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T.Rex - Same


First release featuring the shortened moniker, T. Rex balances Bolan's brain-fried, hippie-folk mysticism with a pop sensibility that would explode in T-Rexstacy, once he figured out this stuff might sound better with bass and drums. Of course, Bolan could craft a killer hook in his sleep, and T. Rex is full of them, be it on tender numbers like "Diamond Meadows," close encounter of "The Visit," electric freak out "Jewel," or glam boogie previews like "One Inch Rock," many numbers benefiting especially well from added string accompaniment. Highly recommended to anyone wanting to dig deeper than Electric Warrior.

El eco místico del trueno naciente

Tyrannosaurus Rex ha muerto. Y no hay flores ni incienso suficiente para enterrarlo. Marc Bolan ha decidido dejar de ser el elfo místico de los sesenta para convertirse en un felino eléctrico con brillo en los pómulos. El chico que antes recitaba versos sobre unicornios y gnomos ahora se sube al escenario con mirada de gato y sonrisa de quien ha descubierto el poder del espejo. Sigue siendo un hippie —sí, claro— pero uno que aprendió a contonearse al ritmo de su propia vanidad. Su poesía sigue siendo puro humo cósmico, una catarata de metáforas místicas imposibles… solo que ahora suena deliciosa, sensual y peligrosamente pegajosa. Balbucea, jadea, gime y lanza riffs como caramelos ácidos: cada nota es una pose, cada acorde, un reflejo de algo que empieza a brillar más que cualquier ideal.

Steve Peregrin Took ya no está; se marchó con sus bongos y su espíritu libertario. En su lugar llega Mickey Finn, menos chamán, más fetiche. Toca bongos, sí, pero sobre todo luce endiabladamente bien. Y como si el destino quisiera empujar la puerta del cambio, Flo & Eddie (los mismos de The Turtles) aparecen para darle a Bolan esas armonías celestiales que pronto definirían el ADN de Electric Warrior.

Bolan todavía no es el dios erótico del rock —ese aparecerá un año después, con lentejuelas y plataformas—, pero aquí ya asoma la bestia. Este disco, T. Rex (1970), es la bisagra entre el bosque encantado y la autopista del deseo, el momento exacto en que el chamán se mira al espejo y descubre que su varita mágica también sirve como micrófono.

Contexto Histórico: El Nacimiento del Relámpago

Hubo un tiempo, antes del ruido de los amplificadores, en que Marc Bolan era un trovador de otros mundos. Un joven londinense de ojos soñadores, más cercano a un elfo que a un rockstar, recitaba canciones de hadas, bosques y constelaciones con una guitarra acústica entre las manos. Así nació, en 1967, Tyrannosaurus Rex, una extraña criatura musical que unía el espíritu psicodélico de los sesenta con una devoción casi mística por la palabra y el ritmo. Junto a su compañero Steve Peregrin Took, Bolan creó un universo de campanas, bongos, flautas y poesía surrealista. Discos como My People Were Fair and Had Sky in Their Hair... But Now They're Content to Wear Stars on Their Brows (1968) o Prophets, Seers & Sages: The Angels of the Ages (1968) parecían más conjuros que álbumes. Era música para escuchar bajo la luna, entre incienso y vino barato. Pero, mientras las flores del “Summer of Love” comenzaban a marchitarse, Bolan ya sentía que el hechizo necesitaba electricidad.

