Ardo Dombec - Same
Ardo
Dombec's one and only album ranges from mildly interesting to utterly
forgettable. By the time the LP is over, it's hard to feel like anything has
been gained. I'd rank it alongside Anima as my least favorite of the Pilz
releases. But unlike Anima - which I don't "enjoy" but can at least
"respect" - Ardo Dombec is just bland. So yeah, I guess that makes Ardo
Dombec the worst.
Olvídate del krautrock galáctico, los sintetizadores voladores y las odiseas en LSD. Esto no es Tangerine Dream, esto es una pelea de borrachos en una cervecería de Hamburgo con saxofón afilado y batería que suena como si patearan un motor diesel. Ardo Dombec no hace música para flotar: hace música para tropezarte con un adoquín, abrirte la ceja, y que el ritmo siga sangrando por ti. Su único disco es una anomalía: demasiado sucio para los puristas del jazz, demasiado técnico para los salvajes del garage, y demasiado alemán como para importarle todo lo anterior. Suena como si Zappa se hubiese cruzado con Can en un taller mecánico y hubieran grabado con resaca. Guitarras que escupen aceite, saxos con mala intención, y una batería que parece haber aprendido a tocar en medio de una huelga de transportistas. Cada tema es una curva cerrada en una carretera sin señalización, con humo negro saliendo del capó y un loco gritando indicaciones desde el asiento trasero. No es bonito. No es amable. Pero cuando te agarra, te mastica los tímpanos y te deja con olor a taller mecánico en el alma. Si te gusta el kraut que huele a soldadura, este disco es tu nueva religión sucia.
Impresión Personal: Riffs, Improvisación y una Gresca Alemana
- Ardo Dombec vomita al mundo su único disco, grabado bajo el ala de Pilz, un sello alemán que fue como una fábrica de mutantes: editó apenas 25 discos, pero con nombres tan peligrosos como Popol Vuh, Wallenstein y Dies Irae. O sea, puro veneno sónico. Aunque nacidos en Alemania, no te confundas: esto no es kraut espacial ni motorik elegante. Esto es jazz-rock alemán con cuchillos en los codos, una especie de híbrido nervioso, mutación entre los clubes de jazz y los garajes de mala muerte. Musicalmente, estos tipos tocan como si supieran demasiado y les diera rabia tener que probarlo. El primer corte, "Spectaculum", es una descarga: saxo desatado en modo huracán y una base rítmica que no pide permiso para hacerte mover el cuello. Le sigue "Sepper Time", que coquetea con el lounge pero termina tirándote el cenicero. Y ojo con "Bit Near the Knuckle" —jazz puro, con clase y energía, como si hubieran secuestrado a un cuarteto de conservatorio y lo hubieran obligado a tocar en una rave sucia. Pero no todo es delirio jazz: "Clean Up Sunday" mete folk, rock duro y una batería jazzy que te hace levantar la ceja. Y "Downtown Paradise Lost" te agarra con una voz grave, casi crooner borracho en un bar de Bremen, que le da peso a la melodía. En resumen: un disco que no quiere gustarte, quiere agarrarte del cuello y obligarte a escucharlo. Y una vez que lo hacés, no podés parar. Es una joya deforme y con clase. Justo como nos gusta.
Mini-datos:
- Grabado en una sola toma (casi): Según varias fuentes del underground kraut, el álbum se grabó prácticamente en vivo en el estudio, con muy pocos overdubs. La intención era capturar la fuerza cruda y espontánea del grupo, como si estuvieran tocando en un tugurio lleno de humo y cerveza tibia. Sin edulcorantes. Sin regrabaciones elegantes. Solo ejecución a cuchillo.
- El saxofonista era una bestia de conservatorio... ¡que odiaba el conservatorio! Wolfgang "Tobias" Buhre, el saxofonista, tenía formación académica, pero despreciaba el formalismo del jazz tradicional. Lo suyo era escupir notas con actitud, no besarle los pies a Miles Davis. Por eso, su estilo en el disco suena más a Charles Mingus emborrachado con Faust que a cualquier cosa que puedas escuchar en un club cool de Frankfurt.
- Pilz Records: el sello que volaba bajo… y explotó rápido: El sello Pilz, subsidiaria de BASF, tenía como objetivo impulsar sonidos alternativos alemanes. Pero duró poco más de dos años antes de que la industria lo triturara por no generar suficiente “material vendible”. Hoy, cualquier disco del catálogo vale su peso en oro negro, especialmente los que no fueron reeditados.
- ¿Nombre sin sentido? Hasta hoy, nadie sabe exactamente qué significa “Ardo Dombec”. Algunos dicen que fue un nombre inventado al azar para sonar exótico, otros que es un juego de palabras interno del grupo. Pero lo cierto es que ni en entrevistas posteriores los músicos han aclarado el misterio, alimentando el mito de una banda que ni siquiera quería ser entendida.
- Nadie supo que existía… hasta décadas después: Cuando salió en 1971, el álbum no tuvo promoción, ni gira, ni casi distribución fuera de Alemania. Pero con la explosión del culto al krautrock en los 90 y 2000, el disco fue reeditado y redescubierto por sellos como Garden of Delights, que lo sacaron de la tumba para ser adorado como el objeto de culto que es. Hoy es una joya codiciada por coleccionistas del jazz-rock europeo más retorcido.
01. Spectaculum
02. Supper Time
03. A Bit Near the
Knuckle
04. Clean-Up Sunday
05. Downtown
Paradise Lost
06. Oh, Sorry
07. 108
08. Unchangable
Things?!
CODIGO: C-29
Anexo:
En alguna cripta psicodélica perdida entre el humo del saxo y la niebla del órgano, Ardo Dombec y Nosferatu cruzan miradas. Aunque sus lenguajes son distintos, ambos comparten un aura tenebrosamente seductora, una musicalidad de pasillos húmedos, callejones vacíos y desvíos lisérgicos. El disco homónimo de Nosferatu (1970), con su mezcla de rock oscuro, arrebatos góticos y pasajes sombríamente progresivos, bien podría ser el reverso nocturno de Ardo Dombec: donde uno es jazz crudo de día, el otro es lamento eléctrico de medianoche. Juntos componen una postal distorsionada del under alemán más brumoso. Ideal para los que buscan más sombra entre los vinilos.
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