como si hubieran abandonado la urgencia juvenil para abrazar la experimentación como forma de búsqueda. Sin duda se trata de un álbum más elaborado y centrado, donde conviven con naturalidad elementos del rock progresivo, el blues, la psicodelia pesada y ciertas inflexiones jazzísticas. Un cruce de caminos que, lejos de sonar forzado, se siente como parte de un mismo viaje interior: uno que parte de los Andes, pero apunta al cosmos.
Este disco me ha generado una experiencia curiosa. Mientras más lo escucho, más lo entiendo… más lo aprecio, más le reconozco las intenciones. Es un álbum profundo, que exige más de una escucha para poder apreciarlo en toda su dimensión, pero a la vez tiene algo que me resulta inasible. Hay una cierta barrera entre lo que el álbum me quiere transmitir y lo que realmente logra provocarme. Es decir, me resulta interesante, maduro, original, y aún con toda esa rica propuesta sonora —porque hay que reconocer que estamos ante un álbum de enorme calidad— no logra generarme un verdadero clímax. Lo que sí me ha pasado es que Machupicchu 2000 me ha parecido un disco importante. De esos que no se repiten, que quedan grabados como rareza, como testimonio único. Lo veo más como un documento de sonido que como una obra que me conmueve.
La pista "31 de diciembre de 1999, 5:36 p.m". es, sin duda, lo mejor del álbum para mí. Es un cierre perfecto, una explosión lisérgica que concentra toda la tensión del disco en un punto exacto. Se siente real, potente, como una visión. También destaco la canción "Punto y Aparte" como otra de las que me transmiten una vibra diferente, con esa atmósfera de soledad que remite a ciertos pasajes de Traffic Sound, pero desde un lugar más enrarecido. De hecho, varias veces durante la escucha me vino a la mente la idea de que Machupicchu 2000 es como el reverso oculto de Traffic Sound.
En resumen, este disco me ha llevado por una experiencia más intelectual que emocional. He disfrutado del sonido, de la propuesta, del riesgo. Pero no me ha tocado como sí lo han hecho otros álbumes de la época. Tal vez porque hay una frialdad subterránea, un hermetismo que lo vuelve más ceremonia que grito. Más geometría que catarsis. Aun así, no lo cambiaría. Porque es un disco que vale por su unicidad. Más allá de que me guste o no, me parece fundamental que exista. Hasta más vernos.
Conclusion Final
Machu Picchu 2000 no es solo un álbum extraño. Es un acto de fe.Un mensaje lanzado al futuro desde un país que tambaleaba entre reformas militares, censuras culturales y cambios vertiginosos. Mientras el mundo miraba hacia otros centros de irradiación sonora, el Perú rockero no se calló: mutó. En medio del repliegue, de los conciertos suspendidos, de las bandas que desaparecían en el humo de los tiempos, Gerardo Manuel y El Humo eligieron no guardar silencio. Eligieron hablar en clave de distorsión y leyenda. Y lo hicieron con un disco que mezcla ciencia ficción, psicodelia, nostalgia andina y una visión casi profética del colapso y la redención.En una década marcada por la incertidumbre, Machu Picchu 2000 se eleva como un artefacto contra el olvido: un vinilo que no suplicó ser escuchado, pero que hoy nos encuentra. Y nos dice que, incluso cuando los imperios caen, la música sigue trazando mapas secretos en la piedra.Que en la niebla del pasado siempre hay un riff esperando para volver a sonar.
Mini-Datos:
- El origen del nombre “El Humo”: La banda se apodó El Humo por sugerencia de Ernesto Samamé, quien decía que se habían reunido a tocar “sin pretensiones”, como una neblina sonora más que una banda convencional, improvisando con nuevos equipos del sello Virrey
- Letras en inglés como acto de reivindicación cultural: A pesar de títulos en español, muchas canciones se cantan en inglés como una “revancha” tras el caso de Simon & Garfunkel con “El cóndor pasa”. Gerardo quiso, con ello, subrayar que el rock peruano tenía su propia historia y no debía invisibilizarse
- Banda ensamblada como una constelación sonora: El disco reúne una constelación de músicos de bandas peruanas de renombre: Rafael “Pocho” Purizaga (piano, vibráfono), Juan Carlos Barreda (bajo), Ernesto Samamé (guitarras), Richard Zellen (guitarra solista), Joey Vargas (flauta, piano), más saxofón, trompeta y percusiones. Todo ello marca la ambición sonora de un álbum orgánico y complejo.
01.Machu Picchu Blues
02.Perdidos
03.Hey españoles, no escuchan el lamento de los Incas?
04.La leyenda del lago
05.Punto y aparte
06.Madre tierra
07.Mundos exyraños
08.Hacia donde van?
09.Diciembre 31 de 1999
CODIGO: @
Anexo:
Gerardo Manuel & el Humo - Apocallypsis
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