El tercer álbum, Unicorn (1969), fue la primera grieta: ahí, las guitarras eléctricas comenzaron a asomar tímidamente, y el relato se volvió más terrenal. Bolan empezaba a cantar menos sobre gnomos y más sobre deseo, ritmo y carne. Pero el cambio no fue fácil. Las tensiones con Peregrin Took crecieron, y la dupla terminó separándose. En su lugar llegó Mickey Finn, un percusionista de aire bohemio que encajó con la nueva visión de Bolan: un sonido más corporal, más sensual, pero aún con el perfume de lo místico. Aquel tránsito se selló en A Beard of Stars (1970), donde la guitarra eléctrica rugió por primera vez con verdadera intención. Era el crepúsculo de Tyrannosaurus Rex y el amanecer de algo distinto. Bolan había encontrado su camino: el rock eléctrico como vehículo de fantasía y deseo. Con el cambio de sonido vino también un cambio de piel. El nombre Tyrannosaurus Rex —demasiado largo, demasiado psicodélico, demasiado de los sesenta— fue acortado con un gesto casi simbólico. Nació T. Rex, una bestia nueva, compacta y magnética. El logo se redujo, la música se amplificó, y el mensaje fue claro: ahora empieza la era del trueno.

La metamorfosis coincidió con una ruptura de contratos y una firma fresca con Fly Records, el sello que respaldaría su salto al estrellato. Y entonces, en octubre de 1970, Bolan lanzó la primera señal: “Ride a White Swan”. Una canción breve, hipnótica, y absolutamente distinta a todo lo que había hecho antes. Era simple, eléctrica, elegante —una danza en el aire. El público británico, confundido al principio, terminó rendido: el sencillo subió hasta el puesto número 2 en el UK Singles Chart. El cisne blanco alzó vuelo, y con él, el nuevo Bolan. Poco después, en diciembre de 1970, llegó el álbum T. Rex. Grabado con Finn en la percusión y con las voces de Howard Kaylan y Mark Volman (ex–The Turtles) como coristas invitados, el disco se convirtió en un himno de transición. Canciones como The Time of Love Is Now, One Inch Rock o Beltane Walk vibraban con una energía nueva: aún quedaba polvo de duende, pero el riff ya brillaba como espejo de camerino. El álbum alcanzó el séptimo puesto en las listas británicas y abrió el camino a una nueva fiebre sonora.Para las giras, Bolan decidió consolidar la formación con Steve Currie en el bajo y Bill Legend en la batería. La criatura ahora estaba completa. Con ellos, en 1971, T. Rex conquistaría el Reino Unido con una serie de sencillos que definirían una década: Hot Love (número uno en febrero) y Get It On (rebautizada en Estados Unidos como Bang a Gong (Get It On)), que se mantuvo trece semanas en las listas británicas, tres de ellas en el trono.

Pero todo comenzó aquí, en 1970, en ese instante en que Marc Bolan cerró la puerta del folk psicodélico y encendió el interruptor del glam. En T. Rex, el trovador se convirtió en estrella; el chamán en sex symbol; el mito en carne brillante. Era el nacimiento del glam rock británico —y Bolan, con su guitarra colgada y su sonrisa de medianoche, fue su primer dios.

Impresiones Personales: El relámpago en flor

Un álbum mágico, de dulzor pastoral y descargas eléctricas por momentos. Una obra nacida del cambio y de las promesas a futuro, donde ya se asoma la insurgencia del sonido que transformaría el rostro del rock británico. Aquí la banda deja atrás el trasfondo folk pastoral de tintes proto–progresivos para aventurarse hacia el rock & roll power y los primeros destellos del régimen glam que estallará más adelante con Electric Warrior.Por ahora tenemos un álbum de transición, un punto intermedio entre dos mundos: a veces cabalga por los caminos del folk rock de antaño y otras desciende hacia un rock eléctrico que seduce y muerde a la vez. En medio de esos dos frentes, flota aún un leve perfume psicodélico, un eco febril de lo que alguna vez fue. Tyrannosaurus Rex ya no existe; en su lugar, surge la vitalidad brillante y positiva de algo más carnal, más urgente.

