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Japón Freak: J.A Seazer - Kokkyō Junreika


Brain-melting acid rock combined with traditional Japanese instruments and elements of No theater, played with an intentionally over-the-top sensibility that sounds like nothing else. Those in search of freaky and unique sounds - but find the spoken word bits of Jashumon / Ahobune / Shin Toku Maru impenetrably "foreign" - are probably best positioned to enjoy this all-musical recital.

Apáguese la luz, velas forradas en papel de arroz, rostros llenos de pintura blanca, colores como espíritus en un bosque, ejército de muertos, procesión, réquiem... (Kurosawa, KUROSAWAAAA) Polilla esto está muy loco, muy, muy loco... Neblina azul, soledad de media tarde, y 6 o 7 puntos de volumen y chau .... Invariablemente,

Entre coros, sombras y ceniza: el culto según J.A. Seazer

En el Japón convulso de los años 70, mientras las calles ardían con manifestaciones estudiantiles, nuevas oleadas de pensamiento radical y una juventud desencantada con la posguerra, el escenario cultural se convirtió en un campo de batalla tan intenso como el político. El rock psicodélico y la vanguardia escénica no eran simples expresiones estéticas: eran armas, rituales y espejos de un tiempo fracturado. En ese contexto turbulento emergió una figura mitad músico, mitad chamán: J.A. Seazer (o Julius Arnest Seazer), el profeta eléctrico del underground japonés.

A diferencia de muchos de sus contemporáneos que bebían del blues occidental o el folk estadounidense, Seazer clavó sus raíces en lo más profundo de la tradición teatral japonesa, pero las hizo estallar con una energía casi apocalíptica. Fue el compositor residente del mítico Tenjō Sajiki, el colectivo teatral dirigido por Shūji Terayama, uno de los provocadores más desafiantes del siglo XX japonés. Juntos tejieron espectáculos que eran parte teatro de guerrilla, parte exorcismo, parte performance ritual: una forma de arte total donde la música no acompañaba, sino poseía. El grupo que interpretaba sus composiciones se conocía informalmente como la "Tenjō Sajiki Gekidan Band", pero muchos de los músicos se presentaban bajo distintos nombres según el proyecto. Era una estructura coral, caótica, en la que los límites entre intérprete y personaje, entre músico y médium, se difuminaban.

Kokkyō Junreika (国境巡礼歌), que puede traducirse como “Cantos de Peregrinación Fronteriza”, surge de esa época y ese ethos. Lanzado originalmente en 1973, el álbum no es tanto un disco como una ceremonia grabada. Se trata de una obra pensada para el escenario, pero que, en su versión sonora, logra capturar el frenesí escénico, las invocaciones paganas, los susurros místicos y los coros apocalípticos que caracterizaron el mundo sonoro de Seazer. Muchos lo conocerían años después por su trabajo en el anime Revolutionary Girl Utena, pero Kokkyō Junreika es anterior a toda domesticación. Aquí no hay concesiones: solo himnos de frontera, cantos de otro mundo. En su momento, circularía como una rareza casi clandestina, al margen de los circuitos comerciales, pero con el tiempo se convertiría en uno de los pilares más extraños y reverenciados del rock teatral japonés. J.A. Seazer no componía canciones: levantaba templos. Y Kokkyō Junreika es uno de los más insondables.

J.A Seazer: Teatro, trance y distorsión

Impresiones Personales: El escenario del fin del mundo 

Kokkyō Junreika es un álbum denso, teatral, complejo, oscuro y hasta “mágico”. No basta con escucharlo una sola vez, ni tampoco sirve ponerlo de fondo. Para poder degustarlo por completo y apreciar sus bondades, hay que sumergirse en él en completo silencio, con el volumen alto y la mente dispuesta a cruzar fronteras. El álbum se desarrolla en las penumbras de un rock ácido curtido en psicodelia pesada y elementos folk. Su sonido evoca la locura avant, salpicada de progresiones proto-metal. La performance avanza con la precisión de una danza ritual, pero siempre al borde del abismo experimental. En sus venas más profundas laten riffs que recuerdan a Black Sabbath, junto a atmósferas teatrales que remiten a unos Doors extasiados, oscuros y completamente poseídos. El resultado es un álbum más que interesante. Un cuerpo sonoro cargado de mil sentimientos encontrados, donde lo bizarro y lo fantástico se entrelazan para dar vida a una obra totalmente fuera de la razón.

En mi opinión, Kokkyō Junreika manifiesta un encanto bizarro: la extravagancia se apodera del álbum y logra producir un efecto aplastante en su música. Quizás sea lo más extrañamente adorable y cautivante que Japón pudo crear. Por ello, deposito mi fe en que este álbum será de su completo agrado. Aquí encontrarán narraciones en japonés, heavy psicodelia, hard prog, folk, atmósferas oscuras, ambientes teatrales, evocaciones avant-garde y un sinfín de artilugios psicodélicos. No es un disco para entender. Es un disco para invocar, para perderse… y quizás, si uno está dispuesto, para renacer desde otro umbral.

Mini-datos:
  • Una grabación que huele a incienso: Se dice que las sesiones de grabación de Kokkyō Junreika se realizaron en espacios no convencionales —desde estudios improvisados hasta antiguos salones de ensayo teatral— con el ambiente lleno de incienso y luces bajas, para mantener el “estado de posesión escénica” que el grupo necesitaba.

  • Instrumentos como talismanes: Muchos de los instrumentos usados en el álbum eran modificados o decorados con objetos esotéricos (amuletos, telas rituales, máscaras), como si cada músico se convirtiera en un médium al tocar.

  • El disco fue prohibido en algunas emisoras de radio japonesa por su tono considerado "demasiado perturbador" o "crípticamente religioso". El uso de cánticos y la teatralidad vocal fue interpretado por algunos como una invocación real.

  • Los coros femeninos que aparecen en el álbum fueron interpretados por actrices del Tenjō Sajiki, muchas sin formación musical tradicional, pero elegidas por la intensidad emocional y expresiva de sus voces. Seazer buscaba "voces vivas", no voces técnicas.

  • Un culto dentro del culto: Durante los años 80 y 90, Kokkyō Junreika se convirtió en objeto de estudio y fascinación para estudiantes de teatro japonés alternativo. Algunos grupos realizaban puestas en escena basadas solamente en el audio del disco, sin guión ni libreto, usándolo como brújula espiritual.

01.Echigo tsutsuishi oyashirazu
02.Tenshoutan
03.Haha koishiya sangoshou
04.Kyoujo bushi
05.Eimei shihen
06.Wasan
07.Jinriki hikouki no tame no enzetsu souan
08.Minkan iryou jutsu
09.Ootori no kuru hi

CODIGO: A-7




Anexo: 

Geinoh Yamashirogumi –Osorezan / Dō no Kenbai 

Si Kokkyō Junreika fue el ritual teatral del fin del mundo, Osorezan es la procesión espectral que lo atraviesa. La agrupación Geinoh Yamashirogumi, formada por científicos, obreros, médicos y artistas, llevó la idea de “música colectiva” a un extremo casi sobrenatural. Este álbum es una colisión de cantos chamánicos, polifonías budistas, rock progresivo y trance folklórico que, al igual que la obra de Seazer, busca abrir portales en vez de cerrar estructuras. Ambos discos nacieron en el Japón profundo de los 70, y aunque uno invoca desde el teatro y otro desde la ciencia ritualizada, los dos se escuchan con los ojos cerrados y el alma abierta.



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