El Séptimo Oído: The Burning * [Rick Wakeman]
Like with the movie, the soundtrack to "The Burning" stands as one of the best things to come from the 80s. Wakeman manages to excellently imbue the atmosphere from the movie into his music, and the result is nothing less than amazing.
The Burning no es solo una banda sonora: es una sesión espiritista donde el miedo, el bosque y los teclados de Wakeman se dan la mano en la penumbra. Escúchala con las luces apagadas… y procura no estar cerca de un lago.
El Bosque como Escenario, el Teclado como Cuchilla
En 1981, Rick Wakeman —el mago de las teclas de Yes y arquitecto sonoro de álbumes conceptuales colosales— se apartó momentáneamente de los reinos progresivos y bajó al bosque oscuro del cine de terror. The Burning, un slasher temprano de la era dorada del género, necesitaba más que gritos y sangre falsa: necesitaba atmósfera, tensión, ese pulso invisible que hace que la audiencia sienta que algo se arrastra detrás de ellos.
Wakeman, siempre inquieto, tomó el proyecto como un laboratorio sonoro. Grabó la banda sonora en su propio estudio, usando un arsenal de sintetizadores analógicos, efectos de percusión y capas minimalistas que parecían respirar. Lo que logró fue más que música: fue una selva de sonidos metálicos y notas disonantes que se entrelazan como ramas. Cada crescendo, cada vibración de sintetizador, construye la sensación de aislamiento y peligro, convirtiendo al bosque en un personaje más.
Para un público que esperaba otro clon de Friday the 13th, The Burning ofreció algo inesperado: no solo sustos y muertes creativas, sino un tejido sonoro de alto nivel, cortesía de uno de los músicos más virtuosos de los setenta. Wakeman, sin sacrificar su sello, creó una obra donde el virtuosismo se esconde bajo la superficie, dejando que el miedo sea el verdadero protagonista.
Lluvia de Notas, Lluvia de Sangre
En 1981, Rick Wakeman —tecladista prodigio, arquitecto sonoro de Yes y creador de álbumes conceptuales que parecían catedrales progresivas— aceptó un proyecto que, a simple vista, parecía fuera de lugar para alguien de su calibre: la banda sonora de un slasher de bajo presupuesto. The Burning no era precisamente cine de autor, sino parte de la ola de películas de terror que brotaron tras el éxito de Halloween y Friday the 13th. Pero había algo en la propuesta que atrajo a Wakeman: la oportunidad de experimentar.
El resultado fue un encuentro entre dos mundos: el virtuosismo progresivo de Wakeman y el sudor pegajoso de un campamento de verano en el que acecha un asesino. Mucho antes de que The Burning fuera etiquetada como “película de culto”, fue despreciada en las guías de cine: Leonard Maltin la calificó con un lapidario “BOMB”. Irónicamente, el tiempo se encargaría de hacer justicia: no solo es recordada por sus muertes creativas diseñadas por Tom Savini, sino también por marcar el debut en pantalla de Holly Hunter. Y en Japón —donde el horror occidental siempre ha tenido un culto especial— la película fue un éxito inesperado, algo que tomó por sorpresa al propio Wakeman. De hecho, el músico no había apostado mucho por el proyecto. En lugar de recibir un porcentaje de las ganancias, prefirió un pago fijo, convencido de que The Burning pasaría sin pena ni gloria. “Grave error”, podríamos decir en retrospectiva.
Musicalmente, la banda sonora tiene un giro interesante: solo uno de los lados del álbum contiene música usada directamente en la película. El otro lado, titulado The Wakeman Variations, es una reinterpretación libre de los temas creados para el filme, transformados en piezas que funcionan como tracks de álbum, con guitarra, bajo y batería acompañando al maestro de los teclados. Estas variaciones son, para muchos, la parte más disfrutable del disco: una especie de Rhapsodies teñido de tensión y dramatismo.
En el lado “oficial” de la banda sonora, Wakeman se luce en solitario, armado de sintetizadores analógicos, y especialmente del Prophet 10, un instrumento que usó por primera y única vez en su carrera. Incluso él mismo admitió que este lado no le entusiasmaba demasiado, aunque guarda cierta nostalgia por la experiencia. La secuencia es peculiar: comienza con el tema de los créditos finales, pasa por piezas atmosféricas como “Campfire Story” —con narración fantasmagórica de Brian Mathews— y termina en un par de piezas country (Doin’ It y Devil’s Creek Breakdown) que ni siquiera cuentan con Wakeman y parecen salidas de un episodio de The Dukes of Hazzard. Y sin embargo, el álbum tiene algo magnético. Es un producto raro: mitad soundtrack de terror, mitad laboratorio musical. Lo que pudo haber sido un trabajo por encargo terminó siendo una de las piezas más curiosas de la discografía de Wakeman, un puente entre su era progresiva setentera y su interés por explorar otros formatos en los ochenta.