Musicalmente, este álbum puede sentirse más débil que los cuatro trabajos anteriores de Tyrannosaurus Rex, que eran pura espontaneidad y hechizo. Aquí, los trucos de producción más sofisticados, las sobregrabaciones y las voces pulidas hacen que el conjunto suene más digerible, aunque parte de la magia se diluya en el proceso. Sin embargo, T. Rex conserva un encanto propio: una honestidad sonora que brilla en medio del cambio. Muchos lo ven como un disco menor, incluso tedioso o de guitarras mediocres. Pero ahí radica su valor: en ser la semilla del relámpago. Este álbum es un puente consciente, un ritual de paso. Escucharlo hoy es oír a Bolan aprender a brillar, a descubrir que la electricidad también puede ser poesía. Y en ese descubrimiento hay un feeling dulce, hipnótico, que te consume poco a poco.Hasta más vernos.

Mini-datos:

  • La portada “que debes ver de costado: La portada del álbum tiene un diseño poco común: para desplegarla completamente, hay que verla de lado; también se debe insertar el LP con la carátula girada.  En esa imagen verás a Marc Bolan y Mickey Finn con maquillaje blanco tipo “pancake face” (cara de torta, blanco plano), y Bolan sosteniendo su guitarra eléctrica, como diciendo “sí, estamos cambiando”. Ese maquillaje y gesto visual eran preludio de lo glam.

  • Producción en Trident Studios + Fly Records + nombre corto: El álbum fue grabado entre el 14 de mayo y el 31 de agosto de 1970 en los estudios Trident en Londres, con Tony Visconti como productor.  Justo mientras grababa, Bolan decidió acortar el nombre de Tyrannosaurus Rex a T. Rex, como reflejo de su deseo de simplificar, electrificar y llegar a más gente.  También dejó Regal Zonophone (el sello antiguo) y firmó con Fly Records, lo que le dio más margen para experimentar visual y musicalmente.

  • Ride a White Swan - pequeño experimento con gran impacto: Aunque no fue incluido originalmente en todas las versiones del álbum (no estaba en la edición británica estándar), “Ride a White Swan” fue lanzado como sencillo en octubre de 1970, justo antes del álbum T. Rex.  Cosas curiosas de esa canción: se grabó sin batería (sí, sin batería) —el ritmo lo marcan palmas sincronizadas y pandereta, incluso grabadas en el baño de Trident Studios para aprovechar el eco natural del lugar.  Además, para alargar la canción, Tony Visconti repitió el fragmento vocal final (“da da dee dee dah”) varias veces como loop para llegar al largo deseado.

  • Flo & Eddie contribuyendo al sonido de transición: Howard Kaylan y Mark Volman, conocidos como Flo & Eddie (ex-The Turtles), hacen coros en varias pistas del álbum.  Su aporte fue clave: esas voces de fondo no solo suavizan algunos bordes de las canciones, sino que anticipan las armonías más pulidas que Bolan usaría con mayor fuerza en Electric Warrior. Son como un puente vocal entre lo acústico y lo eléctrico.
01.The Children Of Rarn              
02.Jewel             
03.The Visit       
04.Childe            
05.The Time Of Love Is Now     
06.Diamond Meadows
07.Root Of Star
08.Beltane Walk             
09.Is It Love?    
10.One Inch Rock           
11.Summer Deep           
12.Seagull Woman         
13.Suneye         
14.The Wizard  
15.The Children Of Rarn

CODIGO: @



Anexo:
Desde las sombras psicodélicas del Japón temprano, este disco respira el mismo aire de transformación que T. Rex —solo que desde un espejo más lejano, más onírico. Love Suki Daikirai es un viaje de melancolía eléctrica, donde los acordes de órgano y las guitarras envueltas en niebla abren pasillos hacia un pop lisérgico de alma espiritual. Kawachi, figura errante del underground japonés (colaborador de los legendarios Flower Travellin’ Band), mezcla dulzura y distorsión como quien invoca un hechizo de amor maldito. En su interior se siente también una metamorfosis: el paso del folk psicodélico a una sensualidad más moderna, más eléctrica. Como Bolan en T. Rex, Kawachi abandona el bosque para entrar en la ciudad iluminada, pero su brillo es interior, febril y melancólico. Dos almas 


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