Escuchar The Burning hoy es como encender una linterna en medio de la oscuridad: las notas sintetizadas resuenan como pasos entre la maleza, los silencios pesan, y la tensión se siente en la piel. Es una experiencia para quienes buscan algo más que música: es un viaje a ese preciso instante en que el horror de serie B y el virtuosismo prog se dieron la mano en el bosque.
Impresiones Personales: Fogatas, Gritos y Sintetizadores
La banda sonora de The Burning es una obra que tiene mucho que ofrecer. Por un lado, tenemos el lado de la belleza sinfónica de Wakeman, planteado de manera magistral, casi soberbia, donde nos entrega el centro de su corazón musical. Temas como “The Chase Continues (Po’s Plane)” o la electrizante “Variations on the Fire” producen una sensación de frenesí casi cinematográfico. Los cuatro primeros temas son, sencillamente, una delicatessen: aquí Wakeman vuelve a demostrarnos sus virtudes en las teclas. Cada pieza despierta una emoción distinta y se impregna en la piel, recordándonos las épocas de gloria del mellotron y del progresivo sinfónico más dramático.
En el lado B, la otra cara de la moneda, encontramos el verdadero OST de la película, que nos sumerge en una atmósfera oscura pero siempre decorada con la mano de Wakeman. Piezas como “TheFire” o “The Chase” son ya míticas. Este “mini-OST” no tiene desperdicio: nos ofrece momentos intensos, diálogos y texturas sonoras que nos hacen revivir la película de una forma más inmersiva. “Campfire Story”, por ejemplo, primero nos entrega el diálogo, para luego abrirse en una pieza que nos mete de lleno en el bosque maldito.
Banda sonora más que recomendada si eres fan de Wakeman. Y sobre la película… qué maravilla llevar el progresismo a un slasher, tal como Goblin hizo con las pesadillas visuales de Dario Argento. Un encuentro perfecto entre la elegancia del rock sinfónico y el horror de serie B. Hasta más vernos.
Mini-datos:
- 100 cues compuestos sólo por Wakeman: La parte de la banda sonora de la película fue grabada durante varias semanas, principalmente con Wakeman ejecutando él solo unas 100 pistas cortas (“cues”) para distintos momentos del film.
- El Prophet-10: el gran protagonista analógico: Para grabar The Wakeman Variations (lado A del vinilo), Wakeman usó su arsenal de sintetizadores analógicos, incluyendo por primera y única vez en su carrera el Prophet-10 versión 3, instrumento que se volvió fundamental en esas composiciones.
- Una parte del disco regrabada con banda completa: Los cuatro temas del lado A no son simplemente extractos directos del OST, sino que fueron regrabados específicamente para el álbum con banda completa: guitarrista (Alan Brewer), bajista (Kevin Kelly) y baterista (Mike Braun). Esto les da un carácter más prog rock-album, contrastando con la parte más introspectiva / cinematográfica del OST en el lado B.
- Técnica creativa para generar suspenso con la cinta analógica: En una escena en la película, el director quería aumentar la tensión justo cuando la luz de la luna reflejaba el filo de un cuchillo. Wakeman pidió marcar el punto exacto del reflejo en la cinta, colocar clics antes y después, luego invertir y manipular la grabación para “luchar contra la decadencia” del sonido mientras este se desvanecía, usar pistas abiertas para capas adicionales, y finalmente reintroducir sonidos de clavinet y brass justo al momento del reflejo para causar impacto. El resultado son esos pasajes tensos que se construyen lentamente, casi como una mina sonora, hasta estallar.
The Wakeman Variations :
01. Theme From The Burning
02. The Chase Continues (PO's Plane)
03. Variations On The Fire
04. Shear Terror And More
The Music From The Film :
05. The Burning (End Title Theme)
06. Campfire Story
07. The Fire
08. Doin' It
09. Devil's Creek Breakdown
10. The Chase
11. Shear Terror
CODIGO: @
Walter Carlos - A Clockwork Orange
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